En los primeros 100 días de su segundo mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recurrió al poder aéreo como herramienta clave en su estrategia militar. La intensificación de los ataques aéreos resultó visible en Somalia, pero especialmente en Yemen, donde la campaña contra los hutíes tomó un papel protagónico en la política exterior estadounidense.

En este sentido, el uso intensivo del poder aéreo por parte de la administración Trump responde a la percepción de ser una opción menos costosa y que limita las bajas estadounidenses. Sin embargo, analistas en política de seguridad nacional, citados desde Defense One, advierten sobre la posibilidad de que Estados Unidos quede atrapado en la llamada “trampa del poder aéreo”, cuando los objetivos militares exceden lo que pueden alcanzar las operaciones aéreas y generan una escalada que podría requerir la intervención terrestre.
No es un nuevo fenómeno
Pero lo cierto es que, según los especialistas, el fenómeno no es nuevo: Lyndon Johnson en Vietnam, Bill Clinton en los Balcanes y Barack Obama en Siria enfrentaron situaciones similares al intentar resolver conflictos complejos a través de bombardeos, lo que llevó a un aumento progresivo del compromiso militar.
En Yemen, la “Operación Rough Rider” lanzada en marzo de 2025 supuso más de 800 ataques aéreos dirigidos contra posiciones hutíes. Pese a la ofensiva, los hutíes mantuvieron su capacidad operativa, continuando con ataques contra buques estadounidenses e israelíes en el Mar Rojo. Los bombardeos también generaron numerosas bajas civiles y fortalecieron políticamente a los hutíes dentro de Yemen.
Trump y sus aliados se mantienen alerta
A finales de abril, Trump anunció un alto al fuego después de alcanzar un acuerdo con los hutíes, negociado por mediadores omaníes, mediante el cual el grupo se comprometió a detener los ataques contra buques estadounidenses en el Mar Rojo. Sin embargo, los hutíes aclararon que continuarán sus operaciones contra Israel.

La exclusión de Israel de este acuerdo suscitó inquietudes en el gobierno israelí, que no participó en las negociaciones y mantiene su alerta en la región. Mientras que la situación continúa desarrollándose, Estados Unidos evalúa los próximos pasos en su campaña militar en el conflicto yemení.
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