El presidente de China, Xi Jinping, arribó este jueves a Moscú para reunirse con su homólogo ruso, Vladímir Putin, y participar como invitado principal en las celebraciones del Día de la Victoria, que conmemoran los 80 años de la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. El evento, de enorme carga simbólica para Rusia, se da en medio de un contexto internacional marcado por el aislamiento diplomático del Kremlin y la guerra en curso con Ucrania.
Durante su encuentro en el Kremlin, Xi expresó con firmeza que China respaldará a Rusia frente al “unilateralismo y el acoso hegemónico”, en clara alusión a Estados Unidos y sus aliados occidentales. En palabras del mandatario chino, “China trabajará con Rusia para asumir las responsabilidades especiales de las grandes potencias mundiales”, destacando además el creciente “nivel de confianza política mutua” y el fortalecimiento de los lazos bilaterales.

Putin, por su parte, agradeció la visita de Xi —la más relevante entre las más de treinta delegaciones extranjeras presentes— y reafirmó que la alianza sino-rusa “no está dirigida contra nadie”, subrayando que se basa en la igualdad y en intereses recíprocos. “Nuestros vínculos se desarrollan para el beneficio de nuestros pueblos”, afirmó el líder del Kremlin.
El momento elegido para esta cumbre no es casual. En el plano doméstico, Putin busca consolidar el respaldo popular a través de la memoria histórica del sacrificio soviético en la Segunda Guerra Mundial, que costó la vida a más de 27 millones de personas, muchas de ellas ucranianas. A nivel internacional, la visita de Xi es vista como un gesto que rompe con el aislamiento que Occidente intenta imponer sobre Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022.
En un gesto simbólico, ambos líderes firmaron dos declaraciones conjuntas sobre la estabilidad estratégica global y el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, así como un nuevo acuerdo de promoción y protección de inversiones. En sus discursos, coincidieron en la necesidad de defender “la verdad histórica” sobre la Segunda Guerra Mundial y combatir “las manifestaciones modernas del neo-nazismo y el militarismo”, una narrativa recurrente del Kremlin para justificar su ofensiva sobre territorio ucraniano.

Mientras tanto, los combates en Ucrania no cesan. Aunque el presidente Putin había anunciado un alto al fuego unilateral de 72 horas con motivo del desfile del 9 de mayo, autoridades ucranianas denunciaron nuevos ataques en el frente oriental y bombardeos rusos sobre la región de Sumy. Kiev calificó el anuncio de alto al fuego como una maniobra propagandística y reiteró su disposición a negociar una tregua de al menos 30 días. La tensión se mantiene elevada, especialmente por la llegada de drones ucranianos a territorio ruso en días previos al desfile.
Desde una perspectiva geopolítica, la participación de Xi Jinping en el desfile militar —que incluirá tropas chinas desfilando en la Plaza Roja— ofrece a Putin una imagen de fortaleza ante la presión internacional. Al mismo tiempo, Xi aprovecha la ocasión para mostrar que el gigante asiático sigue comprometido con la construcción de un “nuevo orden multipolar e inclusivo” que desafíe la dominación occidental.
La relación entre Moscú y Pekín se ha intensificado desde la firma del acuerdo de asociación “sin límites” en 2022, poco antes de la invasión rusa a Ucrania. Desde entonces, China ha representado un salvavidas económico clave para Rusia, al convertirse en su mayor socio comercial y principal comprador de petróleo y gas, sectores duramente afectados por las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.
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