En una nueva escalada bélica entre dos potencias nucleares, la madrugada del miércoles 7 de mayo India lanzó una serie de misiles contra múltiples objetivos en territorio paquistaní. Según Nueva Delhi, se trató de una represalia por el atentado ocurrido el 22 de abril en Pahalgam, Cachemira india, donde un grupo armado asesinó a 26 personas, en su mayoría turistas hindúes. Islamabad, por su parte, calificó los ataques como un “acto de guerra” y aseguró haber derribado al menos cinco aeronaves indias en represalia.
Objetivos del ataque y blancos alcanzados
El Ministerio de Defensa indio informó que los bombardeos, enmarcados en la denominada Operación Sindoor, estuvieron dirigidos a “infraestructura terrorista” ubicada en al menos nueve sitios dentro de Pakistán, incluyendo seis en Cachemira administrada por Pakistán y en la provincia de Punyab. Las autoridades pakistaníes confirmaron impactos en ciudades como Muzaffarabad y Kotli, además de Bahawalpur, Muridke, Shakar Garh y Sialkot.

El ataque más mortífero tuvo lugar en un complejo religioso en Bahawalpur, donde murieron al menos 13 personas, incluyendo una niña de tres años. Otros misiles dañaron mezquitas y edificios cercanos a antiguas sedes de grupos extremistas como Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba, ambos ilegalizados por Islamabad pero que India continúa asociando a ataques recientes.
El portavoz militar paquistaní, teniente general Ahmed Sharif Chaudhry, denunció que la ofensiva mató a 26 civiles y dejó más de 35 heridos. Las imágenes desde Muzaffarabad muestran escenas de pánico, viviendas destruidas y cortes de energía que incrementaron el caos.
Respuesta de Pakistán: derribo de jets y advertencias
Horas después del bombardeo, el gobierno de Pakistán declaró el estado de emergencia en la región afectada y activó sus sistemas de defensa aérea. El primer ministro Shehbaz Sharif declaró públicamente que “una respuesta contundente está en marcha” y que el país “se reserva el derecho de responder en el momento y lugar que considere adecuados”.
En ese marco, Islamabad aseguró haber derribado cinco aviones de combate indios. Sin embargo, no hubo confirmación por parte de India sobre estas pérdidas, aunque medios locales reportaron que tres aeronaves cayeron en distintas zonas del territorio indio, incluyendo Punyab y Cachemira.

La operación Sindoor y el simbolismo detrás del nombre
India bautizó a su ofensiva como “Operación Sindoor”, en referencia al pigmento rojo que las mujeres hindúes casadas aplican en su frente. El nombre alude directamente al relato de sobrevivientes del atentado en Pahalgam, donde los atacantes asesinaron a los hombres frente a sus esposas. La simbología es clara: una operación en memoria de las viudas y un mensaje de represalia con connotaciones religiosas y emocionales.
Escalada diplomática y consecuencias estratégicas
El conflicto ha provocado una ruptura casi total de los canales diplomáticos entre ambas naciones. Se suspendieron los visados bilaterales, se cerraron fronteras y espacios aéreos, y se expulsaron diplomáticos. Además, India congeló su participación en el Tratado de Aguas del Indo, una medida que podría tener consecuencias humanitarias en Pakistán, país altamente dependiente de ese recurso hídrico.
La comunidad internacional expresó su preocupación. El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a una “máxima moderación”, mientras que China —aliado de Pakistán y adversario territorial de India— pidió calma y monitorea la situación con atención.

Riesgo de conflicto a gran escala
Analistas de seguridad advierten que este enfrentamiento podría ser el más grave desde el casi conflicto armado de 2019, tras el ataque en Pulwama. Michael Kugelman, experto del Wilson Center, alertó que “los riesgos de escalada son reales” y recordó que “aunque ambas potencias poseen armas nucleares, no han dudado en emplear fuerza convencional en el pasado”.
Con más de 1.600 millones de personas entre ambas naciones, el impacto de un conflicto abierto sería catastrófico. Mientras las operaciones militares continúan, los civiles de ambos lados de la Línea de Control sufren los efectos inmediatos del fuego cruzado, en un conflicto que vuelve a situar a Cachemira como epicentro de la inestabilidad en el sur de Asia.
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