El atentado ocurrido el 22 de abril en la ciudad de Pahalgam, en la región de Cachemira, desencadenó una crisis diplomática entre India y Pakistán. La explosión, atribuida al grupo insurgente Frente de Resistencia (TRF), vinculado a la organización terrorista Lashkar-e-Taiba, dejó un saldo de 26 muertos, en su mayoría turistas indios, y al menos 17 heridos. Se trata del ataque más mortífero registrado en la zona en los últimos años y ha elevado drásticamente la tensión entre las dos potencias nucleares del sur de Asia.

En este contexto, el gobierno de India responsabilizó directamente a Pakistán por brindar apoyo a los grupos armados que operan en Cachemira. Si bien el Gobierno pakistaní negó cualquier implicación y condenó el atentado, Nueva Delhi respondió con una serie de medidas unilaterales: expulsó a diplomáticos paquistaníes, suspendió la emisión de visados y cerró uno de los principales pasos fronterizos.
Además, y de manera más alarmante, anunció la suspensión del Tratado de Aguas del Indo, un acuerdo clave firmado en 1960 para la administración compartida de los recursos hídricos en la cuenca del Indo. La decisión fue comunicada por el ministro del Interior indio, Amit Shah, quien la justificó como una medida de seguridad nacional tras lo que calificó como una “agresión indirecta”.
Por su parte, Pakistán, también expulsó a diplomáticos indios, cerró su espacio aéreo a aerolíneas de India y clausuró su frontera terrestre. Además, emitió una advertencia formal a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores, declarando que cualquier intento de obstruir el flujo de agua hacia su territorio será considerado un acto de guerra. El primer ministro Shehbaz Sharif convocó de urgencia al Comité de Seguridad Nacional y declaró que el país tomará todas las medidas necesarias para proteger sus intereses vitales.
India marca un punto de inflexión y refuerza su seguridad
El Tratado de Aguas del Indo, mediado originalmente por el Banco Mundial, fue considerado durante más de seis décadas como uno de los pocos mecanismos de cooperación funcional entre India y Pakistán, incluso en períodos de conflicto militar abierto. La decisión de India de suspender su cumplimiento marca un punto de inflexión que preocupa a nivel global.
El gobierno indio refuerza su postura contra el terrorismo

El gobierno indio confirmó que los autores del ataque abrieron fuego contra un grupo de visitantes nacionales que recorrían este enclave montañoso del Himalaya, conocido por su atractivo natural y considerado uno de los motores del turismo interno en el país, que, si bien aun ningún grupo ha reivindicado la autoría del atentado, las autoridades ya han desplegado al ejército y a unidades especiales de la policía regional para contener la situación y lanzar una operación de búsqueda intensiva.
El primer ministro Narendra Modi condenó enérgicamente el ataque y prometió una respuesta firme a través de un comunicado publicado en redes sociales, asegurando que los responsables “serán llevados ante la justicia” y reiteró que “la determinación de India en la lucha contra el terrorismo se fortalecerá aún más”.
Cachemira: entre el conflicto histórico y los desafíos del presente
La región de Cachemira ha sido epicentro de tensiones entre India y Pakistán desde la partición de 1947, donde ambos países, dotados de armas nucleares, reclaman la soberanía sobre el territorio en su totalidad, además, la insurgencia armada contra el control indio, iniciada a fines de los años 80, ha provocado decenas de miles de muertes, incluyendo a civiles, militantes y miembros de las fuerzas de seguridad.
Desde la revocación del estatus especial de la región en 2019 por parte del gobierno de Modi, la violencia ha disminuido en términos generales, no obstante, persisten focos de tensión, especialmente vinculados a grupos armados que rechazan la autoridad india.

El ataque en Pahalgam se suma a otros episodios recientes de violencia. En junio de 2024, un atentado contra un autobús de peregrinos dejó nueve muertos y 33 heridos. En 2019, un atentado suicida mató a 46 soldados indios, desencadenando represalias aéreas contra territorio paquistaní. Estos hechos han contribuido a consolidar una narrativa oficial centrada en la lucha antiterrorista y el fortalecimiento del control interno, muchas veces en detrimento de los derechos civiles.
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