La capacidad de Estados Unidos para alcanzar la supremacía aérea en la estratégica “primera cadena de islas” del Indo-Pacífico está seriamente comprometida ante el poderío creciente de la Fuerza Aérea china. Así lo advirtió el almirante Samuel Paparo, jefe del Comando Indo-Pacífico de EE.UU. (INDOPACOM), en una reciente audiencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado estadounidense.
Según Paparo, en caso de un conflicto bélico, ni China ni Estados Unidos podrían lograr una supremacía aérea total en la región. La afirmación es significativa considerando que, durante décadas, el dominio aéreo ha sido uno de los pilares del poder militar estadounidense. Sin embargo, las condiciones han cambiado sustancialmente con el avance tecnológico y el ritmo de producción armamentística del gigante asiático.

Durante su exposición, el almirante destacó que China ha desarrollado una fuerza aérea de dimensiones preocupantes: más de 2.100 cazas, 200 bombarderos estratégicos H-6 y una tasa de producción de aeronaves que supera a la estadounidense en una proporción de 1.2 a 1. Aunque muchas de sus plataformas aún corresponden a generaciones anteriores, el incremento de aeronaves de cuarta y quinta generación es sostenido y muestra una tendencia al alza. Además, China continúa trabajando en diseños de cazas de nueva generación que podrían ampliar aún más esta brecha.

A esto se suma el despliegue de misiles aire-aire de largo alcance y un enfoque sistemático en la construcción de sistemas de defensa aérea capaces de neutralizar instalaciones estratégicas de EE.UU. y sus aliados en el Pacífico occidental, como bases aéreas con escasa defensa, radares y centros de comando. Estas capacidades dificultan cada vez más las operaciones aéreas estadounidenses en un teatro de combate en constante vigilancia electrónica y saturado de amenazas.
Paparo remarcó que “ceder la supremacía aérea no es una opción” si Estados Unidos pretende mantener su capacidad de defensa regional y apoyo a aliados clave como Japón, Taiwán y Filipinas. No obstante, reconoció que el nuevo paradigma de combate aéreo no necesariamente garantizará el control del espacio aéreo durante toda la duración del conflicto. Por el contrario, se espera una dinámica de “ventanas temporales de supremacía aérea”, en las cuales se buscará ejecutar efectos tácticos puntuales antes de replegarse o reconfigurar las operaciones.

Este enfoque pone en el centro del debate la importancia de tecnologías como los sistemas aéreos no tripulados, las plataformas furtivas y las capacidades de guerra electrónica. También resalta la necesidad urgente de reforzar las defensas en las bases aéreas estadounidenses en el Indo-Pacífico, hoy consideradas vulnerables ante un posible ataque de misiles balísticos y de crucero lanzados desde China continental.
En ese sentido, legisladores y expertos en defensa han alertado que el Pentágono no está invirtiendo lo suficiente en “endurecer” sus instalaciones en la región ni en modernizar su capacidad de respuesta inmediata ante un eventual primer ataque chino. Algunas estimaciones incluso sugieren que Beijing estaría en mejor posición para devastar la fuerza aérea estadounidense en el teatro de operaciones que a la inversa.
A pesar de este sombrío panorama, Paparo enfatizó que el Comando Indo-Pacífico no está sin opciones. Su objetivo será “disputar la superioridad aérea, proteger a las fuerzas desplegadas en la primera cadena de islas, como la 3.ª Fuerza Expedicionaria de Marines, y crear ventanas de control aéreo para lograr efectos decisivos”.
Las declaraciones del almirante se inscriben en un contexto geoestratégico marcado por la aceleración del rearme chino, la militarización del Mar de China Meridional y las crecientes tensiones en torno al estatus de Taiwán. En ese tablero, la supremacía aérea —que alguna vez fue una ventaja indiscutible de Estados Unidos— hoy es un objetivo en disputa.
Te puede interesar: China supera ampliamente a EE.UU. en la construcción de barcos de guerra, afirman altos mandos navales