A dos años del comienzo de la guerra en Sudán, el conflicto armado ha ocasionado la muerte de más de 28 mil personas, y el desplazamiento de más del 30% de la población del país. Las condiciones de vida en Sudán son acuciantes, destacándose la violación de derechos humanos y violencia sexual como moneda corriente. A continuación repasamos la situación actual del conflicto y sus principales aristas.
Una guerra olvidada
Desde el 15 de abril de 2023, Sudán está atravesado por un cruento conflicto interno que no da señales de llegar a un desenlace en el corto plazo. El enfrentamiento entre tropas del ejército leales a Abdel Fattah al Burhan, líder de facto Sudán desde 2021, y paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), encabezadas por el general Mohamed Hamdane Daglo, desataron una guerra feroz en el tercer país más extenso de África.

Sudán se convirtió, en ese entonces, en un inmenso campo de batalla: hoy en día los paramilitares están instalados en el sur y oeste, incluyendo Darfur; mientras que el ejército domina el norte y este. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), son 13 millones los desplazados desde el comienzo de la guerra. Casi 4 millones de personas han cruzado la frontera y huido hacia Egipto, Sudán del Sur, Chad, Libia, Etiopía, y la República Centroafricana, generando una crisis de refugiados en la región.
En el marco del conflicto, la violencia sexual es utilizada como arma de guerra de forma diaria. Impactantes datos de Amnistía Internacional revelan que miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido han ejercido violencia sexual generalizada contra mujeres y niñas con el fin de someter a la población y asegurarse el control de algunas zonas del país. Este accionar es considerado un crimen de guerra, y posiblemente, un crimen de lesa humanidad.
¿Intervención internacional?
La decisión de Estados Unidos de suspender la ayuda exterior está agravando una crisis alimentaria catastrófica en Sudán, donde millones de personas corren riesgo de morir por enfermedades vinculadas a la desnutrición. Según datos de Naciones Unidas, el año pasado la agencia USAID aportó el 44% del total de los 1.800 millones de dólares destinados a la respuesta humanitaria en Sudán.
Parte de ese dinero se destinó al financiamiento de las Salas de Respuesta de Emergencia (ERRs), grupos comunitarios que operan a nivel barrial y gestionan centenares de cocinas solidarias en todo el país. A pesar del compromiso de estos voluntarios, más de 600.000 personas en Sudán enfrentan niveles de hambre equivalentes a una hambruna, y otros 8 millones están al borde de esa situación crítica.

El pasado 16 de abril, el Reino Unido y la Unión Europea prometieron cientos de millones de dólares para aliviar el sufrimiento en Sudán. La Unión Africana, coorganizadora de la conferencia que congregó a Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea, hizo un llamado a un cese inmediato de las hostilidades. No obstante, el encuentro celebrado en Londres no logró avances diplomáticos significativos para poner fin al conflicto, al que las Naciones Unidas califican como la peor crisis humanitaria del mundo en la actualidad.
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