En una comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado de los Estados Unidos, el general Christopher Cavoli —jefe del Comando Europeo de EE.UU. y comandante supremo de las fuerzas aliadas de la OTAN— advirtió sobre la rápida recuperación del aparato militar ruso, en especial su impresionante capacidad de producción de armamento pesado y munición, que superaría ampliamente a la de sus contrapartes occidentales.
Según Cavoli, Moscú se encuentra en una etapa avanzada de recomposición militar, con niveles de producción que, de mantenerse, le permitirán acumular un arsenal de proyectiles de artillería tres veces superior al de Estados Unidos y Europa juntos. La cifra proyectada por el Pentágono indica que Rusia fabricará alrededor de 250.000 proyectiles de artillería de 155 mm al mes, mientras que la producción estadounidense actual ronda los 40.000 mensuales, con una meta de alcanzar entre 90.000 y 100.000 unidades mensuales recién para el año 2026.

Esta dinámica coloca en una posición crítica al equilibrio de poder convencional en Europa del Este. A pesar de las cuantiosas pérdidas materiales sufridas por Rusia en el frente ucraniano —estimadas en 3.000 tanques, 9.000 vehículos blindados, 13.000 sistemas de artillería y más de 400 sistemas de defensa aérea—, la industria militar rusa no solo está logrando reponer dichos recursos, sino que lo está haciendo a un ritmo que supera las previsiones de la inteligencia occidental.
En el ámbito de vehículos blindados, el panorama es igualmente inquietante: Rusia está en condiciones de producir aproximadamente 1.500 tanques al año, en contraste con los 135 tanques anuales que fabrica Estados Unidos, una proporción de más de diez a uno.
Cavoli hizo especial énfasis en que estos avances no deben ser subestimados. Afirmó que “el ejército ruso se está reconstituyendo y creciendo a una velocidad superior a la prevista por la mayoría de los analistas”, lo que representa un giro estratégico que impacta directamente sobre la planificación defensiva de la OTAN y sus aliados europeos.

En paralelo, la Unión Europea proyecta una capacidad de producción de 2 millones de proyectiles por año —equivalente a unos 167.000 al mes— aunque los cálculos más realistas apuntan a que ese objetivo solo se alcanzaría hacia fines de 2025. Muchos de esos proyectiles son destinados a Ucrania, que los necesita con urgencia para sostener sus posiciones en el frente, donde el promedio de disparos diarios de Rusia continúa oscilando en torno a los 20.000 proyectiles, una cifra que multiplica por cuatro la capacidad operativa ucraniana, incluso con ayuda occidental.
El general Cavoli también se refirió a las implicancias de eventuales modificaciones en la estructura de liderazgo de la OTAN. En particular, expresó preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos renuncie al histórico rol de comandante supremo aliado en Europa, un puesto ocupado ininterrumpidamente por oficiales estadounidenses desde la Segunda Guerra Mundial. Según Cavoli, esto podría comprometer el control efectivo sobre las fuerzas estadounidenses desplegadas en el continente, especialmente en un escenario de activación del Artículo 5, que implica la defensa colectiva de los miembros de la Alianza.
Estas declaraciones se producen en un momento de debate político intenso dentro de Estados Unidos, en el que la administración Trump evalúa reformas profundas en su participación dentro de la OTAN, incluyendo el traspaso de responsabilidades estratégicas clave. Cavoli advirtió que un cambio de esta magnitud podría significar que, por primera vez desde la Primera Guerra Mundial, un gran número de tropas estadounidenses en combate quedara bajo mando extranjero.
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