Luego de la advertencia de Donald Trump a principios de este mes, Irán ha amenazado con atacar bases estadounidenses y “volar” todo Medio Oriente si EE.UU. decide emprender acciones militares en su contra. En la primera carta, Trump se dirigió al líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, para instar a Teherán a alcanzar un nuevo acuerdo nuclear.
Mientras Trump declaraba que “hay dos maneras de tratar a Irán: militarmente o llegando a un acuerdo”, Irán optó por responder a la carta a través de Omán rechazando la advertencia de Trump y afirmando que “sus bases y las de sus aliados no estarán seguras”. “Si los estadounidenses atacan la santidad de Irán, toda la región estallará como una chispa en un depósito de municiones”, declaró el presidente del Parlamento iraní, Mohammad Qalibaf.

La República Islámica ha mostrado estar dispuesta a entablar negociaciones indirectas con EE.UU. para exponer sus propias condiciones, según declaró Kamal Kharrazi, asesor de Jamenei. No obstante, el líder supremo iraní calificó el mensaje de Trump de “engañoso” y el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araqchi, dijo el jueves que las conversaciones eran “imposibles” a menos que Washington cambie su política de “máxima presión”.
En este contexto es menester recordar las recientes acciones de EE.UU. en Medio Oriente, donde comenzó un nuevo despliegue de recursos militares. En medio de presuntos ataques a Yemen -donde el grupo rebelde hutí, respaldado por Irán, actúa-, se añade el refuerzo de la presencia militar estadounidense en la isla Diego García. Ubicada en el océano Índico, el despliegue incluye bombarderos furtivos B-2 Spirit, aviones de transporte C-17 y una flota de aviones cisterna KC-135, según informes de inteligencia de fuentes abiertas (OSINT).

Los antecedentes de las tensiones entre EE.UU. e Irán
Hacia el año 2018, Trump decidió retirar a Estados Unidos del acuerdo denominado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), con el objetivo de aliviar las sanciones a Irán a cambio de frenar su programa nuclear. Pero ahora, con el envío de esta carta a principios de mes, Trump no recibió una respuesta inmediata y, por el contrario, optó por continuar con su programa de “máxima presión”: sanciones adicionales y amenaza militar si se niega a negociar.
En su momento, la decisión de Estados Unidos de retirarse se debió, en parte, al programa de misiles balísticos de Irán que no estaba cubierto por el acuerdo y se percibía como una amenaza. No obstante, Occidente acusa a Irán desde hace tiempo de continuar desarrollando su capacidad armamentística nuclear enriqueciendo uranio. Teherán niega estas acusaciones.

En la actualidad, la respuesta oficial de Irán marca la “nueva posición con respecto a la situación actual”, según el canciller Abbas Araghchi, aunque no relevó la naturaleza de la respuesta ni confirmó cuándo fue enviada. El funcionario añadió que fue entregada a Omán, que ha sido intermediario en el pasado por la falta de relaciones diplomáticas entre Washington y Teherán.
Según lo reportado por medios estatales este viernes, Araqchi afirmó que la carta de Trump contenía amenazas, aunque “dejaba la puerta abierta a la diplomacia”, sin dar más detalles. De manera similar, el Secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, no realizó comentarios al respecto y se limitó a afirmar que el país esperaba recibir una respuesta y que “el Presidente decidirá qué pasos quiere dar a continuación”.
Por lo pronto, Irán sigue comprometido con su postura de no negociar directamente con EE.UU. mientras continúe esta “máxima presión” desde la Casa Blanca. Además, ambos países no mantienen relaciones diplomáticas oficiales desde 1980. EE.UU. continuará con los ataques a Yemen, aunque el Mando Central del ejército estadounidense, que ahora tiene autoridad de la Casa Blanca para atacar ofensivamente en Yemen sin aprobación previa, no reconoció inmediatamente haber llevado a cabo ningún ataque.
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