Un día como hoy, 23 años atrás, se producía el mayor atentado terrorista jamás perpetrado en la historia de la humanidad. Transcurrían las 8.46 am de un soleado día en la ciudad de New York, cuando se produjo el impacto de un avión contra la emblemática Torre Norte del World Trade Center, en lo que, a simple vista, parecía ser una trágica catástrofe. 17 minutos después, otra aeronave se estrellaría contra la Torre Sur, descartando así, toda duda que giraba en torno a un supuesto accidente. Y como para confirmar esta teoría, a las 9.37 otro avión impactaría contra el Pentágono en Washington, mientras que otro caería en Pensilvania. El terror había comenzado.
En principio, pese a las sospechas, no se sabía a ciencia cierta de qué se trataba todo esto. Sin embargo, luego se confirmaría que la organización terrorista conocida como Al Qaeda –liderada por el saudí Osama Bin Laden- era quien estaba detrás de aquellos brutales atentados. Un ataque que no solo sería el atentado terrorista más grande de la historia con un tristísimo saldo de 2977 fallecidas, sino que también marcaría un antes y un después en el Sistema Internacional, transformando la forma de vivir, pensar y actuar de cientos de miles de personas, poniendo al fenómeno del terrorismo yihadista en la mira del mundo, y que, 23 años después continúa siendo una de las principales amenazas a nivel global.
La amenaza que nunca dejó de estar presente
Tal como señalamos, a partir de los atentados terroristas del 11S, la posición en la que se ubicaba al terrorismo dentro de las preocupaciones de la sociedad, como así también, la percepción que tenía el mundo acerca de este fenómeno como amenaza real ha sufrido un rotundo viraje, convirtiéndose así, en una de las mayores problemáticas que trajo aparejado consigo la llegada del Siglo XXI.
Casi 25 años fueron los que transcurrieron desde aquel trágico 11 de septiembre de 2001 y, al día de la fecha, seguimos siendo testigos en carne propia del daño que el terrorismo yihadista le ha producido –y continúa produciendo- a la humanidad. Miles de muertes, cientos de atentados perpetrados año tras año y decenas de países que, entre las crisis sociopolíticas y la pobreza, se encuentran en la lucha contra la presencia de grupos terroristas que siembran terror a lo largo y ancho del territorio.
El resurgir del terrorismo yihadista
Tras los salvajes ataques cometidos por Al Qaeda, la respuesta del gobierno norteamericano consistió en la denominada “War on Terror’’es decir, “la guerra contra el terrorismo”, cuyo principal objetivo se enfocaba en deshacer la estructura física del grupo terrorista Al Qaeda en Afganistán. Si bien, tras años de guerra se logró dicho objetivo, lo ocurrido después fue un suceso lejos de ser previsto por ningún especialista.
Hacemos noción a la aparición de decenas de grupos de índole yihadista que formaban parte de la red terrorista de Al Qaeda –o al menos, eso sabían decir estos-. Entre ellos, se encontraba –nada más ni nada menos que- quien casi 15 años más tarde, se posicionaría como la organización terrorista más peligrosa a nivel mundial aterrando, no solo a Medio Oriente sino también a Europa y África en reiteradas ocasiones: hablamos del autodenominado “Estado Islámico de Siria e Irak”, mayormente conocido por sus siglas en inglés como ISIS (Islamic State of Iraq and Syria).
Paralelamente a esto –y con el pasar de los años-, el establecimiento de numerosas células vinculadas tanto a Al Qaeda como a ISIS, han puesto en manifiesto el grado de desarrollo que el terrorismo yihadista presenta en la actualidad. En relación con esto, no solo hacemos hincapié en la proliferación de las distintas filiales relacionadas con las organizaciones terroristas de renombre, sino también a la enorme capacidad de solidez y resiliencia que poseen estos grupos yihadistas basándose en una macabra ideología guiada por la fe y la sangre, en su afán de expandir alrededor del mundo esa yihad que tanto proclaman y luchar contra ese enemigo “infiel” que es ellos consideran que es el mundo occidental.
Vestigios que aún perduran
Pasaron ya 23 años del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, no obstante, la enorme herida ocasionada por el terrorismo yihadista aún perdura en la memoria colectiva de la sociedad y el dolor permanece inmutable, como si aún estuviese intacto. Es por este motivo que se llevarán a cabo varios eventos conmemorativos en simultáneo con el fin de honrar la memoria de los fallecidos en el ataque y acompañar a sus familiares en una fecha tan difícil para estos.
Como señalamos previamente, el eco producido por el derrumbe de las Torres Gemelas no se limitó a aquel día solamente, sino que, tras más de dos décadas de aquel trágico suceso, sigue generando repercusiones al día de la fecha, repercusiones traducidas en años de guerra, dolor y terrorismo. Siendo este último –el terrorismo yihadista- un fenómeno cada vez más arraigado en el mundo, pareciendo ser un mal que no posee fecha de caducidad alguna.
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