El ataque de Hamás a Israel – que tuvo lugar fines del 2023 – buscaba reposicionar la cuestión palestina en la agenda internacional, incluso a costa de destruir Gaza. Además, pretendía obstaculizar un posible acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita, que podría haber marginado a Hamás en favor de facciones palestinas más moderadas.
Siguiendo a analistas de Foreign Affairs, el grupo terrorista busca imponer a largo plazo un modelo de gobernanza similar al de Hezbolá en el Líbano, manteniendo una estructura militar independiente mientras participan en el gobierno. Y en línea con esto, explican que el ataque perpetrado en 2023 fue parte de una estrategia planificada durante años, destinada a desestabilizar al Gobierno israelí y provocar un conflicto que resultaría en numerosas bajas civiles palestinas.
Aunque el apoyo a Hamás en Gaza estaba menguando, debido en parte a la estrategia israelí de permitir la entrada de fondos qataríes, Hamás vio la oportunidad de actuar debido a la inestabilidad en Israel y la posibilidad de normalización con Arabia Saudita. El ataque buscaba no solo provocar una respuesta israelí, sino también atraer a aliados como Hezbolá e Irán al conflicto.
Cuando el pasado 6 de mayo, en un intento por evitar una inminente operación israelí en Rafah, los líderes de Hamás expresaron su disposición a un intercambio de prisioneros, Washington mantuvo esperanzas sobre un posible acuerdo para liberar a decenas de rehenes y detener la ofensiva israelí. Pero analistas sostienen que la verdadera intención de Hamás sigue siendo ambigua, ya que podría estar buscando simplemente preservar su bastión en Rafah.