La guerra entre Rusia y Ucrania parece no tener un fin próximo, pese a que los movimientos de las tropas se han enlentecido a comparación de los primeros meses del 2022. Las fuerzas rusas están logrando pequeñas y constantes ganancias en el sur y este de Ucrania, y se estima que tienen la intención de capturar las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporizhzhia, Dnipropetrovsk y Kharkiv en los próximos 34 meses, según el Centro de Estrategias de Defensa de Ucrania.
Lo cierto es que las tropas de Putin están aprovechando el agotamiento de los suministros de artillería y municiones de Ucrania, considerando que la ayuda de Estados Unidos y de la UE flaquea por momentos. Sin embargo, el principal problema para los expertos radica en que Kiev no posee líneas defensivas robustas, lo que provoca una mayor facilidad para Rusia de avanzar constantemente y capturar porciones más pequeñas de territorio a lo largo del frente de 1.000 km.
Y es que la principal táctica ucraniana es simple: excavar toda la cantidad de tierra posible para generar líneas defensivas a través de trincheras. A principios de marzo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, afirmó que Ucrania construiría nuevas fortificaciones a lo largo de tres líneas de defensa que suman 2.000 km para finales de primavera. Además, esta semana visitó un área en la región norte de Sumy para verificar su progreso y afirmó que “la construcción de fortificaciones continúa”.
Pero expertos militares y soldados ucranianos comparan esta lucha con una “carnicería”, argumentando que la defensa prolongada de Bajmut “agotó recursos críticos” antes de su contraofensiva de verano de 2023. Esta clase de fallas, sumado a la escasez de municiones y personal, permitió para muchos que el ejército de Moscú tomara la iniciativa.
Desde noviembre del año pasado, Kiev se encuentra construyendo nuevas fortificaciones bajo coordinación de un nuevo grupo de trabajo dentro del Ministerio de Defensa de Ucrania. Las trincheras y fortificaciones en la primera línea de defensa son realizadas por las unidades militares asignadas al área, mientras que las segunda y tercera líneas son llevadas a cabo por la Agencia Estatal para la Reconstrucción y el Desarrollo de Infraestructura con la ayuda de contratistas privados. El objetivo es intentar detener el avance ruso y ocupar más territorio, destacando que Moscú actualmente ocupa un 20% aproximadamente de Ucrania.
Según el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, se han asignado más de 30.000 millones de hryvnia (unos 800 millones de dólares) para la construcción de fortificaciones este año, aunque las mismas hayan aumentado en el pasado mes de febrero cuando Oleksandr Syrsky fue nombrado nuevo comandante en jefe de las fuerzas armadas anunciando que el país pasaba de acciones ofensivas a “defensa activa”. El objetivo, nuevamente, es claro: mantener las posiciones de las tropas mientras continúa la búsqueda de puntos débiles de Rusia para atacar con una contraofensiva a mediano plazo.
Por lo pronto, Zelensky afirmó a principios de marzo que esta campaña de “fortificación” se centraría en las zonas críticas de la línea del frente, como Avdiivka, Bajmut y Lyman en Donetsk; Kupyansk en Kharkiv; y Robotyne en Zaporizhia. Esto se debe, principalmente, a que expertos y líderes ucranianos creen que Putin podría lanzar otra ofensiva a gran escala a finales de primavera o en verano.
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