El Mar Báltico, de gran importancia estratégica, está siendo llamado el “lago de la OTAN” después de que Suecia recibiera la autorización para unirse a la alianza militar, fortaleciendo así la presencia de la OTAN en la región, lo que representa un desafío para Vladimir Putin. La inclusión de Suecia en la alianza completa el panorama alrededor de las costas del mar, una vía marítima clave para Rusia, permitiendo a la OTAN ejercer control y reforzar la seguridad de los Estados bálticos.

Expertos han señalado que esto posiciona a los aliados occidentales, como el Reino Unido y Estados Unidos, para controlar las rutas marítimas en caso de un conflicto con Moscú, estrangulando así el margen de maniobra de Rusia. A pesar de esto, se destaca que Moscú aún mantiene la capacidad de amenazar la infraestructura submarina desde sus bases cercanas a San Petersburgo y en el enclave altamente militarizado de Kaliningrado. La OTAN es advertida de permanecer alerta ante la amenaza rusa.

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La adhesión de Hungría a la OTAN el lunes se suma a la ratificación de Suecia, siendo apoyada por el presidente húngaro, Viktor Orban, bajo presiones de los aliados de la OTAN. La OTAN acoge con satisfacción este fortalecimiento de su presencia en la región del Mar Báltico, considerando la membresía de Suecia como un paso histórico y un refuerzo para la seguridad euroatlántica.

Suecia, con una larga costa báltica y la isla de Gotland, desempeñará un papel crucial en los planes de defensa de la OTAN. Sin embargo, se señala que Rusia aún cuenta con una posición estratégica en el enclave de Kaliningrado, con capacidad submarina y potencia de fuego para amenazar las rutas de suministro de la OTAN. La OTAN ha intensificado sus despliegues navales y busca mejorar sus capacidades de monitoreo, especialmente ante incidentes de sabotaje en el Mar Báltico.

Suecia mantiene desde hace tiempo una estrecha asociación con la OTAN, pero su membresía formal le permitirá integrarse plenamente en los planes de defensa de la alianza.  Más allá de su larga costa báltica, Suecia trae consigo la isla de Gotland, que desempeñaría un papel central para ayudar a la OTAN a imponer su voluntad.  Pero justo al otro lado del agua, Rusia tiene su propio puesto de avanzada vital: el enclave de Kaliningrado.
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Aunque la entrada de Suecia y Finlandia ha sido recibida con alivio por los Estados bálticos de la OTAN, se advierte que la capacidad naval de la OTAN en la región sigue siendo limitada, y se destaca la necesidad de desarrollar habilidades específicas, como desminado bajo fuego. A pesar de la satisfacción por la inclusión de Suecia, algunos expertos instan a la OTAN a no considerar el Mar Báltico como su propiedad exclusiva y a abordar de manera efectiva los desafíos y amenazas planteados por Rusia en la región.

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Redacción
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