Rusia ha aumentado las amenazas de emplear armamento nuclear mientras enfrenta importantes bajas en el frente de batalla con Ucrania, marcando un punto crítico en la prolongada “operación militar especial” liderada por el presidente Vladimir Putin.
Las victorias directas en el terreno ucraniano se han vuelto esquivas para las fuerzas rusas, y la reciente retirada de Ucrania de Avdiivka ha sido una rara victoria significativa para la propaganda del Kremlin. Sin embargo, esta victoria no ha venido sin un alto costo para Moscú en términos de bajas humanas y pérdidas de equipos en todo el frente.
Según informes del Ministerio de Defensa ucraniano, la cifra de bajas en las tropas rusas ha alcanzado un total de 404,950, un aumento alarmante de más de 122,000 en tan solo 19 semanas de combate. Estas pérdidas superan con creces las sufridas por los militares soviéticos en Afganistán durante un período de 10 años.
La indiferencia del Kremlin ante las pérdidas, tanto civiles como militares, es evidente, y Rusia continúa presionando en su contraofensiva a pesar de las consecuencias humanas. Con aproximadamente 450,000 soldados rusos desplegados en Ucrania, Putin ha fijado sus objetivos en varias ciudades, y las fuerzas rusas obstaculizan la evacuación de los soldados ucranianos, garantizando su avance.