La incursión del grupo terrorista Hamás sobre el territorio israelí, marca una escalada de violencia de las más importantes en la región en lo que va del siglo. Si bien la duración y desarrollo del conflicto son inciertos, hay una innegable realidad que tanto la defensa como la seguridad israelí aceptan, pudo haber sido evitado. 

Digitalización de la inteligencia, una nueva lucha contra el terrorismo

Desde el 2001, todas las centrales de inteligencia y espionaje en el mundo han mejorado de manera sideral la capacidad de prevenir posibles actos terroristas. Desde la más simple prevención en lugares estratégicos como aeropuertos u grandes aglomeraciones, hasta las más complejas como intercepción de telecomunicaciones, informantes y la infiltración personal. El aumento en las operaciones de prevención y disolución de actividades terroristas dan como resultado que más del 60% de los atentados en la Unión Europea nunca lleguen a concluirse. De todos modos, la figura del “lobo solitario”, o sea, un individuo que actúa solo y sin afiliación o comunicación directa con un grupo terrorista en particular, ha tomado más relevancia en estos últimos años. 

El aumento del terrorismo internacional en la década de los 90´s – con un punto de inflexión tras el atentado a las torres gemelas -, el fin de la guerra fría y el comienzo de la era digital dieron un giro de 180° a las principales agencias de inteligencia [1]. Por un lado, habría una mayor preocupación por el terrorismo que hacia los estados, mientras que el espionaje humano, más conocido como HUMINT, sería paulatinamente remplazado por el ciberespionaje y la vigilancia satelital. Para los países miembros y satélites de la OTAN, las nuevas doctrinas que la CIA y el MI5 desarrollaron serían la principal guía a seguir para modernizar sus agendas de inteligencia. Por otro lado, los países de la ex unión soviética y sus estados satélites seguirán los pasos de la FSB (Servicio Federal de Seguridad Rusa), el cual mantiene hasta el día de hoy una presencia más importante de espías y métodos de información interpersonal. 

La MOSSAD y el Shabak, las dos caras de la inteligencia israelí

El caso de Israel es un gran ejemplo de la influencia que recibieron los países aliados de la OTAN. La renombrada MOSSAD (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales) y su no tan renombrada sección doméstica y palestina, el Shabak (Servicio de Seguridad General), fueron afectadas por la ola de modernización y recambio de su matriz interpersonal a una cibernética y digital.  Estas dos agencias abandonaron una doctrina de inteligencia basada en la fidelidad de sus espías en el campo, de la calidad de sus informantes y de la capacidad de “persuasión” de sus interrogatorios. De hecho, la “Técnica Shabak” de interrogación, que consiste en quebrar la voluntad del prisionero atándolo de manos a una silla, privándole de la visión y reproduciendo ruidos en un alto volumen durante horas o días, fue ampliamente usada por la CIA durante los 80´s hasta fanales de siglo XX y por grupos terroristas tales como Al-qaeda [2]. Pero los cambios internacionales requerían de una modernización que llevo a que la inteligencia HUMINT pasara a segundo plano. Si bien esto facilitó en la MOSSAD la vigilancia e intercepción de cualquier actividad que atente contra la salvaguardansa del estado de Israel en el exterior, el Shabak no logro adaptar estas mecánicas a sus necesidades. 

El Shabak ya venía de una pésima reputación nacional y política desde la finalización de la guerra de los 6 días en 1967[3]. Sus agentes infiltrados en Palestina fueron paulatinamente asesinados por las facciones islámicas a las cuales espiaban y perdieron conexión con sus principales informantes. De hecho, hasta el día de hoy la única fuente fidedigna de información acerca de los movimientos y operaciones de grupos tales como el Hezbolla y Hamás es mediante la filtración de información clasificada que la MOSSAD decodifica de otros países o de la inteligencia colectiva. Esto le daba al servicio de inteligencia nacional un pequeño margen de acción y logística para llevar a cabo sus operativos, en donde se utilizó una maniobra de ofensiva defensiva más que de prevención. 

En el transcurso de los 90’s y los 00´s se abrió una ventana tanto para la MOSSAD como el Shabak para la lucha contra el terrorismo que consistió en el uso de las telecomunicaciones. La ventaja tecnológica del sofisticado sistema de detección satelital israelí y la masificación de las telecomunicaciones alrededor del globo, le dieron una ventaja a la hora de prevenir e interceptar posibles ataques. El reflorecimiento del Shabak en los primeros años del siglo XXI no duraría mucho, era cuestión de tiempo hasta que las distintas células terroristas de Hamás abandonaran la comunicación digital y satelital y volvieran a métodos más tradicionales.  

Hamás y su lucha analógica

La superioridad tecnológica de Israel frente a Hamás se volvió una parte esencial dentro de la logística de esta organización terrorista. Nada se manda por emails, mensajes y mucho menos llamadas, se organiza en persona y la comunicación es escrita. Estos protocolos se potencian aún más en un entorno como Gaza que es relativamente pequeño y altamente poblado, las distancias no son un problema para esta organización. 

Sumado a esto, los círculos de decisión son reservados para personas de suma confianza, en locaciones inusuales y tienden a ser breves. Esto dificulta la única fuente de datos HUMMIT que le queda al Shabak, los informantes, en poder recolectar información clara y precisa. Debido al carácter descentralizado de las reuniones y la poca duración de estas, generar una continuación de la información y de sus planes es sumamente complicado. 

La dispersión de su personal de alto rango y la poca utilidad estratégica que tienen los demás miembros de estas células, llevan a que las operaciones de neutralización o abducción en Gaza sean solo a objetivos que no puedan moverse de un lugar fijo. En diciembre del 2015 se viralizó un video de un operativo antiterrorista ingresando a un hospital en el norte de Gaza y llevándose en silla de ruedas a un terrorista de alto rango de Hamás.  

Si bien Israel tiene ojos en gaza tanto de sus informantes como de sus satélites, parece no tener oídos. Sus vigilancias concluyen en especulaciones y debido a que no tienen un punto exacto al cual vigilar, analizan todo gaza en busca de respuestas. Sus centrales de vigilancia están totalmente saturadas de información satelital que dificultan la vinculación de la información obtenida, convirtiéndola por defecto en irrelevante o inconclusa. Este fue el caso del bombardeo ocurrido este mismo año. La central de inteligencia estaba al tanto del movimiento balístico como de las lanzaderas, pero no pudieron prever que iban a ser usados todos al mismo tiempo. Mismo caso con las excavadoras que rompieron el alambrado del “muro de hierro” entre estos dos territorios, no pudieron armar el rompecabezas, puesto que tenían miles de piezas que juntas no podrían formar una imagen. 

Los dos años de estabilidad que se mantuvieron entre Gaza e Israel, promovieron el flujo de inmigración interna y lentamente se atenuaron los conflictos. Mientras que la MOSSAD y el Shabak perfilaron este apaciguamiento como un cese a las hostilidades, Hamás estuvo lentamente organizando este ataque. Su discrecionalidad y su bajo perfil son admirables, pero este no sobrepasa la capacidad material y logística que posee la inteligencia israelí. El punto más fuerte es la poca atención que se le dio a detalles que la historia han demostrado que son cruciales; cuando la CIA empezó a unir los puntos que llevaron al atentado del 9/11, se dieron cuenta de que los pilotos suicidas habían aprendido tomando clases de aviación en simuladores y en las escuelas de avionetas. Analistas de Inteligencia, tal como Justin Crump [4], aseguran que la inteligencia israelí no prestó atención al aumento de los estudiantes de vuelo en el único club de aviación en gaza y que estos miembros ahora son pilotos para Hamás. Sumado a esto, el exceso de confianza en sus propias fuentes de información y su selectivo criterio a la hora de recibir información, agudizan aún más su profunda falta de “oídos” dentro de la región. El supuesto aviso que Egipto mandó sobre un ataque masivo a Israel [5], al cual hizo caso omiso, estaría mostrando que su apertura a la región no estaría siendo tan progresiva como el mismo gobierno aclama. 

De todos modos, la agencia que más sale perjudicada de este conflicto es la MOSSAD. La colaboración internacional de facciones islámicas sobre este atentado se hizo evidente cuando Irán y el Hezbolla manifestaron su apoyo público a la causa de Hamás. Debido a que las distancias entre Teherán y Gaza no permiten una fluida comunicación en papel y lápiz, el uso de comunicaciones encriptadas fue necesario. En este punto, la agencia, que años atrás alardeaba de que tenía acceso completo a toda la red de comunicaciones del exlíder libio Muamar Gadafi, hoy no puede interceptar comunicaciones en una zona la cual mantienen bajo vigilancia de radar de manera permanente. La MOSSAD, pese al prestigio ininterrumpido a lo largo de las décadas, ha mostrado que poco a poco su dependencia en sus propias tecnologías lo están consumiendo. Un aparente alejamiento con EE. UU. durante los últimos años ha oxidado una fluida red de espionaje que los dos mantenían en el medio oriente, pero esta guerra parece haberlos unido nuevamente. 

Los Servicios de Inteligencia israelí demostraron sus más grandes debilidades durante estas últimas 3 semanas que lleva el conflicto activo.  Sus capacidades de logística no son adecuadas para su adversario, pero su actitud confiada e incrédula ante Hamás ha mostrado que su principal problema no es logístico sino constitutivo. Ninguna central, agencia o servicio de inteligencia subestima nada; no hay fuerza lo suficientemente pequeña, una estabilidad tan larga ni una cooperación tan exitosa que le permita a una central de inteligencia bajar su guardia.

Un futuro panorama para la inteligencia israelí

Aunque hayan perdido la primera batalla, la guerra está lejos de terminar. 

Las incursiones de Hamás sobre territorio israelí, si bien por ahora no se puede saber con exactitud los próximos puntos de ataque, la separación de sus unidades los obligará a depender de las redes móviles de comunicación. Es aquí donde el espionaje satelital pasa a ser clave para monitorear las cuadrillas y los movimientos tanto adentro como afuera de gaza. Por otra parte, la captura de miembros de Hamás en combate va a permitir conseguir fuentes de información de primera mano mediante la interrogación y otros métodos persuasivos. En términos estratégicos, la inteligencia israelí va a ir acumulando información de campo que eventualmente podrá interceptar los próximos ataques terrestres de Hamás. 

En un clima de guerra, la inteligencia militar empieza a tomar relevancia en términos operativos frente al Shabak y la MOSSAD. La figura del Amán (Servicio de Inteligencia Militar de Israel), asume jurisdicciones de espionaje y operaciones tácticas a nivel nacional e internacional. Desde el Cuartel General de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI), organiza actividades de inteligencia y ataques mediante la Fuerza aérea, la Marina y el Ejército. Si bien el verdadero despliegue del Amán se dará en el posible involucramiento activo de países al conflicto, son la única fuerza de inteligencia lo suficientemente capacitada para llevar a cabo operaciones de infiltración, sabotaje y guerrilla dentro de Gaza.

La eventual pacificación del conflicto llevará a repensar la importancia que se les da a los medios HUMINT en la inteligencia de Israel. El aumento de las tecnologías no es garantía de éxito para lograr una buena política inteligencia y mucho menos si su mayor amenaza reniega de estas. El Shabak deberá volver a entrenar a sus propios agentes en el arte de la infiltración, un proceso que dentro de estas organizaciones puede tomar años, pero permite contrastar y apoyar la información obtenida por los informantes y medios digitales. Sumado a eso, deberá abrir líneas de comunicación con otras agencias que ven en Hamás una posible amenaza para su propia seguridad nacional. La colaboración de países tales como Turquía y Egipto serán de suma importancia si se quiere perfilar hacia un enfoque más interpersonal que solo digital. El apoyo transnacional de países y facciones antisemíticas en la región requiere que la política de cooperación de la MOSSAD salga de su posicionamiento con el núcleo occidental. Pero en su matriz constitutiva como agencia, ni la MOSSAD y ni el Shabak pueden olvidarse contra quienes luchan. Hamás existe bajo la idea de la disolución del estado de Israel, este principio se mantendrá presente en la guerra como en la paz y poco a poco toma más relevancia en la diezmada población Palestina.  

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Tomás Dighero
Estudiante de Relaciones Internaciones en la Universidad del Salvador (USAL). Pasante en la Asociación de estudios de Relaciones Internacionales Argentina (AERIA), en el área de redacción. Profesor auxiliar en el vicerrectorado académico de la Universidad del Salvador. Profesor particular universitario y ensayista en progreso.

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