El pasado 7 de octubre, Hamás lanzó una operación militar masiva en territorio israelí, desencadenando una serie de eventos que sacudieron la estabilidad de la región y encendieron alarmas en el mundo. El ataque, que incluyó el lanzamiento de miles de cohetes contra Israel, ataques por tierra, aire y mar, y la captura de rehenes israelíes, dejó a muchos interrogantes cuáles son los objetivos y las motivaciones detrás de esta ofensiva sin precedentes.

Ahora bien, el sorprendente ataque de Hamás fue impulsado por una serie de factores claves. En primer lugar, las sucesivas políticas de extrema derecha ejecutadas por el Gobierno israelí permitieron la violencia de los colonos en Cisjordania y Jerusalén, territorios ocupados. Esto generó no solo un clima de desesperación sino también demandas crecientes de una respuesta entre los palestinos, mientras las tensiones en Cisjordania se intensificaban, lo que le dio a Hamás la oportunidad de lanzar su ataque.

En segundo lugar, la aceleración en las negociaciones para la normalización de la relación árabe-israelí socavó la importancia de la causa palestina para los líderes árabes. El acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Israel, si se hubiera logrado, podría haber debilitado aún más la perspectiva de una solución de dos Estados en la región que hoy atraviesa otro conflicto bélico.

Y por último, está la cuestión del realineamiento de Hamás con Irán, país que fue acusado recientemente de brindar el apoyo logístico necesario para llevar a cabo la operación contra Israel. Si bien desde Teheran niegan cualquier participación en los ataques terroristas, las recientes mejoras en las relaciones entre Hamás, Damasco y Teherán podrian ser un indicador factible que el grupo palestino cuenta con un respaldo sólido.

¿Cómo continuará este conflicto?

El objetivo inmediato de Hamás parece ser tomar rehenes para evitar represalias israelíes y negociar la liberación de prisioneros palestinos. Aunque Israel no parece haber sido disuadido por la ofensiva terrorista, la situación en dicha región está en constante evolución y maneja una volatilidad que no da por seguro ningún escenario. En última instancia, la resolución del conflicto probablemente requerirá de una mediación internacional y un acuerdo para el intercambio de prisioneros.

Sin embargo, mientras Israel continúa evaluando su respuesta y Hamás busca consolidar sus logros, el conflicto palestino-israelí sigue siendo un desafío intratable con causas fundamentales sin resolver. Esto sugiere que, a pesar de las mediaciones, el conflicto persistirá y seguirá generando ciclos de violencia en la región.

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Redacción
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