Por Valentín Andrada

El pasado mes de junio, Chile se convirtió en el primer país del mundo en recibir un crédito del Banco Mundial (USD 150 millones) para expandir su producción de hidrógeno verde. Con ello, el gobierno de Gabriel Boric busca posicionar al país trasandino como uno de los principales exportadores del denominado “combustible del futuro”.

El hidrógeno verde (H2V) se genera a través de un proceso químico denominado electrólisis, la cual se produce al separar el hidrógeno del oxígeno existente en una molécula de agua mediante la utilización de corriente eléctrica. Dicha corriente, puede obtenerse por medio de energías renovables (como la eólica o la solar), produciendo energía sin emitir dióxido de carbono (de allí “verde”). De esta manera, el H2V se constituye como una de las principales alternativas a los combustibles fósiles.

Con el objetivo de llevar adelante una articulación público-privada que eleve la escala de producción actual y fortalezca el encadenamiento productivo, el gobierno chileno ofrece incentivos relevantes desde el punto de vista fiscal, atrayendo inversiones que producen un efecto “multiplicador” en la industria del H2V, es decir, aquellas que generan mayor y mejor producción y empleo (la competencia técnica específica eleva el nivel de salarios), a la vez que, reducen las emisiones de carbono.

Chile se está convirtiendo en un país pionero (a nivel latinoamericano y mundial) en el desarrollo de esta incipiente industria. Tan es así que, días atrás, inauguró la primera planta de producción de H2V de Latinoamérica, un proyecto desarrollado en conjunto por las empresas Walmart Chile y Engie Chile.

Por otra parte, a través de la empresa Energas, Chile está llevando adelante un proyecto piloto en poco más de 2.000 hogares de La Serena y Coquimbo, los cuales reciben una mezcla de gas natural con H2V. Actualmente, la inyección de H2V en la red de gas natural representa el 3,2%, pero la perspectiva es elevarla hasta un 20%. En este último caso, las emisiones de dióxido de carbono se reducirían a razón de 340 toneladas por año. Cabe destacar que, además de los beneficios ambientales, este proyecto piloto no reporta alzas en el componente tarifario.

En definitiva, Chile está aprovechando sus ventajas geográficas para robustecer sus competencias en esta industria, ya sea para abastecer la demanda local o para exportar su H2V. En cuanto a esto último, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya estuvo de visita en Santiago con el objetivo de fortalecer la cooperación en materia energética. La necesidad de importar energías limpias por parte de la Unión Europea, propició la firma de un acuerdo para la confección de un fondo europeo orientado a desarrollar H2V en Chile.

¿Por qué Argentina corre detrás de Chile?

En un marco de expansión de las energías renovables que se conjuga con la ambición por asegurar la soberanía energética, el mercado internacional comienza a otorgar privilegios a aquellos proyectos que tiendan a la descarbonización de las economías. En este sentido, Chile tiene como objetivo central no perder su vasta producción minera (aporta más del 13% del PBI y es el sector que más IED recibe) a causa de la transición energética, es decir, es prioridad para Chile que su producción minera sea a costa de 0 emisiones de carbono (de aquí la importancia del H2V) dado que el mundo comienza a exigir que los bienes obtenidos a partir de los distintos procesos de extracción sean propensos a los cuidados ambientales.

Si bien en marzo de este año Argentina, a través de la Secretaría de Energía, realizó la primera sesión de la Mesa Intersectorial del Hidrógeno con el objetivo de avanzar hacia una estrategia nacional para el desarrollo de esta industria en el país, el debate estuvo orientado hacia la exportación de H2V y no a considerar a esta tecnología como un insumo que permita la readaptación de las distintas industrias locales (agrícola-ganadera, acero, aluminio, etc.) a las demandas de la transición energética global (algo que sí está haciendo Chile). De esta manera, se corre el riesgo de que, en un futuro cercano, el acceso a determinados mercados se vea restringido por no cumplir con determinadas normativas o exigencias ambientales (como las que aplica la Unión Europea).

El país no solo presenta mayores costos de producción, sino que también dificultades logísticas y de infraestructura que otros competidores en la industria (como Chile o Australia) no presentan, por lo que, en este contexto, la exportación de H2V se torna poco viable.

Argentina tiene todas las condiciones para producir H2V, pero parece tener poco claras las verdaderas implicancias de la transición energética y, al menos por el momento, tampoco parece advertir hacia dónde va el mundo en esos términos. Hoy en día, Argentina no está inserta en el radar geopolítico del H2V debido a la inestabilidad política y macroeconómica que presenta, factores clave a la hora de considerar a un potencial socio (o país a invertir) como “fiable”.

Si bien ratificada, cabe seguir con atención la inversión de USD 8.400 millones de la empresa australiana Fortescue (anunciada en noviembre de 2021), la cual puede crear unos 15.000 empleos directos y otros 50.000 indirectos. Dicha empresa, se encuentra completando un estudio de impacto socioambiental en Río Negro (donde se desarrollaría el proyecto), pero la falta de una normativa nacional que regule la producción de H2V frena el avance del proyecto. Una inversión de este tipo demanda una legislación que garantice un marco de estabilidad jurídica, algo que las coyunturas política y económica de Argentina, ni a corto ni a mediano plazo, pueden brindar.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

2 COMENTARIOS

  1. Mi única duda al respecto del hidrogeno verde es, ¿Solo se usa agua dulce?, o ¿Se puede usar agua salada (mar) pero es mucho mas caro por los efectos de la corrosión?

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