En la reciente cumbre de mandatarios organizada en Brasil, el presidente Lula da Silva convocó a once jefes de Estado sudamericanos con el objetivo de reiniciar los esfuerzos de integración regional sudamericana y plantear nuevas estrategias en conjunto. Algunos de los tópicos mencionados fueron desde un mercado energético regional hasta una acción coordinada sobre el cambio climático, e incluso la posibilidad de una moneda regional.
Pero la crítica principal a esta cumbre, y el foco de atención de los medios, fue la llegada del presidente venezolano Nicolás Maduro a Brasil y el efusivo abrazo con Lula da Silva. Esto conllevó múltiples cuestionamientos ya que la cumbre democrática contó con la presencia de un presidente ampliamente criticado por su ejercicio del poder, y considerado dictatorial por gran parte del mundo.
Lula lo presentó al resto de la cumbre como “mi compañero” que es “víctima de una narrativa construida contra Venezuela de antidemocracia, de autoritarismo”. “Creo, en base a todo lo que hemos hablado, que tu narrativa será infinitamente mejor que la narrativa que han construido contra ti”, enfatizó Lula. Este tipo de comentarios no cayeron bien a sus invitados, considerando que los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y el presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, quienes criticaron esta postura.
La resonancia de los hechos ocurridos en Brasil no fue solo crítica a nivel regional sino también internacional. Por ejemplo, el Council of Foreign Relations fue uno de los medios que se mostró más en desacuerdo con lo sucedido, en consonancia con otros, destacando la “doble vara” con la que se midió el evento. En este sentido, se enfatizó en las críticas hacia Dina Boluarte, la presidente del Perú, por ser tildada de usurpadora democrática pero no hubo comentarios tan marcados hacia Maduro como lo fueron hacia la mandataria.