Luego de que el gobierno de Alemania cerrara sus últimas tres plantas nucleares, el país ha puesto fin a la industria en medio de un intento por transicionar hacia una energía más limpia, mientras a su vez intenta dejar de depender de los combustibles fósiles que se han visto cortados en términos de suministro por la guerra en Ucrania. Así lo afirmó la ministra de Medio Ambiente, Steffi Lemke, declarando que “los riesgos relacionados con la energía nuclear definitivamente no son manejables incluso en un país de alta tecnología como Alemania”. 

Hubo cierta celebración por parte de la población y de grupos ambientalistas como Greenpeace, que celebraron el día del fin de la energía nuclear en el país. Este impulso fue forjándose con el paso del tiempo, puntualmente después de la decisión de Alemania a principios de la década del 2000 de eliminar gradualmente la energía nuclear. La decisión comenzó a acelerarse con la excanciller Angela Merkel luego de la catástrofe de Fukushima en 2011. Desde 2003, Alemania ya ha cerrado 16 reactores.

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Según una encuesta de las emisoras ARD, el 59% de los participantes creía que abandonar la energía nuclear en un contexto de falta de energía era una mala idea. Además, dos tercios de los encuestados que sí querían mantener los reactores nucleares en funcionamiento afirmaron estar preocupados por el posible aumento de los precios de la energía cuando la totalidad de las centrales se cerraran. 

Pero el gobierno alemán se basó en otras estadísticas para tomar la decisión final, y es que las últimas tres plantas que faltaban cerrar solo habían proporcionado el 6% de la energía producida en el país, a diferencia de lo que representó la industria en 1997, con un 30,8%. El director del centro de investigación Agora Energiewende especializado en transición energética, Simon Müller, “las energías renovables ahora producen aproximadamente una vez y media más electricidad que la energía nuclear en su apogeo en Alemania”, puntualizando en que estas alternativas aumentaron su participación en la producción total, con un 46% en 2022. 

Pese a las críticas a la energía nuclear, esta sigue siendo una de las más limpias a comparación de muchas otras que Alemania continúa utilizando, como el carbón. Este último aún representa un tercio de la producción de electricidad, con un aumento del 8% el año pasado, y posiciona al país como el principal emisor de CO2 de la Unión Europea. Sin embargo, Scholz advirtió que Alemania necesitará instalar de cuatro a cinco nuevas turbinas eólicas cada día durante los próximos años para satisfacer sus necesidades de suministro de energía, focalizándose en cumplir con el objetivo de satisfacer el 80 % de sus necesidades de electricidad con energías renovables para 2030. 

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Redacción
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