El pasado domingo, luego de años de relaciones con su máximo oponente Taiwán, Honduras estableció lazos diplomáticos con China luego de firmar un comunicado conjunto en Beijing. Lo que fue calificado como “la elección correcta” según el Ministerio de Relaciones Exteriores de China, para muchos sepultó a Taiwán, que ahora es solo reconocido por 13 Estados soberanos promoviendo su aislamiento en el sistema internacional.
Según Qin Gang, líder de la cartera de asuntos exteriores, el establecimiento de estos lazos demostró que adherirse a la política de “una sola China” está “ganando el corazón de la gente” y es “la tendencia general”. “Informamos con severidad a las autoridades de Taiwán que participar en actividades separatistas por la independencia de Taiwán va en contra de la voluntad y los intereses de la nación china y en contra de la tendencia de la historia, y está condenado a un callejón sin salida”, destaca el gigante asiático, mientras que Honduras declara en consonancia que su gobierno “reconoce una sola China en el mundo” y que Beijing “es el único gobierno legítimo que representa a toda China”.
El gobierno hondureño también destacó que “Taiwán es una parte inalienable del territorio chino y, a partir de hoy, el gobierno hondureño ha informado a Taiwán sobre la ruptura de relaciones diplomáticas, comprometiéndose a no tener ninguna relación o contacto oficial”. Cabe destacar que China reitera que la isla es parte de su territorio, por lo que suele rechazar a aquellos países que mantienen vínculos formales con Taiwán y suele amenazar con represalias contra quienes profundizan el contacto. Sin embargo, la batalla diplomática entre ambos países tiene sus orígenes desde la guerra civil en 1949, aunque los gobiernos contínuos del líder Xi Jinping han promovido aún más estas diferencias.
Asimismo, China ha sabido “ganarse el corazón” de diversos países, como es ahora el caso de Honduras, a través de invertir miles y millones de dólares en proyectos de infraestructura y capacidades, entre otros. Principalmente ocurre en Estados de América Latina y el continente africano, donde esa inversión se ha traducido en una promoción del poder de China y un apoyo inimaginable de los países destinatarios de las sumas de dinero chinas. En Honduras, por ejemplo, China habría invertido en la construcción de un proyecto de represa hidroeléctrica en el centro del país con alrededor de 300 millones en financiamiento.