¡Hola! ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Se nos va terminando la temporada de verano y arrancan los compromisos del calendario “a partir de marzo”. Arrancamos el año con el Escenario N.º 1 dando un chapuzón en el cronograma electoral en América Latina y el Caribe. Si se te pasó en tu bandeja de entrada o correo no deseado, podes leerlo acá

Sobrevuela en la motivación de este escrito un interrogante, medio trillado, pero nunca quemado, que surgió en un podcast mitad existencialista mitad político mientras viajaba en transporte público en una tarde post horario laboral que aludía a lo siguiente: 

De esta manera, abordamos la 2º entrega de “12 Escenarios”, en la cual nos dirigiremos a una nación para nada lejana de América Latina y el Caribe, que tiene gran parte del control del amperímetro de lo que sucede en la comunidad internacional. ¿Una pista? Hace algunas semanas insertó, entre otras cosas, en la agenda pública global a los OVNIS. Sí, me refiero a los Estados Unidos de América

Antes de avanzar, quiero destacar que para esta ocasión cuento con el valioso aporte de la Doctora Valeria Carbone, destacada especialista en estudios sobre Estados Unidos, que además se desempeña como Coordinadora académica y tutora de prácticas en el Instituto de Estudios en el Extranjero. También pueden leerla en Meanwhile in the U.S

Ahora sí, avancemos. De la grandísima cantidad de temas macro que atraviesa al país norteamericano, incluso la apasionante faceta que involucra a los objetos voladores no identificados (OVNI), en esta ocasión quiero centrarme en un momento histórico de crítica división sociopolítica y partidaria, un fenómeno con comportamientos bien variados a lo largo de la historia reciente del país. 

  1. Los Estados (des)Unidos de América

¿Fragmentación? ¿Polarización? ¿Crisis de identidad partidaria? ¿Crisis de representación? Si, pero hay matices. En este punto inicial, el aporte de la Doctora Carbone coincide con quien escribe en que hay interconexión entre estos fenómenos, pero hay que saberlos distinguir al momento de tomarlos como elementos para el análisis.

Eric Loepp (Universidad de Wisconsin) analiza la polarización política en el Congreso y entre el pueblo estadounidense.

Para dimensionar el momento histórico norteamericano, durante el año 2021 fue agregado a la lista (compuesta por una cuarta parte de la población mundial) de “democracias en retroceso” en un informe elaborado por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA). Síntoma de época que bien podría hablar de corrimiento a los extremos. Ahora bien, ¿aplica a ambas mayorías? Un hecho no se puede ignorar y es que Estados Unidos siempre ha estado dividido. 

Asimismo, parte de la consideración del país se desprende de los acontecimientos que sucedieron durante la administración del republicano Donald Trump. Tuvo mucho que ver el cuestionamiento de la legitimidad de los resultados de las elecciones de 2020 como un “punto de inflexión histórico” que tuvo su repercusión el 6 de enero en el Capitolio. Al respecto, la Doctora Carbone expresó que el ex mandatario operó como un “catalizador de todos los procesos de radicalización subyacentes”. Es decir, actuó más como una consecuencia de este proceso que lo supera en retórica, ideología y figuras. 

En ese sentido, es importante trazar una línea de evolución para comprender mejor estos fenómenos. Una línea de tiempo con fenómenos multicausales, con reconfiguraciones y problemáticas de actualidad de arraigo cultural en la política. Para ello, Valeria menciona como clave para el análisis el resurgimiento del Tea Party, que se encumbró en la política partidaria, pero no sin desentenderse que este proceso se remonta hacia la década de los ’80 apelando a los “traditional values”.

De ello surge que el énfasis de Joe Biden en su discurso de asunción en el 2020 en “…Apelar unidad a la y la reconciliación en un país dividido.”. Año, como ya sabemos, en el que el mundo entero se vio afectado por la pandemia del Covid-19. El énfasis procuró dejar sentado que las divisiones en la clase política han permeado furentemente a la sociedad estadounidenses directo la criticidad de las profundas divisiones al momento de definir el debate público en el país. Divisiones que se alinean, en gran parte, con un pensamiento ideológico cada vez más entroncado al partidismo que en el pasado.

Lo que no se puede ignorar es, como percibe acertadamente Valeria, es que “el sistema político y de representación estadounidense está en crisis”.

Al respecto, se puede decir que las adhesiones a los partidos mayoritarios, (Partido Republicano y Partido Demócrata) se bifurcaron en dos patrones: Por un lado, cada vez expresan mayores sentimientos de positividad a sus copartidarios y, o casualidad, por el otro, atribuyen la negatividad o antipatía al partido opuesto. No es una afirmación estrictamente propia, sino que está fundamentada en un estudio del Pew Research Center (PEW) que se hizo por primera vez en 2016 y, desde entonces a la fecha, refleja una tendencia creciente en términos de las diferencias que no se reducen a la política en sí misma, sino también a ciertos aspectos de la vida cotidiana.

Más cerrados de mente, inmoralidad y deshonestidad son, entre otros, los aspectos que se desprenden de este estudio en el que se constata una adversidad despreciativa. Para darnos una idea, en 2016, el 47% de los republicanos y el 35% de los demócratas dijeron que los miembros del otro partido eran más inmorales que otros estadounidenses. Ya en el 2019, esa cifra aumentó a 55% y 47%, respectivamente. Y en el 2022, las mayorías en ambos partidos (72% de los republicanos, 63% de los demócratas) ven a los miembros del partido opositor como más inmorales.

Mientras que, para florear a los copartidarios se utilizan rasgos positivos como la apertura de mente, el mayor trabajo y la apertura de mente. Y la tendencia sigue la misma línea de crecimiento con respecto al primer estudio del Pew en 2016. ¿Podría ser que el partidismo como eje del pensamiento ideológico esté in crescendo? Pocas dudas habría al respecto. Lo cual también podría darnos otro indicio: saluden al centro que se va…

Para constatar lo afirmado, quiero traer otro estudio del Pew Research estudiando la consistencia ideológica de hace algunos años. Lo que arroja este estudio es que entre 1994 y 2014 el número de estadounidenses en los extremos se duplicó, mientras que el centró se redujo en una cuarta parte.  Cada cual, para su esquina, emulando un combate de boxeo. Rojos a la derecha, Azules para la izquierda, en principio.

Ahora bien, Valeria tiene un punto muy interesante con respecto a los posicionamientos que quiero destacar y se relaciona más bien con la crisis de representación. Según su perspectiva, afirma no ver dos partidos en los polos o una sociedad posicionada en los extremos, si bien un sistema que se autodefine como “bipartidario” puede conducir a ello. Continúa “Lo que podemos apreciar es que hay un partido (el republicano) cooptado por una minoría radicalizada.” 

Sigue su reflexión mencionando que esta minoría “viene haciendo un trabajo muy calculado desde hace mucho tiempo, capitalizando tensiones inherentes del sistema político y la sociedad norteamericana, que está arrastrando al partido desde lo que era un conservadurismo de derecha hacia el neofascismo. Ello produjo un corrimiento progresivo e inexorable del centro de la discusión política a la derecha. Es decir, la discusión de los moderados incluso se posiciona en el espectro del conservadurismo.”

Por otra parte, en el seno de los representantes electos como la ciudadanía misma, la evolución del posicionamiento ideológico relativo de Republicanos y Demócratas reducido al Congreso tendió a diferir cada vez más desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, dejando un vacío en la moderación, que en el pasado estaba equilibrada por los independientes. Esa diferencia se evidenció en la economía, la justicia racial, el cambio climático, la aplicación de la ley, el compromiso internacional, entre otros temas.

Ojo, esto no significa que la identificación de la sociedad como independiente se haya desvanecido. Más bien lo contrario. Según este estudio de Gallup publicado en enero del 2023 que gentilmente me acercó Valeria, la proporción de estadounidenses identificados como independientes se ha mantenido alrededor del 40% o más, excepto en 2016 y 2020. Parte de este resultado puede ser, analizó Gallup, en la generación X y la generación del milenio que continúa identificándose como independientes.

Ahora bien, pero más allá de este fenómeno desequilibrante, que podríamos hacer extensivo, cuanto menos, a otras latitudes latinoamericanas como Argentina o Brasil, ha repercutido en un elemento novedoso pero reiterativo en términos gubernamentales: la disfuncionalidad. Un ejemplo de ello, podría ser la última elección del presidente de la Cámara de los Representantes, que tomó ni más ni menos que 15 rondas de votaciones, para que terminara siendo elegido el republicano Kevin McCarthy. Decisión que, visiblemente podría dar indicios de la utilización de maniobras de obstruccionismo.

¿Otro ejemplo? En el 2021, la Cámara de Representantes y el Senado aprobaron el proyecto de ley de gastos provisional, (asegura el financiamiento del gobierno federal hasta el 18 de febrero) para evitar el cierre del Gobierno Federal. Cierre que sí ocurrió durante el gobierno de Trump entre el 22 de diciembre de 2018 y el 25 de enero de 2019. Un auténtico “shutdown”.

Al respecto, retomo una distinción entre los partidos mayoritarios desarrollada sintéticamente por Valeria que es clave. Dice: “Si bien los demócrata de la Cámara de Representantes están divididos entre sectores moderados o conservadores y “progresistas” o izquierdistas (una definición por demás amplia) con muchos matices y diferencias entre ellos, han presentado un frente unificado en la mayoría de los debates del ciclo legislativo 2021-2023”

Para los republicanos esto no es lo mismo y aquí el punto de inflexión. Describe Valeria la existencia de republicanos moderados (más liberales en relación a cuestiones sociales), republicanos conservadores, republicanos ultraconservadores, republicanos Trumpistas y hasta republicanos anti-Trump. Con lo cual, esta mención, cuanto menos, complejiza la pugna entre las fuerzas a la hora de negociar e imponer agenda al propio partido. Con lo cual, con este pantallazo que mucho dejó fuera de lo mencionado, coincido con Valeria que Estados Unidos vive un momento histórico donde parte de sus procesos sociohistóricos y políticos se están profundizando, sumado a otros puntuales de actualidad que resultan verdaderamente problemático.

¿En qué redundará para los próximos años? De mínima, Complejidad. Le resultará desafiante legislar y gobernar a la administración Biden durante su segunda mitad de mandato. Como si fuera poco, traigo a colación una no menor hecha por Valeria, que refiere a que el partido demócrata está atravesando su propia crisis (cualquier semejanza con nuestro gobierno es pura casualidad, o no). Concluye de la siguiente manera: Todo este escenario nos muestra que la política norteamericana está atravesando un proceso de crisis y transición en el que está en juego no solo la dinámica política, sino la legitimidad de un sistema de representación, pero, sobre todo, de gobernabilidad. Y el peligro es que, si esto se profundiza, se consolide la idea – de hecho, ya instalada entre y por políticos estadounidenses de renombre – de que la política de acuerdos y consensos, e incluso el sistema democrático, ya no funciona y que la alternativa son opciones más antidemocráticas y dictatoriales.

Hasta la próxima. Que estén bien.

¡Ah! Antes de cerrar la pestaña

La semana pasada se cumplió un año de la guerra en Ucrania y en función de eso hicimos nuestro primer cross de equipos editoriales. Entre Zona Militar y Escenario Mundial desarrollamos algunas aristas del conflicto, cruzando cuestiones militares con cuestiones de dinámica internacional. Nos salio este primer trabajo que compartimos con ustedes al link que figura al pie. No va a ser el primero, sino que apuntamos a trabajar mas en conjunto con algunos objetivos muy ambiciosos para 2023 y 2024. Ojalá tengamos buena respuesta de nuestra(s) audiencia(s). Como dato: estos trabajos conjuntos también son una excusa para reunir la decena de personas de los equipos y disfrutar de unas cervezas mientras hacemos nuestra planificación. Detrás de las formalidades que se ven en las páginas, hay gente que también se divierte. Al grano: abajo esta el hilo para descargar el primer dossier conjunto entre ZM y EM.

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