Este lunes se aprobó, por medio del Decreto N.º 457/2021, la actualización de la “Directiva de Política de Defensa Nacional (DPDN)”.  Dicha disposición sienta las bases y los lineamientos del Sistema de Defensa Nacional del país. Además, ya el año pasado el Poder Ejecutivo publicó el Decreto N.º 571/2020, que cumplió en derogar las disposiciones del PEN N.º 683/2018 y N.º 703/2018, aprobados durante la presidencia de Mauricio Macri.

En ese marco, la directiva del Gobierno de Alberto Fernández adquiere vigor a partir de la previa identificación del escenario global y regional. En este sentido, en el cuerpo de la normativa se hace hincapié en el carácter articulado y complementado de la política de defensa nacional con la política exterior.

Además, añade la consideración sobre el tránsito desde una configuración del orden internacional signado por la bipolaridad, en referencia a Estados Unidos y la URSS. Si bien podría pensarse en la prevalencia de la nación norteamericana, en la actualidad nos encontramos en presencia de un ordenamiento de carácter más difuso y multipolar.

Para lo cual, teniendo en cuenta la evolución y dinámica del sistema internacional, la Directiva de Política de Defensa Nacional establece tres grandes aristas sobre los cuales se centra la apreciación estratégica. A pesar de estar interconectados, el documento le imparte un carácter analítico distinguible, sobre lo que se ahondará a continuación.

Tablero estratégico-militar

En primera instancia, la disolución de la URSS no solo dejo a los Estados Unidos como única superpotencia, sino que mantiene resabios sobre el reordenamiento de los actores con poder. En este sentido, ha prevalecido la configuración de lo que se conoce como “Guerra contra el Terrorismo“, para la cual se ha incrementado de manera progresiva el presupuesto.

Al respecto, la nación norteamericana acentuó una brecha de monto invertido, lo que le permitió, a su vez, consolidar su predominio militar y tecnológico. Cada nación que destina presupuesto en los rubros de instrumento bélico o proyectos de investigación, hoy se encuentra por detrás del país presidido por Joe Biden.

En una coyuntura marcada por los avances y perfeccionamientos de las capacidades, se vuelve inevitable que el escenario global ingrese a la reconfiguración de los paradigmas hasta ahora en regla. Al mismo tiempo, demanda que las naciones se deban introducir en nuevas estrategias tanto en lo profesional como en lo técnico.

Empero, de momento los conflictos en el escenario internacional se vieron permeados por la centralidad de los documentos estratégicos de máximo nivel de las principales potencias del mundo. Este giro en la visión de las naciones tuvo ya su puesta en práctica a través del “Trident Juncture”, que sucedió en 2018, y del cese de las unidades claves de la “Guerra contra el Terrorismo” llevadas adelante por los Estados Unidos.

Por otro lado, en el escenario internacional se destaca el auge de China como potencia, en donde su presupuesto militar no quedó exento de la inversión en alza. Gracias al constante crecimiento económico y su interés en fortalecer sus recursos y capacidades, en los últimos años redujo la brecha que mantienen a los Estados Unidos en el nivel más alto de presupuesto destinado. Ello devino en la firmeza de la posición en el “Mar del Sur de China“, en donde se sitúa el ingreso al Estrecho de Malaca, siendo un factor clave en el comercio marítimo mundial.

Otra nación que se ha reinventado es la Federación Rusa. En el año 2018 realizó el “Vostok-18”, un ejercicio de despliegue militar que cumple en disuadir al resto de las potencias y refuerza la percepción de que un enfrentamiento directo puede tener lugar.

En cuanto a lo que se vincula con los organismos internacionales, se observa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) una menor actividad y toma de decisiones de injerencia, mientras que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se mostró en los últimos años con mayor iniciativa de intervenciones militares directas. En adición, es importante resaltar que los mecanismos regionales y bilaterales de cooperación han construido interés hacia el área de defensa. Esta iniciativa, que en América del Sur se reflejó en el Consejo de Defensa Sudamericano (CDS), adquirieron potencialidad de resultar en proyectos beneficiosos en el corto y mediano plazo.

Tablero económico-comercial

El primer factor a tener en consideración desde el documento publicado en el Boletín Oficial se vincula con “estar en un escenario multipolar”. Una particularidad de esta realidad se produce a raíz de que el Eje Atlántico (Estados Unidos y la Unión Europea), desde hace unos años, se viene desplazando hacia el Eje de la Cuenca Pacífico. En esta última yacen los centros económicos y poblacionales asiáticos.

En este sentido, esta área geográfica alberga la mitad de los principales fondos financieros, al tiempo que se encuentran también diez de las veinte economías de más rápido crecimiento del planeta. Otro aspecto a tener en cuenta para pensar la creciente influencia se refiere a los flujos comerciales marítimos, en donde el continente asiático posee tres cuartas partes de los puertos que mayor cantidad de contenedores circula en el mundo.

Lo que interesa en cuanto al plano de la defensa tiene que ver con la relevancia en la agenda de la seguridad internacional. Ello incluye: “el mayor peso geopolítico de estos espacios geográficos a raíz de su crecimiento económico-comercial, así como la consecuente disponibilidad de recursos para invertir en el área de defensa; el modo cada vez más pugnaz con el que se definen y defienden los intereses nacionales y la creciente preocupación de las potencias extra regionales por mantener posiciones de arbitraje en los asuntos de la región.”

Lo mencionado devino en que la proyección internacional de las naciones asiáticas haya adquirido centralidad para nuestra visión del escenario global. Al mismo tiempo, el impacto de la redistribución del poder global en el campo económico-comercial hoy se dirige hacia la consolidación estructural de proyectos como la “Nueva Ruta de La Seda”.

Para la perspectiva de la Argentina, las implicancias del tenor de las rutas comerciales y recursos estratégicos debería ser un tema central en la agenda de política exterior. Ello se produce producto de que los términos y condiciones de los proyectos pueden afectar nuestros espacios y recursos potencialmente provechosos. La nueva DPDN nombra los siguientes tópicos como fuentes de tensiones entre estados: la demanda mundial de agua dulce, petróleo, gas, litio, minerales y alimentos, entre otros bienes escasos.

Tablero transnacional

Esta dimensión, que poco se asemeja a las dos previas, se configura como difícil de prever. Al respecto, conlleva particular grado de dispersión del poder, a la vez que involucra una multiplicidad de actores, por lo que adopta una diversidad de dinámicas en juego.

Entre sus tópicos centrales en materia de defensa se encuentra el abordaje del ciberespacio. En los últimos años, este ámbito viró su tradición, insertándose en una realidad acondicionada por nuevos paradigmas y replanteos en los sistemas de defensa. Ello implicó el desembolso de las naciones para aprovisionarse de recursos y capacidades de respuesta.

Por lo que, lejos de poder aprehenderse bajo los preceptos de las relaciones interestatales, esta dimensión atraviesa a todos los espacios tradicionales (tierra, mar, aire y espacio). En ello tienen lugar no solo las actividades que se producen en el mundo físico, sino las que ocurren mediante los sistemas informáticos y las redes de comunicación.

A esta dimensión se le añade un campo que merece atención, que se vincula a con la respuesta al cambio climático global, que no puede prescindir de un esfuerzo cooperativo global ni de iniciativas como lo son las “nuevas tecnologías verdes” y la transición energética.

Por último, se menciona la pandemia del Covid-19 como factor excepcional que ha tenido a los gobiernos de todo el mundo en una posición de contener los flujos de personas y mercancías. Ante lo cual, ello tuvo como resultado la capitalización del rol de las Fuerzas Armadas frente a la emergencia sanitaria, en términos de planificación de la logística y de puesta en marcha de protocolos.

Por lo que, la DPDN ratifica: “El principal reto en un contexto de fragmentación, fluctuación e inestabilidad es encontrar un balance provechoso entre la cooperación mutuamente beneficiosa con los actores globales que controlan el acceso a recursos y la capacidad de definir y proteger autónomamente los intereses del país. Es en este último terreno donde la política de defensa nacional adquiere un rol preponderante.”

Te puede interesar: Argentina sostuvo su voto para la asignación de Derechos Especiales de Giro del FMI

2 COMENTARIOS

  1. Es interesante la Nota. Pero creo que la proyección de la política exterior deberia enfocarse más en posibles hipótesis de conflictos donde la Argentina pueda ser actor directo o indirecto, aprovechar la brecha del tiempo para hacer énfasis en la protección de los recursos y contar con una dinámica de capacidades amplias y conjuntas con ponderacion de las FFAA, ergo por otro lado se pierden capacidades de defensa de la ZEE, con una proyección lenta de recuperación y sumado al mismo las limitaciones de radarizacion del espacia aéreo, asi como las fronteras blandas en el NORTE ARGENTINO.

Dejá tu comentario