El presidente Javier Milei afirmó que Argentina inició conversaciones directas con el Reino Unido para levantar o flexibilizar el veto que limita el acceso a equipamiento militar desde la guerra de las Islas Malvinas. La declaración fue divulgada a través de una entrevista del mandatario al medio The Telegraph y retomada por la prensa local, en un momento en que la agenda de defensa vuelve a cruzarse con la disputa de soberanía y el esquema de presencia militar británica en el Atlántico Sur.

Según lo publicado, Milei también confirmó que viajará al Reino Unido el próximo año, lo que marcaría la primera visita de un presidente argentino a Londres desde 1998. El presidente enmarcó su enfoque en una lógica de acercamiento gradual, sin abandonar —según su propio planteo— el reclamo argentino sobre Malvinas.
Qué dijo Milei y qué respondió Londres
De acuerdo con lo reportado por la prensa, Milei sostuvo que las conversaciones para modificar el esquema de restricciones “están en marcha”, y ante la consulta sobre si existían contactos para cambiar la prohibición, respondió afirmativamente. En paralelo, fuentes citadas en el Reino Unido remarcaron que la soberanía de las islas “no es negociable” y negaron que existan “conversaciones específicas” sobre una flexibilización.
En esa misma línea, el gobierno británico reiteró su postura de control sobre exportaciones de defensa hacia Argentina. El punto central es la política que impide aprobar ventas —o componentes— si se considera que mejoran la capacidad militar argentina, criterio que en la práctica funciona como un veto amplio sobre compras occidentales con insumos de origen británico.

El alcance del veto no se limita a plataformas completas: también afecta cadenas de repuestos, subsistemas y electrónica con origen británico que pueden aparecer integrados en material de terceros países. Por eso, en términos operativos, cualquier flexibilización impactaría sobre la planificación de modernización, la disponibilidad logística y los tiempos de incorporación de capacidades.
Al mismo tiempo, el tema es políticamente sensible porque se vincula con la ecuación de disuasión en el Atlántico Sur. Cualquier cambio en los criterios de exportación es leído, por definición, dentro del marco Malvinas: no solo como un asunto comercial o técnico, sino como una decisión con implicancias estratégicas.
El telón de fondo en Malvinas: presencia y ejercicios
El anuncio sobre el diálogo por el veto se conoce mientras el Reino Unido sigue visibilizando su capacidad de operar en el Atlántico Sur con medios conjuntos. En diciembre, las fuerzas británicas informaron la ejecución de Southern Sovereignty, una operación coordinada con eje en el patrullero HMS Forth, con un destacamento del Royal Irish Regiment embarcado y apoyo de aeronaves Typhoon y un A400M operando desde Mount Pleasant.

En términos de señal estratégica, ese tipo de actividades refuerzan la idea de continuidad operativa: presencia naval, componente aéreo y rotación de infantería, todo bajo un mismo comando regional. En ese marco, el eventual debate sobre el veto aparece inevitablemente atado a la discusión más amplia sobre militarización, control del espacio marítimo circundante y proyección logística en el área.
La confirmación de un viaje de Milei al Reino Unido en 2026 agrega un componente diplomático de alto perfil a una conversación que hasta ahora venía asociada a carriles técnicos y administrativos. Si efectivamente se concreta, el movimiento podría abrir una agenda bilateral más amplia, pero también aumentar la atención sobre los límites reales de cualquier entendimiento cuando Malvinas sigue siendo el punto estructural de fricción.
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