A medida que 2025 entra en su tramo final, el debate sobre las garantías de seguridad para Ucrania dejó de ser un concepto abstracto y pasó a convertirse en el eje duro de cualquier salida negociada a la guerra, donde Rusia, aunque Occidente no lo prefiera, también decide. En las últimas semanas, Washington, Kiev y varios socios europeos trabajaron sobre borradores y “documentos marco” vinculados a garantías, reconstrucción y mecanismos para evitar una nueva invasión, en paralelo a contactos separados entre Estados Unidos y Rusia.

Según Reuters, el propio Volodímir Zelenski afirmó que tras reuniones en Miami ya existen borradores listos, aunque con temas sustantivos aún sin cerrar —territorio, restricciones militares y el alcance real de las garantías—. Pero en los círculos de defensa se afirma que, sin una garantía estadounidense creíble, Europa no alcanza. La idea se apoya tanto en capacidades como en logística.
El Reino Unido y Francia intentaron organizar una arquitectura europea más robusta presentada en marzo como un formato político-militar flexible para sostener a Ucrania y, eventualmente, respaldar un escenario de alto el fuego. Sin embargo, aun con voluntad política, un despliegue multinacional europeo relevante depende de transporte estratégico, inteligencia, defensa aérea, mando y control, reabastecimiento y coordinación que siguen orbitando alrededor de Estados Unidos.
Rusia también decide
Para expertos en negociaciones, en la guerra de Ucrania aún se habla de garantías “robustas”, pero el centro gravitacional sigue siendo Washington. Incluso si Washington lograra una garantía más sólida —idealmente ratificada por el Congreso—, el punto estratégico incómodo sigue siendo otro: Rusia interpreta, prueba y tensiona cualquier arquitectura que no le resulte funcional.

En términos militares, la disuasión no se define sólo por lo que se firma, sino por lo que el adversario cree que ocurrirá si rompe el acuerdo. Y en las conversaciones actuales, el Kremlin insiste en que los temas centrales (territorio, arreglos de seguridad, presencia extranjera) están lejos de resolverse, aun cuando continúe el formato técnico de negociación. Esto explica por qué varios analistas sostienen que, aun con garantías occidentales, la “durabilidad” del esquema termina dependiendo de la lectura de Putin de que, si percibe fisuras políticas en Washington, falta de coordinación transatlántica o una disuasión incompleta, puede elegir reabrir la crisis en el momento que considere oportuno.
Te puede interesar: La infraestructura energética como arma – Rusia y Ucrania escalan el conflicto en pleno invierno












