La propuesta de un “domo dorado” que proteja a Estados Unidos de misiles nucleares es una de las insignias de la segunda administración de Donald Trump, pero difícilmente podría ser una solución real en el corto plazo para blindar a la potencia norteamericana, advierten científicos. Materializar las promesas de esta iniciativa, similar a la que Israel tiene en su territorio, podría llevar no menos de quince años y cientos de miles de millones de dólares.

El costo de la construcción del sistema, que el presidente espera poder probar en 2028, último año proyectado para su mandato, fue estimado por Trump en U$D 175 mil millones. Sin embargo, como informan desde el servicio de investigación del Congreso de los Estados Unidos, la oficina de presupuesto de este organismo estimó el costo de un sistema de intercepción de misiles asentado en la atmósfera en U$D 500 mil millones. “Históricamente”, recuerdan, “los sistemas de defensa de misiles han excedido los presupuestos iniciados, así como las líneas de tiempo” para su despliegue.
A pesar de las advertencias técnicas, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos -creada por Trump en su primer mandato- adjudicó esta semana la primera media docena de contratos para la configuración de prototipos en defensa de misiles, lo que abre la puerta a una carrera entre fabricantes del sector armamentístico por contratos por miles de millones de dólares para construir este extenso sistema. Los contratos fueron ganados por distintas compañías que incluyen Northrop Grumman, True Anomaly, Lockheed Martin y Anduril, informaron fuentes con conocimiento de la materia a Reuters.
La dificultad de construir el “domo dorado” que ambiciona Donald Trump
Las dificultades físicas de montar el “domo dorado” y la ambición real del presidente de Estados Unidos por avanzar en esta política llevaron a distintas voces del espectro científico a alzar la voz contra la propuesta. Entre ellas estuvo Laura Grego, astrofísica y directora general de Investigación en el Programa de Seguridad Global en la Unión de Científicos Preocupados, una ONG formada por profesionales del MIT en 1969.

“Un sistema orbital sería complejo, costoso y finalmente vulnerable para contraatacar”, aseguró Grego, quien calificó a la resolución de Trump como “fantasía”, a la vez que reforzó el concepto de que “las defensas antimisiles no son útiles para la estrategia a largo plazo y defender a los Estados Unidos de armas nucleares”.
Coincide con su visión un reporte de la Sociedad Americana de Físicos, que este año analizó sistemas ya existentes como el Sistema de Defensa de Medio Curso basado en Tierra (GMD), el único sistema existente destinado a contrarrestar los misiles balísticos intercontinentales norcoreanos, y el sistema de defensa contra misiles balísticos Aegis (BMD), partes importantes de la estrategia anti-misiles ya existente de Estados Unidos.
“Luego de analizar cuidadosamente la tecnología y el registro de pruebas del sistema GMD, el reporte concluye que su falta de confianza y vulnerabilidad a contramedidas limitan seriamente sus efectos”, analiza el reporte. “Debido a la dificultad de corregir estas deficiencias de una manera rápida o de una forma rentable, el reporte concluye que dentro de una ventana estimada de 15 años, no puede esperarse que el GMD provea una defensa robusta o confiable contra algo más que un ataque simple efectuado por un pequeño número de misiles relativamente poco sofisticados”.
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