- Qatar denunció el bombardeo israelí en Beit Jinn, con al menos 13 civiles muertos, como una “violación flagrante” de la soberanía siria.
- Doha exigió acción inmediata de la comunidad internacional para frenar las operaciones de Israel, proteger a los civiles y juzgar a los responsables.
- El ataque se inscribe en una campaña más amplia: Israel lleva más de 1.000 bombardeos y 400 incursiones en el sur de Siria desde 2024. Te lo contamos en Escenario Mundial
Qatar elevó el tono diplomático tras el último bombardeo de Israel en Siria contra la localidad de Beit Jinn, en la campiña de Damasco, y lo calificó como una “violación flagrante de la soberanía siria y del derecho internacional”. El ataque dejó al menos 13 muertos –incluidas mujeres y niños– y 24 heridos, lo que llevó a Qatar a exigir una respuesta de la comunidad internacional inmediata.

En un comunicado difundido en X, el Ministerio de Relaciones Exteriores qatarí advirtió que esta escalada “profundiza las tensiones y socava los esfuerzos para alcanzar la seguridad y la estabilidad en la región”. Su mensaje insistió en tres ejes: alto al fuego, protección de civiles y rendición de cuentas. Doha pidió que se tomen “medidas inmediatas” para detener las violaciones israelíes, garantizar la protección de la población y “llevar ante la justicia a los responsables” conforme al derecho internacional humanitario. Al mismo tiempo, el gobierno qatarí ratificó su “plena solidaridad” con el Estado sirio y su población, expresando apoyo a todas las iniciativas orientadas a “poner fin a los ataques y preservar la seguridad, la estabilidad y la integridad territorial de Siria”.
Desde las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que seis soldados resultaron heridos durante la operación –tres de ellos de gravedad– y justificaron el ataque alegando que habían detenido a miembros de “la Jamaa Islamiya” que “operaban en la zona de Beit Jinn, en el sur de Siria, y avanzaban planes de ataque contra civiles israelíes”. Sin embargo, más allá de la narrativa sobre “objetivos terroristas”, los datos oficiales sirios subrayan que el costo humano inmediato recayó nuevamente sobre la población local.
Expansión en el Golán y cuestionamiento del statu quo
El reciente ataque en Beit Jinn se suma a una campaña sostenida por parte de Israel sobre el sur de Siria, considerando que, solo en noviembre, las FDI realizaron 47 incursiones en esa región, según cifras oficiales citadas en medios locales. Desde diciembre de 2024, Israel habría efectuado más de 1.000 bombardeos aéreos y más de 400 incursiones transfronterizas en provincias del sur sirio.

La argumentación israelí suele girar en torno a la neutralización de infraestructuras vinculadas a milicias hostiles y a la presencia de actores alineados con Irán, pero para Damasco –y ahora, explícitamente, para Doha– ese accionar implica una violación sistemática de la soberanía y de los acuerdos de seguridad vigentes. El contexto territorial agrava la percepción regional de los hechos, ya que tras la caída del régimen de Bashar al-Assad a fines de 2024, Israel expandió su ocupación de los Altos del Golán.
La consolidación de esa presencia y la intensidad de los ataques aéreos y operaciones especiales en el sur de Siria alimentan la preocupación sobre un cambio de facto en las reglas del juego. Para Qatar, ese cuadro alimenta un riesgo de desbordes mayores, erosiona las perspectivas de una solución política y normaliza el uso de la fuerza fuera de los marcos autorizados por el derecho internacional. Ahora, con su mensaje, Doha se posiciona como uno de los primeros actores árabes en reaccionar específicamente a este episodio, apuntando tanto al caso de Beit Jinn como al patrón de acciones que, en la visión qatarí, está debilitando los principios básicos de soberanía y no injerencia.
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