La decisión del Departamento del Tesoro de comprar pesos argentinos marca un hito en la política monetaria estadounidense y un gesto de apoyo sin precedentes al gobierno de Javier Milei. Según datos de Bloomberg, se trata de la cuarta intervención cambiaria directa de Estados Unidos desde 1971 —y la primera de este siglo centrada en una moneda latinoamericana.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó que la operación se enmarca en un acuerdo de swap por USD 20.000 millones con el Banco Central de la República Argentina (BCRA). La medida busca inyectar liquidez, reforzar la confianza en los mercados y contener la volatilidad cambiaria que afecta al peso argentino en un contexto de aguda restricción externa.

Un respaldo político y financiero con mensaje geopolítico
Bessent subrayó que el Tesoro “actuará con rapidez” para sostener a aliados “que abrazan el libre comercio y la inversión estadounidense”, destacando el liderazgo de Milei y del ministro de Economía, Luis Caputo. En términos diplomáticos, el gesto representa la señal más explícita de alineamiento entre Buenos Aires y Washington desde el inicio de la administración Trump II, reforzando la narrativa de una alianza estratégica hemisférica frente al avance de China y Rusia en la región.
El gráfico difundido por Bloomberg resume el carácter excepcional de la medida:
- 1998 – Compra de yenes
- 2000 – Compra de euros
- 2011 – Venta de yenes
- 2025 – Compra de pesos argentinos
La inclusión de la moneda argentina en esta lista resalta la magnitud de la intervención y la apuesta de Washington por el éxito del plan de estabilización argentino, considerado clave para evitar un nuevo ciclo de crisis regional.
Un rescate financiero con implicancias estructurales
El apoyo de EE. UU. no se limita al frente cambiario. El comunicado oficial anticipa instrumentos de inversión y cooperación con el sector privado estadounidense, inversiones que podrían sostener una generación neta de divisas en el mediano plazo.
Sin embargo, analistas advierten que el éxito de la operación dependerá de la disciplina fiscal y la capacidad del BCRA para sostener un tipo de cambio competitivo, además de la coordinación con el Fondo Monetario Internacional, actor central en el programa económico argentino.
La operación refuerza así un triple objetivo: estabilizar los mercados, apuntalar la gobernabilidad económica y posicionar a Argentina como ancla regional de la política económica hemisférica de Trump.
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