El futuro de Venezuela parece incierto mientras Nicolás Maduro impone el estado de conmoción y Estados Unidos reúne una flota con más de 6500 efectivos frente a sus costas. Ahora María Corina Machado, una de las referentes opositoras más importantes del país sudamericano, afirma que la sociedad está lista para un cambio de gobierno.
La líder política, que fue impedida de participar en las últimas elecciones presidenciales, afirma que el despliegue de buques de guerra estadounidenses en el sur del Caribe impulsó a miles de venezolanos a sumarse a un movimiento clandestino, con el fin de intentar derrocar al régimen de Nicolás Maduro.

Su afirmación llega mientras altos dirigentes de la oposición admiten haber mantenido contactos con funcionarios de la administración Trump para discutir posibles planes, entre los que se barajaría una intervención militar directa. En este sentido, Machado sostiene que el cambio de régimen debe ser obra del pueblo venezolano y no una responsabilidad directa de Estados Unidos.
Sin embargo, Machado también fue clara al afirmar que Maduro debe dejar el poder, y pidió a Estados Unidos que desclasifique toda la información que tiene sobre el líder chavista, al que la justicia de ese país considera un líder narco: “Yo creo que hay que sacar a luz toda la información que claramente compromete a Maduro para que entienda que esto no tiene vuelta atrás y que su única acción ahorita, si quiere hacerlo de manera pacífica y negociada, es aceptar los términos, porque el tiempo se le acaba”.
Estados Unidos evalúa una intervención militar directa en Venezuela
Enmarcar al líder chavista como jefe de un cartel de drogas le permite a Estados Unidos proyectar ataques con este justificativo, según autorizó Donald Trump en una orden aún secreta que fue firmada en julio. Este nuevo enfoque fue lo que llevó al Pentágono a aumentar su flota de embarcaciones y submarinos en el Caribe, hasta acumular más de 6500 efectivos cerca de las costas venezolanas.

Desde entonces, la tensión entre los dos países no deja de aumentar. Estados Unidos destruyó dos embarcaciones, supuestamente vinculadas al narcotráfico, en las proximidades de Venezuela. Aunque se reportó la muerte de al menos 17 personas de esa nacionalidad, sus identidades no fueron reveladas. En respuesta, el régimen de Caracas envió aviones a sobrevolar la flota norteamericana y rearmó su milicia de voluntarios, sumando, según la propaganda chavista, más de ocho millones de efectivos.
Esta semana, un reporte del New York Times aseveró que distintos funcionarios cercanos a Donald Trump están empujando una operación militar para lograr la caída de Maduro.
Los esfuerzos estarían encabezados por el secretario de Estado, Marco Rubio, un ferviente crítico del chavismo quien en repetidas ocasiones señaló a Maduro como un “fugitivo de la justicia estadounidense” y el jefe de “una organización terrorista y del crimen organizado que se ha apoderado de un país”. Según la fuente periodística, el aumento en el nivel de hostilidades cuenta con el apoyo del director de la CIA, John Ratcliffe, y el asesor de Seguridad Nacional Stephen Miller.

Sin embargo, las acciones a futuro podrían pasar a ser ataques en suelo venezolano contra sitios y personas que Estados Unidos considere vinculadas al narcotráfico. Esta sería la opción que Donald Trump tiene en su mesa y, por el momento, elige no utilizar.
En tanto, el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Tommy Pigott, señaló la voluntad de llevar a Maduro a Estados Unidos vivo para juzgarlo; “Maduro no es el dirigente legítimo de Venezuela; es un prófugo de la justicia estadounidense que socava la seguridad regional y envenena a los estadounidenses, y queremos que comparezca ante la justicia”.
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