El reciente ataque de Israel contra “integrantes de Hamás” en Qatar ha encendido las alarmas en la región de Medio Oriente, principalmente en los aliados de Estados Unidos. Muchos de los Estados del Golfo Pérsico han comenzado a replantearse el alcance real de la “protección” que Washington dice ofrecer, así como también a explorar nuevas estrategias para prevenir ataques futuros.
Hasta ahora, los ataques que más preocupación habían generado en la región provenían de actores como Irán o grupos como los hutíes de Yemen, declarados enemigos tanto por Estados Unidos como por sus propios socios árabes. Sin embargo, el accionar israelí contra Doha, uno de los aliados más estrechos de la Casa Blanca en Medio Oriente, marcó un punto de inflexión.
Para diversos analistas internacionales, la decisión de Netanyahu cruzó una línea que muchos consideraban “inviolable”, y dejó en evidencia que Estados Unidos no está dispuesto (o no puede) contener a Israel. Incluso si esas acciones desde Tel Aviv pueden afectar a sus propios aliados.
Una ofensiva que sacude la confianza regional
El ataque perpetrado por Israel en Qatar fue dirigido contra el equipo negociador de Hamás, reunido en Doha para estudiar la última propuesta de alto el fuego presentada por Estados Unidos. El hecho dejó múltiples heridos y fallecidos, así como también un amplio rechazo de la comunidad internacional, que observa en las ofensivas israelíes una falta de coherencia discursiva y un creciente ímpetu por continuar su guerra contra Hamás.
Contraria es la postura del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien confirmó que el ejército israelí llevó a cabo “un ataque selectivo contra la cúpula de la organización terrorista Hamás”. “Los miembros de la cúpula que fueron atacados dirigieron las actividades de la organización terrorista durante años, y son responsables directos de llevar a cabo la masacre del 7 de octubre y de librar la guerra contra el Estado de Israel”, declaraba un comunicado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en referencia a los atentados dirigidos por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023.

Lo sucedido en Doha no sólo generó indignación diplomática, sino también una creciente sensación de vulnerabilidad en la región. La “soltura” con la que Israel realizó el ataque (que no tuvo más que “condenas diplomáticas” internacionales) hizo pensar a los Estados árabes que cualquiera puede ser un blanco fácil.
La percepción general entre los países árabes es que el ataque no tuvo resistencia por parte de Estados Unidos. La lógica es sencilla: si Qatar, sede de la mayor base militar estadounidense en Medio Oriente y centro operativo del Mando Central estadounidense, puede ser atacado, ¿qué queda para el resto de los Estados?
Relaciones fracturadas: dudas sobre el respaldo de Estados Unidos
El estrecho vínculo entre Washington y Tel Aviv convierte el reciente ataque en Qatar en un episodio “cualitativamente distinto” a los anteriores, según Hasan Alhasan, investigador principal de Política de Oriente Medio en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Para el experto, este hecho refuerza una percepción ya extendida en la región de que Estados Unidos es un socio cada vez menos confiable en materia de seguridad.
Varios países de Medio Oriente creen que Washington ha evitado aplicar sanciones o medidas contundentes que frenen las ofensivas de Israel en los distintos frentes regionales. Además, no todos coinciden con la postura de Netanyahu de que Qatar se convierta en un blanco por el simple hecho de albergar a líderes de Hamás.

La erosión de la confianza en Estados Unidos como garante de seguridad no es nueva. Durante años, gobiernos de la región han manifestado estas inquietudes. Pero esa misma desconfianza comenzó a profundizarse durante el mandato de Trump, que ha focalizado su atención en el Indo Pacífico Asia y ha reducido su dependencia energética del petróleo y gas de Medio Oriente, restando prioridad a la región.
Según Ibrahim al-Assil, los países del Golfo probablemente exigirán ahora garantías de seguridad más explícitas por parte de Estados Unidos, al tiempo que buscarán fortalecer la cooperación regional, incluyendo el intercambio de inteligencia. Alhasan advierte que la creencia de tener una “relación privilegiada” con Trump ha quedado atrás con este suceso, dejando a los Estados del Golfo sin una alternativa clara para garantizar su defensa.
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