Los vehículos aéreos no tripulados, o mejor conocidos como drones, se han convertido en una tecnología crucial para los conflictos armados de la actualidad, siendo protagonistas en la guerra entre Rusia y Ucrania. En este contexto, Moscú ha desarrollado una estrategia de amplio alcance para impulsar, aún más, el desarrollo y la producción de drones en el país.

El objetivo del Kremlin es claro: convertirse en un líder mundial en el campo de los drones. Por ello, la estrategia rusa implica grandes cantidades de financiación federal y estatal, así como también la creación de nuevas empresas para magnificar sus objetivos.
Una tecnología necesaria, pero con límites difusos
Tanto para Ucrania como para Rusia, la importancia de estas tecnologías en el campo de batalla se hizo notar rápidamente. Si bien los inicios del conflicto evidenciaban tácticas convencionales, como el uso de trincheras, hoy -a tres años del inicio de la guerra- los drones ocupan un rol central, y hasta innegociable.
Sin embargo, la propia naturaleza de estas capacidades ha generado múltiples cuestionamientos a nivel internacional, principalmente por la difusa línea entre su uso civil y militar. Los drones efectivamente pueden utilizarse para vigilar largos oleoductos o transportar cabezas nucleares.

Los especialistas creen que estas tecnologías de doble uso son una parte central de la estrategia del gobierno ruso, impulsada por la apariencia civil de los drones. “Los drones que se están desarrollando se destinan supuestamente a la agricultura, la vigilancia de infraestructuras y los servicios de reparto”, confirmaron desde Defense News.
Y es que para Rusia no hay límites, sino oportunidades. Incluso muchas instituciones educativas en el país han introducido planes de estudios en torno al desarrollo, la construcción y el funcionamiento de drones.
La estrategia de Rusia
La economía armamentística de Moscú posee una gran participación estatal, aunque para los expertos la estrategia de los drones ha sido única por el énfasis que pone en apoyar a las empresas pequeñas o de nueva creación de todo el país. Tal y como señaló TASS a mediados de marzo, esto se debe en gran parte a la aplicación de medidas gubernamentales de apoyo al segmento de las Pyme.

Puntualmente, de las casi 900 empresas dedicadas a la fabricación de drones, el 70% son pequeñas o medianas empresas, y emplean en conjunto a más de 7.000 personas. Pero las grandes corporativas también tienen una participación activa en la industria de los drones; se observa que actores como United Aircraft Corporation, creada en 2006 por el Presidente Vladimir Putin para consolidar los principales activos rusos en diseño y producción aeronáutica, comienzan a crear divisiones especializadas en sistemas no tripulados para “no quedarse atrás”.
Pero no es posible negar que Rusia no ha invertido, o invierte, grandes sumas de dinero en el sector. Números recientes confirman que Moscú destinó 243.000 millones de rublos (3.000 millones de dólares) a la fabricación de drones entre 2022 y 2025. Otros 112.000 millones de rublos (1.380 millones de dólares) están asignados en el próximo presupuesto trienal. “Todo ello además del gasto militar, que representa por sí solo casi un tercio de la financiación gubernamental”, destacó el medio Defense News.
Dispersión geográfica como táctica nacional
Putin anunció el aumento de las cifras en 2024, afirmando que buscaba que Rusia se convierta en uno de los líderes tecnológicos mundiales en sistemas de aviones no tripulados para 2030. Los expertos consideran que los impulsos desde el Kremlin están teniendo buenos resultados, ya que el país produjo 2,5 veces más drones en 2024 que en 2023, y desde entonces, la producción de drones de largo alcance ha vuelto a quintuplicarse en menos de un año.
Pero el las tácticas más interesantes de esta estrategia recae en la amplia difusión geográfica, ya que asigna millones de rublos a centros regionales en todo el país para la investigación y producción de tecnologías de drones. Este principio organizativo, conocido como “profundidad estratégica”, sostiene que, al dispersar las instalaciones, resulta más difícil que un solo ataque enemigo acabe con una determinada capacidad (más aún,sabiendo que estos emplazamientos militares han sido blanco de ataques ucranianos).

Se estima que 11 centros parecen estar especializados en un nicho específico de la producción de drones. Otras plantas en Moscú y San Petersburgo se centran en investigación y desarrollo avanzado y trabajos de alta tecnología. Técnicamente, el centro especializado de Tatarstán, en el centro de Rusia, sería la mayor fábrica de drones del mundo.
A ello debe sumarse otra realidad, que es que varios de los socios internacionales de Rusia han sido fuertemente sancionados, como Irán o Corea del Norte. Por ello, es crucial para Moscú “independizarse” todo lo posible en este tipo de tecnologías de defensa clave, en pos de no depender de mercados fuera de su territorio o que puedan frenar su economía armamentística.
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