Pese al reciente alto el fuego entre Israel e Irán mediado por el presidente estadounidense Donald Trump, el FBI continúa en máxima alerta ante posibles represalias en suelo estadounidense. Las autoridades de seguridad nacional no han identificado amenazas creíbles hasta el momento, pero advierten sobre el riesgo latente de ataques solitarios o ciberataques por parte de actores afiliados a Teherán. Como parte de una reorientación estratégica, la agencia ha comenzado a reasignar recursos desde operativos migratorios hacia la prevención del terrorismo.
El FBI se enfoca en amenazas internas tras la tregua con Irán
Aunque el alto el fuego entre Israel e Irán redujo la tensión inmediata en Medio Oriente, el FBI mantiene una postura de vigilancia activa en territorio estadounidense. Como medida preventiva, altos mandos han comenzado a reubicar agentes que estaban participando en operaciones migratorias, con el objetivo de enfocarse en amenazas potenciales relacionadas con Irán. Si bien no se ha detectado una amenaza específica, las autoridades consideran que el historial del régimen iraní justifica una estrategia de anticipación.

La decisión fue confirmada por fuentes federales y por el propio director del FBI, Kash Patel, quien enfatizó ante autoridades locales que la prioridad actual es “proteger el territorio nacional y nuestras comunidades”. El reajuste de recursos internos busca fortalecer la capacidad de respuesta ante ataques cibernéticos o eventuales acciones de actores individuales motivados por el conflicto. Desde el asesinato de Qasem Soleimani en 2020, Irán ha demostrado capacidad para responder mediante métodos no convencionales, incluyendo hackeos y vigilancia clandestina.
Ataques híbridos, la otra cara del conflicto con Irán
Expertos y exfuncionarios del FBI advierten que uno de los focos clave debe ser el monitoreo de individuos con vínculos pasados con Irán, incluso en investigaciones ya cerradas. El exsubdirector del FBI, Andrew McCabe, señaló que es fundamental “revitalizar el flujo de inteligencia” y activar redes de informantes, dada la posibilidad de reactivación de amenazas latentes. Las agencias de inteligencia consideran que el contexto actual podría inspirar actos aislados o ataques dirigidos contra figuras públicas o infraestructuras sensibles.

En paralelo, las agencias de ciberseguridad estadounidenses están revisando los antecedentes de ataques digitales iraníes contra empresas y entidades gubernamentales. Estos antecedentes sirven como modelo para prever posibles acciones futuras de represalia. Casos anteriores demuestran que Irán no solo utiliza ciberataques como instrumento de propaganda o sabotaje, sino también como parte de operaciones encubiertas más amplias. La seguridad nacional enfrenta así un desafío que va más allá del plano militar: un frente híbrido donde lo digital se convierte en arma.
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