La propuesta de conformar una fuerza multinacional disuasiva en Ucrania, impulsada por el Reino Unido y Francia, enfrenta serias limitaciones operativas.

El plan, concebido en el marco de una posible “coalición de la voluntad”, busca reforzar la seguridad ucraniana tras un eventual acuerdo de paz con Rusia, donde la fuerza estaría destinada a custodiar puntos estratégicos por tierra, mar y aire, colaborar en la reconstrucción militar y actuar como un factor de disuasión duradera frente a Moscú.
El objetivo de 64.000 soldados, cada vez más inalcanzable
Durante conversaciones recientes lideradas por el jefe del Estado Mayor británico, Tony Radakin, se consultó a los aliados europeos sobre la viabilidad de conformar un contingente de 64.000 efectivos.

Pese a ello, fuentes citadas por The Times indicaron que muchos ministros de defensa europeos admitieron en privado que no sería posible movilizar ni siquiera 25.000 efectivos, atribuyendo la dificultad a la falta de personal militar disponible y restricciones presupuestaria, además, un funcionario citado calificó directamente la meta de 64.000 como “inviable” sin un involucramiento militar significativo por parte de Estados Unidos.
Escasa voluntad política y rechazo al despliegue directo
Mientras más de 30 países habrían mostrado interés en participar de la iniciativa, solo seis habrían manifestado disposición concreta para enviar tropas.

Desde los países bálticos también llegaron señales de preocupación, donde Estonia y Finlandia alertaron sobre problemas logísticos, falta de rotación de tropas y vulnerabilidad de sus propias fronteras, aunque la ministra de Defensa de Lituania, Dovile Sakaliene, fue especialmente crítica: “Si no podemos reunir ni siquiera 64.000 efectivos, no parece debilidad, es debilidad”.
Revisión estratégica del despliegue británico-francés
Ante la falta de consenso, el diseño original del plan está siendo reformulado. En lugar de desplegar tropas en zonas sensibles como ciudades, puertos o centrales nucleares, Reino Unido y Francia ahora evalúan limitar su presencia a instructores militares en el oeste de Ucrania, lejos del frente de batalla.

A pesar de los esfuerzos del primer ministro británico Keir Starmer por convencer a Washington de asumir un papel más decisivo, la respuesta hasta ahora ha sido cauta, pero, sin el respaldo directo estadounidense, advirtió Starmer, el poder disuasorio de la coalición podría resultar insostenible a largo plazo.
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