Las Fuerzas Armadas (FF.AA) del Reino Unido enfrentan una situación crítica que promueven un estado de debilidad creciente, frente a la falta de financiación, reclutamiento y capacidades de defensa. Así lo consideran también el Secretario de Defensa, John Healey, y su predecesor, Ben Wallace. Este escenario, de por sí delicado, se vio agravado por la ayuda constante desde el Reino Unido hacia Ucrania en su guerra contra Rusia, y por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, llevando a los miembros de la OTAN a reestructurar sus presupuestos de Defensa.
No obstante, estos no son los únicos motivos que explican la endeble situación de las FF.AA británicas. Las cifras demuestran que la actualidad es producto de años sin respuestas firmes y contundentes al sector.

Por ejemplo, se prevé que el Ejército descienda por debajo de los 70.000 efectivos este 2025, siendo el más pequeño desde 1793. En total, las fuerzas regulares británicas suman 136.000 efectivos, cifra inferior a las 192.000 del 2010. Puntualmente, el número está compuesto por 74.000 soldados en el Ejército de Tierra, 32.000 en la Royal Navy y los Royal Marines, y 30.000 en la RAF.
En términos de capacidades, el número de unidades terrestres como los tanques desciende a 200, aunque se estima que sólo la mitad son útiles. Los aviones de combate enfrentan un destino similar, puntualmente por el retiro de los 49 Eurofighter Typhoons. En consonancia, existen pocos pilotos entrenados y demasiados almirantes (a tal punto que superan sus buques de guerra), mientras que los dos portaaviones diseñados para 36 aviones de combate nunca han podido transportar más de ocho aeronaves debido a la escasez de las mismas. Situación similar ocurre con las defensas antimisiles, considerando la falta de equipamiento moderno frente a nuevas amenazas, como drones y vehículos aéreos no tripulados diversos.
Pero ¿cuáles son los motivos que llevaron a esta realidad?
Si bien la situación de las FF.AA. es crítica, su realidad no se condice con el presupuesto asignado. El Reino Unido es el sexto país con mayor presupuesto de defensa del mundo, y según el Global Firepower Index es el sexto ejército más poderoso a nivel global. El país también cuenta con armamento sofisticado y una tecnológica industria de defensa, aunque la debilidad por parte del sector político es más fuerte.
Técnicamente, los motivos pueden agruparse en tres. Por un lado, el gasto en defensa en términos reales cayó un 22% entre 2009/10 y 2016/17, antes de volver a subir, según The Week. El objetivo de minimizar las FF.AA para evitar el gasto en exceso llevó a la falta de recursos cruciales, motivados principalmente en la desviación de las inversiones hacia otras áreas. “En 1956, Gran Bretaña gastaba algo menos del 8% de su PIB en defensa. En 1980, era del 4,1%; pero desde 2000, la proporción se ha mantenido en torno al 2%”, según el informe de The Week.

Otro motivo recae en el reclutamiento, considerado un factor clave en esta situación. En los últimos cinco años, tanto el Ejército como la Armada incumplieron sus objetivos de reclutamiento. Según Healey, “la moral del servicio ha caído a mínimos históricos”, justificado en la falta de vivienda como un problema crucial.
Por último, también se encuentran debilidades en las adquisiciones de defensa. El Partido Laborista en 2022 informó que el Ministerio de Defensa gastó 13.000 millones de libras entre 2010 y 2021, incluyendo gastos “excesivos” paralelos. Entre ellos, se encuentran los 1.000 millones para cuatro submarinos clase Astute y 4.000 millones en contratos cancelados.
Asimismo, se notificó que en 2022/23 más de un tercio de los contratos de la cartera, por un valor de 13.000 millones de libras, se adjudicaron sin concurso. A eso se suma que las adquisiciones tienen un desafío crucial, y es que gran parte del equipo tiene que ser producido en el Reino Unido por razones de seguridad nacional. Este factor promueve demoras en los programas, que terminan siendo vulnerables a los cambios de gobierno o circunstancias financieras diversas.
Pese a todo, el actual gobierno de Keir Starmer se mantiene optimista. En febrero, el mandatario anunció que el gasto en defensa pasaría del 2,3% del PBI al 2,5% en 2027 para enfrentar este “reto generacional” que acarrea el sector. Gran parte del aumento se destinará a hacer frente a la escasez de municiones, equipos y falta de reclutamiento. No obstante, otros sectores del gobierno consideran que el dinero seguirá siendo insuficiente.
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