En medio de las crecientes tensiones con China, Filipinas y Estados Unidos han dado inicio a nuevos ejercicios militares conjuntos, denominados “Balikatan”. Durante tres semanas, desde el 21 de abril hasta el 9 de mayo, ambos países practicarán en un escenario de guerra cerca del Mar de China Meridional.
Se trata de la 40° edición de Balikatan, maniobras denominadas así por su significado “hombro con hombro”. Se estima la participación de 14.000 soldados, tanto de Filipinas y Estados Unidos como otros países (entre ellos, Reino Unido, Francia, Canadá y Japón). Otros Estados serán observadores del ejercicio, que para Filipinas significa un claro compromiso con la paz y la seguridad de la región.

De las cuestiones centrales de este ejercicio se remarca la práctica de las tropas en un “escenario de batalla a gran escala”. Para muchos, el escenario principal está centrado en disuadir a China en el Indo-Pacífico. Si bien los ejercicios tendrán lugar en múltiples partes del país asiático, gran parte de ellos se realizarán cerca de Taiwán y en la provincia occidental de Palawan, próxima al Mar de China Meridional.
Entre otras maniobras, se espera la realización de ejercicios integrados de defensa aérea y antimisiles. En palabras del General de Brigada Michael Logico, del ejército filipino, los ejercicios simularán escenarios de defensa realistas, ya que pretenden “tener en cuenta todos los retos de seguridad regional” a los que el país se enfrenta actualmente.
De manera similar, el Teniente General del Cuerpo de Marines de EE.UU., James Glynn, declaró que la fuerza combinada del país “posee un grado de letalidad para una fuerza que posee una ética y un espíritu guerreros indomables. Todo ello dedicado a un único propósito, garantizar la defensa de Filipinas y mantener un Indo-Pacífico libre y abierto”.
Entre la tensión interna y regional
La apertura de los ejercicios sucedió en el marco de crecientes tensiones, tanto a nivel interno como externo. Paralelamente a la ceremonia de inicio, ocurría una protesta en Quezon City para exigir la retirada de las tropas extranjeras de Filipinas. Los manifestantes quemaban banderas simuladas de Estados Unidos y enarbolaron pancartas pidiendo la salida de las tropas y el freno a la militarización.

Junto a esta situación, China fue uno de los países externos que manifestó oposición a las maniobras conjuntas, igual que anteriormente. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Guo Jiakun, declaró que Pekín se oponía firmemente a que cualquier país utilizara Taiwán como excusa para reforzar el despliegue militar regional y “provocar tensiones y enfrentamientos”. “Se aconseja a las partes implicadas que no provoquen en la cuestión de Taiwán, y los que jueguen con fuego se quemarán”, subrayó.
Efectivamente, las tensiones entre Manila y Pekín en el Mar de China Meridional existen desde hace tiempo, aunque los últimos años se han intensificado y escalado. El pasado domingo, por ejemplo, la armada de China declaró que una fragata filipina se había “entrometido ilegalmente” en las aguas de Scarborough Shoal, “violando gravemente” la soberanía y las leyes chinas. Esto llevó a que la fuerza expulsara al buque y solicitara a su contraparte “poner fin inmediatamente a la infracción y provocación”.
A este contexto de incertidumbre y relaciones tensionadas se suma el reciente despliegue de Estados Unidos de su sistema de misiles antibuque NMESIS en las islas Batanes, al norte de Filipinas. El objetivo es reforzar la capacidad defensiva de Filipinas y mejorar la interoperabilidad entre las fuerzas armadas de ambos países, a lo que China también protestó.
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