China critica el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe mientras crece la presión sobre Venezuela, en un contexto donde Washington mantiene portaaviones, destructores y aeronaves avanzadas en la región. El señalamiento se produce tras nuevas operaciones estadounidenses contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico y declaraciones del presidente Donald Trump sobre el posible envío de tropas.

El incremento de fuerzas estadounidenses incluye el desplazamiento del grupo de ataque liderado por el portaaviones USS Gerald R. Ford, junto con ocho buques de superficie, un submarino nuclear y aviones F-35, según información difundida por el Pentágono. La Casa Blanca sostiene que la campaña tiene como objetivo atacar embarcaciones que considera parte de redes de tráfico ilícito, principalmente frente a la costa de Venezuela. Grupos de derechos humanos han cuestionado la legalidad de estas operaciones, mientras gobiernos latinoamericanos expresaron preocupación por el impacto en la estabilidad regional. La caracterización del despliegue como parte de una “guerra contra los carteles” generó debate sobre el alcance de las facultades militares en acciones extraterritoriales.
La crítica china se formalizó a través de un comentario publicado por PLA Daily, el periódico oficial del Ejército Popular de Liberación. El artículo sostiene que Washington estaría utilizando el refuerzo militar para ejercer presión política sobre Caracas y para asegurar rutas marítimas consideradas estratégicas en América Latina. Según el análisis citado por el diario, el despliegue también busca condicionar a gobiernos de la región en materia comercial y económica, en un momento en que Estados Unidos y China mantienen competencia por influencia en mercados latinoamericanos.

El portal remarca que las operaciones estadounidenses representan un ejemplo de “diplomacia de cañoneras”, un concepto utilizado históricamente para describir el empleo de poder naval como herramienta de presión política. El texto elaborado por investigadores del Instituto Chino de Relaciones Internacionales Contemporáneas, un organismo vinculado al Ministerio de Seguridad del Estado chino, señala que la presencia del Gerald R. Ford transmite un mensaje de control sobre el Caribe y sobre los principales corredores marítimos que conectan a la región con el Atlántico. La afirmación se enmarca en una lectura general de Beijing que interpreta el accionar estadounidense como un esfuerzo por reafirmar autoridad en el hemisferio occidental.
La situación se desarrolla mientras Venezuela enfrenta acusaciones de fraude electoral y denuncias internacionales sobre la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. Estados Unidos mantiene sanciones económicas y no reconoce el actual mandato presidencial, además de haber designado recientemente al Cartel de los Soles como organización terrorista extranjera. La inclusión de funcionarios venezolanos en esa clasificación añade un componente jurídico que amplía el margen operativo de Washington en materia de sanciones y acciones coercitivas.
Las tensiones se intensificaron con la declaración de Trump, quien afirmó no descartar el envío de tropas estadounidenses, aunque también manifestó disposición a dialogar con Maduro. Este doble enfoque —disuasión militar combinada con señales diplomáticas— se repite en la política estadounidense hacia Venezuela desde 2019. La respuesta de Caracas ha sido constante: el gobierno venezolano sostiene que el refuerzo militar busca generar condiciones para un cambio de poder por la fuerza y que las operaciones navales representan una violación a su soberanía.

China ha reiterado su postura crítica en múltiples ocasiones. En agosto, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, señaló que la intervención en América Latina contraviene la Carta de las Naciones Unidas y vulnera la no injerencia en asuntos internos. Para Beijing, los movimientos militares estadounidenses en el Caribe pueden desestabilizar un entorno regional que considera relevante para su proyección económica. Venezuela, por su parte, indicó que China se mantiene en solidaridad con su posición y respalda los esfuerzos del país por preservar la estabilidad interna.
La dimensión energética también forma parte del trasfondo del análisis. Venezuela posee alrededor del 18 % de las reservas probadas de petróleo del mundo, según datos de la OPEP. La relevancia de ese recurso refuerza la percepción de que los movimientos militares de Washington están vinculados a la protección de intereses estratégicos asociados al mercado energético. Las autoridades venezolanas han afirmado en reiteradas ocasiones que la presión militar externa busca incidir en el control de esos recursos, aunque Estados Unidos insiste en justificar la campaña por motivos de seguridad y lucha contra el crimen organizado.
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Y el despliegue de China frente a Taiwan está bien?