El esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania alimenta su industria armamentística, un sector que sin embargo pasó a reclutar mujeres en el extranjero a partir de la falta de mano de obra local.
Se trata de un sector que emplea aproximadamente 4 millones de trabajadores, pero que sigue necesitando ampliar sus recursos humanos para apuntalar la producción de armamento, especialmente drones. Su producción se concentra en la Zona Económica Especial (ZEE) “Alabuga”, en la llamada República del Tartaristán.

El medio británico The Conversation señaló que muchas de estas instalaciones trabajan las 24 horas del día: se han implementado turnos obligatorios de 12 horas y semanas laborales de seis días de trabajo y uno de descanso. Por otro lado, también se reporta que otros sectores de la industria de defensa, como Uralvagonzavod, están utilizando a reclusos de prisiones locales para cubrir la falta de personal.
Aunque parte del problema que enfrenta Rusia puede estar vinculado con la baja en la tasa de natalidad que achica su población activa entre 20 y 30 años, también hay otras cuestiones. En particular, en el caso de las mujeres rusas, no pueden participar de manera generalizada en la industria de Defensa por la normativa laboral introducida en la década de 1970, que las excluye de muchos puestos en el área como el trabajo con productos químicos peligrosos o metales pesados.
Aunque Rusia ha recurrido a aliados como Corea del Norte para cubrir parte de su escasez militar y de mano de obra, también desarrolló lo que sus críticos denominan como un programa para captar mujeres jóvenes de países en desarrollo del Hemisferio Sur y emplearlas en sus fábricas de drones.

El programa de Rusia para contratar mujeres de países en desarrollo para producir drones
Se trata de un programa denominado “Start” que, según la inteligencia ucraniana, utiliza la mencionada zona económica especial “Alabuga” en Tartaristán como centro. Se estima que en 2024, participantes de 44 países tomaron parte de la iniciativa, entre ellos Mozambique, Colombia, Mali y Sri Lanka.
Actualmente, Rusia está ampliando activamente el reclutamiento para la producción de drones, pretendiendo expandirlo a 77 países. En Alabuga se estarían construyendo viviendas para 41.000 personas, lo que indica planes a gran escala para la producción de drones. Al parecer, más del 90% de los participantes en el programa Start ya trabajan en el sector.

Debido a este escenario, el Servicio de Inteligencia Exterior de Ucrania confirmó que la Interpol ya lleva adelante una investigación en Botsuana contra Alabuga Start por sospecha de trata de personas. Específicamente, porque según denunciaron estas mujeres son “obligadas a ensamblar drones por menos dinero y en condiciones inhumanas”.
Según esta fuente, el programa apunta a mujeres de países de bajos recursos, a las cuales se les ofrece un salario alto y perspectivas de carrera, pero no se les informa que se trata de un trabajo en la producción de drones de combate que se utilizan contra Ucrania. De esta manera, Moscú busca sortear la mencionada escasez de mano de obra debido a la movilización de tropas, el declive demográfico y las restricciones laborales de su propia legislación.
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