El paradero del uranio enriquecido de Irán permanece envuelto en misterio tras los recientes ataques de EE.UU. e Israel contra sus instalaciones nucleares, y el reciente alto al fuego. Aunque los bombardeos afectaron severamente las plantas de Fordow, Natanz e Ispahán, las agencias de inteligencia no logran confirmar si Teherán trasladó parte de sus 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, material cercano al grado militar. La incertidumbre alimenta el temor de que Irán conserve capacidad suficiente para reactivar su programa nuclear en secreto.
Irán reorganiza su programa tras los bombardeos
Los bombardeos lanzados por EE.UU. e Israel contra instalaciones nucleares de Irán tuvieron como objetivo reducir la capacidad de Teherán para desarrollar un arma atómica. Aunque lograron destruir parte de las infraestructuras de enriquecimiento, no hay evidencia concluyente de que el ataque haya desmantelado el programa. En el caso de la planta subterránea de Fordow, el bombardeo no penetró las secciones más profundas, mientras que Natanz sigue parcialmente operativa. En este contexto, la pregunta que persiste es, ¿dónde está el uranio enriquecido?

Funcionarios estadounidenses reconocen que Irán podría haber anticipado el ataque y movido parte de sus reservas de uranio al 60% a otras ubicaciones. Las imágenes satelitales no muestran desplazamientos evidentes, pero el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no tiene acceso completo a las instalaciones iraníes desde hace meses. Sin inspecciones efectivas, el temor es que Teherán conserve reservas suficientes para volver a enriquecer uranio hasta nivel armamentístico en un corto plazo.
Washington, atrapado entre la presión y la incertidumbre
La incertidumbre sobre el destino del uranio ha complicado aún más el panorama para EE.UU. y sus aliados. Funcionarios estadounidenses admiten que, a pesar del golpe simbólico, la falta de pruebas sobre el paradero del material clave reduce el impacto disuasorio de la operación. Además, temen que Irán utilice esta ambigüedad a su favor, manteniendo a la comunidad internacional en vilo mientras decide cuándo y cómo avanzar.

Mientras tanto, Teherán ha evitado confirmar o negar la reubicación del uranio enriquecido, manteniendo su estrategia de ambigüedad calculada. Analistas señalan que esta postura le permite mantener capacidad de negociación en futuras conversaciones nucleares, sin abandonar por completo su presión estratégica. Para Washington, el desafío radica en cómo responder a un programa nuclear que no desapareció, sino que simplemente se volvió más difícil de rastrear.
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