La Armada de los Estados Unidos ha puesto en marcha un nuevo despliegue estratégico con la partida del grupo de ataque del portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford (CVN-78) hacia el área de responsabilidad del Comando Europeo de EE. UU. (EUCOM). El buque insignia zarpó este 24 de junio desde la Estación Naval de Norfolk, en Virginia, junto a una poderosa escolta compuesta por destructores, escuadrones aéreos y unidades de apoyo logístico, consolidando una presencia reforzada en Europa en un momento de crecientes tensiones geopolíticas con Rusia.
La operación se enmarca en una estrategia de disuasión y proyección de poder en colaboración con los aliados europeos, en medio de un escenario marcado por la guerra en Ucrania, la militarización rusa del Ártico y los renovados ejercicios navales rusos en el Báltico y el Ártico. Según confirmó el Comandante del Grupo de Ataque de Portaaviones 12, contraalmirante Paul Lanzilotta, el despliegue apunta a fortalecer la seguridad nacional, la prosperidad económica y la defensa colectiva: “Nuestra fuerza está lista para ejecutar operaciones sostenidas y multidominio en el mar, donde sea y cuando sea que se nos requiera”.

Composición del grupo de ataque
El despliegue incluye al propio USS Gerald R. Ford, el portaaviones más moderno y tecnológicamente avanzado del mundo, junto a los nueve escuadrones del Ala Aérea Embarcada 8 (CVW-8), con cazas F/A-18, aviones de guerra electrónica EA-18G, aeronaves de alerta temprana y helicópteros navales. También integran el grupo destructores clase Arleigh Burke pertenecientes al Escuadrón de Destructores 2 (DESRON 2), como el USS Mitscher (DDG 57), USS Mahan (DDG 72), USS Bainbridge (DDG 96) y USS Forrest Sherman (DDG 98), además del USS Winston S. Churchill (DDG 81), con base en Mayport.
El Capitán Dave Skarosi, comandante del Ford, subrayó el esfuerzo previo al despliegue y el compromiso del personal: “Estoy orgulloso del trabajo de nuestra tripulación. Esta nave y su gente están preparadas para enfrentar cualquier desafío con fuerza y determinación, mostrando al mundo la capacidad letal de la clase Ford”.
Regreso al Mediterráneo y antecedentes operativos
El Ford ya había operado previamente en el Mediterráneo durante 2023 y 2024. Su despliegue anterior se extendió por 204 días, y estuvo directamente involucrado en la disuasión frente a la guerra ruso-ucraniana, así como en la respuesta a la escalada bélica en Medio Oriente, tras el conflicto entre Israel y Hamás. Durante ese período, los buques que lo escoltaban se dirigieron al Mar Rojo, interceptando misiles y drones lanzados por rebeldes hutíes desde Yemen, en una muestra de capacidad de defensa integrada.
El regreso a Europa, en este nuevo despliegue, se produce en un contexto internacional tenso. Mientras la atención global sigue puesta en Medio Oriente, con dos portaaviones estadounidenses —USS Nimitz (CVN-68) y USS Carl Vinson (CVN-70)— operando en el Golfo Pérsico y el Mar Arábigo, la administración Biden refuerza su compromiso con la OTAN y la disuasión frente a Rusia, sobre todo ante el despliegue de nuevas armas hipersónicas y submarinos rusos en el Atlántico Norte.

Presencia global: cuatro portaaviones en operación
Actualmente, Estados Unidos tiene cuatro portaaviones operativos en el exterior. Además del Ford en Europa y del Nimitz y Vinson en Medio Oriente, se suma el USS George Washington (CVN-73), que acaba de retornar a Yokosuka, Japón, su base de despliegue adelantado en el Indo-Pacífico. Ese portaaviones había participado recientemente en ejercicios conjuntos con socios regionales en el marco de la Séptima Flota, en respuesta a la creciente presión militar de China en el Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán.
Tal como expuso Zona Militar, el despliegue del USS Gerald R. Ford hacia el teatro europeo consolida una postura proactiva de la Marina estadounidense en múltiples frentes. Aunque la misión específica permanece en reserva, las declaraciones oficiales indican que Europa es solo el primer paso del itinerario. Las capacidades del grupo de ataque —desde la aviación embarcada hasta la defensa antimisiles— permiten una rápida adaptación a amenazas dinámicas, reforzando el compromiso estadounidense con la estabilidad global.
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