El Estrecho de Ormuz, ubicado entre Irán y Omán, concentra alrededor del 20% del tránsito mundial de petróleo y es considerado uno de los principales puntos críticos del comercio global. Tras los recientes bombardeos de EE.UU. a instalaciones nucleares iraníes, crecen las tensiones y se especula con que Irán podría bloquear esta vía estratégica como represalia. Sin embargo, especialistas advierten que esta medida no solo dispararía el precio del petróleo a niveles críticos, sino que también podría perjudicar gravemente a la propia economía iraní.
El posible bloqueo del Estrecho de Ormuz y sus implicancias geoeconómicas
Con solo 33 kilómetros de ancho y canales navegables de apenas 3 km por sentido, el Estrecho de Ormuz es considerado uno de los puntos más estratégicos del comercio mundial. Más de 20 millones de barriles de crudo transitan a diario por este corredor marítimo, que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo. Irán controla su margen norte, lo que le otorga un enorme poder de disuasión regional. Según la Agencia de Información Energética de EE.UU. (EIA), se trata de un “cuello de botella energético crítico”, por donde fluye la mayor parte del petróleo que va hacia China, India y otros mercados asiáticos.

Frente al reciente ataque de Washington a instalaciones nucleares iraníes, el Parlamento de Irán aprobó una moción para bloquear el Estrecho como medida de represalia, aunque la decisión final está en manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. No obstante, especialistas advierten que cerrar Ormuz sería un arma de doble filo: afectaría tanto al comercio internacional como a las propias exportaciones iraníes. Expertos coinciden en que una acción de este tipo podría desatar una respuesta militar inmediata por parte de EE.UU. y sus aliados, además de provocar un colapso económico regional.
El conflicto entre Irán e Israel continúa escalando y se extiende hasta el Golfo Pérsico
La creciente tensión militar entre Irán y EE.UU. alcanzó un nuevo punto crítico tras los ataques con misiles iraníes a bases estadounidenses en Qatar e Irak, en represalia por los recientes bombardeos de Washington contra instalaciones nucleares en territorio iraní. Aunque no se reportaron víctimas, la ofensiva fue calificada por Teherán como una “respuesta poderosa”, mientras que Qatar denunció una “agresión flagrante” y se reservó el derecho a responder.

Este nuevo episodio reaviva el temor a una confrontación más amplia en la región del Golfo, donde el Estrecho de Ormuz representa no solo un corredor energético vital, sino también un punto neurálgico de conflicto geopolítico. Analistas señalan que la inestabilidad en torno al Estrecho de Ormuz eleva el riesgo de una escalada de difícil contención. Mientras Irán insiste en que no busca la guerra pero “no dejará una invasión sin respuesta”, países como Irak y Baréin alertan sobre el peligro de que nuevos actores se involucren en el conflicto. En simultáneo, se registran congestiones navales y bloqueos temporales del espacio aéreo en varios Estados del Golfo.
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