El año 2024 marcó un punto de inflexión en el panorama global al consolidar el regreso de la guerra interestatal a gran escala, una forma de conflicto armado que parecía relegada a los libros de historia. Según el SIPRI Yearbook 2025, dos regiones concentran el mayor nivel de agresión militar transfronteriza: Europa, con la expansión de la invasión rusa a Ucrania, y Medio Oriente, donde el conflicto entre Israel y Hamás escaló hacia un enfrentamiento directo con Hezbolá e Irán. Estas guerras no solo han roto récords en número de víctimas y desplazados, sino que también han reconfigurado alianzas, aumentado el gasto militar y debilitado aún más los marcos internacionales de resolución pacífica de controversias.
El frente europeo revive los fantasmas de la guerra total entre naciones
En 2024, el conflicto entre Rusia y Ucrania entró en una fase más intensa y prolongada, dejando atrás la expectativa de una guerra limitada o congelada. Rusia amplió su ofensiva con nuevos ataques masivos sobre infraestructuras energéticas y transportes, especialmente en el este y sur de Ucrania. La respuesta ucraniana incluyó el uso extendido de armamento occidental y el desarrollo de drones de largo alcance capaces de penetrar territorio ruso. El frente europeo del conflicto, lejos de estabilizarse, se tornó más volátil, con niveles de destrucción y desplazamiento humano que se acercan a los registrados en guerras del siglo XX.

Uno de los desarrollos más alarmantes documentados por SIPRI fue la incursión de más de 10.000 tropas norcoreanas en apoyo a las fuerzas rusas. Esta acción sin precedentes reconfigura el conflicto como un escenario multilateral de alianzas no occidentales. La participación directa de Corea del Norte en una guerra en suelo europeo evidencia el colapso de ciertos tabúes geopolíticos y pone en tela de juicio la eficacia de los marcos de seguridad regional e internacional.
Medio Oriente vuelve a arder con guerras transfronterizas y escaladas estatales
La guerra entre Israel y Hamás, iniciada en octubre de 2023, no solo se intensificó en 2024, sino que se expandió en múltiples dimensiones. El frente de Gaza se transformó en una operación militar de asedio total, con un saldo devastador para la población civil, particularmente para los niños. Paralelamente, el conflicto se trasladó al norte: Hezbolá intensificó sus ataques desde el Líbano y provocó la apertura de un nuevo teatro de guerra, mientras Israel respondió con bombardeos masivos que afectaron tanto objetivos militares como zonas residenciales.

Pero el conflicto ya no se limita a las facciones armadas: Irán intervino de forma más directa con armamento, entrenamiento y coordinación táctica, generando una situación de confrontación abierta entre Estados. Los intercambios de fuego entre Israel e Irán en Siria e Irak, así como los ataques a barcos en el mar Rojo, demuestran que Medio Oriente ha ingresado en una nueva etapa de guerra convencional transfronteriza. El informe SIPRI señala que esta expansión regional rompe con los patrones de conflictos asimétricos de las últimas décadas y reactiva una lógica de guerra estatal clásica, con implicaciones globales.
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