La doctrina America First impulsada por Donald Trump está resquebrajando los pilares tradicionales de disuasión que sostenían la arquitectura de defensa en Asia-Pacífico. Con un enfoque que prioriza la contención interna y demanda mayor autonomía a los aliados, la administración Trump está, indirectamente, debilitando el compromiso estratégico estadounidense en la región. Este giro ha generado una creciente incertidumbre entre socios clave como Japón, Corea del Sur y Filipinas, que ahora se ven forzados a repensar sus estrategias de defensa ante un entorno cada vez más volátil.
El liderazgo militar de EE.UU. pierde tracción entre sus aliados del Pacífico
Durante más de treinta años, la seguridad regional en Asia-Pacífico funcionó en torno a un modelo de disuasión extendida liderado por Estados Unidos. Sin embargo, los recientes movimientos de la administración Trump, incluyendo la propuesta de retirar hasta 4.000 tropas estadounidenses de Corea del Sur hacia Guam, han encendido alarmas sobre un posible debilitamiento del compromiso defensivo de Washington. A esto se suma la revisión del pacto AUKUS, que prevé la construcción de submarinos nucleares en Australia con tecnología estadounidense, generando dudas sobre la continuidad de alianzas clave.

Mientras el Pentágono insiste en que el Indo-Pacífico sigue siendo su prioridad estratégica, muchos aliados perciben señales contradictorias. Las declaraciones recientes del secretario de Defensa, Pete Hegseth, en el Diálogo de Shangri-La, intentaron calmar los ánimos al advertir que cualquier agresión china sobre Taiwán tendría consecuencias devastadoras. No obstante, el viraje retórico y logístico de Trump ya está mostrando sus consecuencias. Tanto en Asia como en Europa, gobiernos aliados exploran formas de fortalecer su autonomía estratégica y reducir su dependencia de un socio que, bajo la bandera del America First, podría dejarlos aislados en el momento más crítico.
Del liderazgo global al aislamiento estratégico
Durante décadas, el liderazgo global de EE.UU. se sostuvo sobre una política exterior activa y basada en alianzas multilaterales. Sin embargo, la doctrina America First, que Donald Trump reinstaló con fuerza en su segundo mandato, plantea un cambio de paradigma: menos intervencionismo, más protección del interés nacional y mayor exigencia a los aliados para que costeen su propia seguridad. Esta orientación, oficializada por múltiples decretos y comunicados desde enero de 2025, propone replegar a las tropas, revisar los acuerdos de defensa, frenar la ayuda exterior y redirigir recursos hacia asuntos domésticos.

El efecto de esta doctrina en Asia es doble. Por un lado, erosiona la confianza de países como Japón, Corea del Sur y Filipinas, que durante décadas basaron su estrategia de defensa en el respaldo militar estadounidense. Por otro lado, provoca una reconfiguración de alianzas regionales y la exploración de pactos minilaterales. Aunque Trump mantiene un tono firme hacia Pekín, sus acciones revelan una voluntad de desentenderse de compromisos tradicionales, lo que deja a los socios asiáticos expuestos y forzados a redefinir sus propias prioridades estratégicas.
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