Durante el último tiempo, el escenario internacional se ha visto caracterizado por un ascenso en el rearme global, impulsado principalmente por el aumento de las tensiones geopolíticas y un deterioro de la seguridad. Este fenómeno ha producido que las principales potencias realicen una reevaluación de sus políticas de defensa, destinando importantes cantidades de recursos para contrarrestar las amenazas, alcanzando cifras récord de 2.460 mil millones de dólares en 2025.
Escenario global
El año 2024 cerró con un alarmante cifra récord de conflictos armados registrados, convirtiéndose en la cifra más alta jamás documentada. En gran medida por la escalada de hostilidades en Oriente Medio, el Norte de África y Europa del Este, marcando un nuevo panorama donde la guerra se posiciona como la principal amenaza global.
El gasto de defensa europeo aumentó un 11,7 % en términos reales, alcanzando los 457.000 millones de dólares. La guerra entre Rusia y Ucrania se consolidó como el principal motor de este incremento, marcando niveles de inversión militar que no se veían desde la Guerra Fría. Frente a este escenario en la cumbre extraordinaria de la Unión Europea del 6 de marzo de 2025, los países miembros se comprometieron a “acelerar la movilización de los instrumentos y financiación necesarios para reforzar la seguridad de la UE y la protección de sus ciudadanos” (Consejo Europeo, 2025). A nivel regional, el aumento del gasto en defensa estuvo encabezado por Alemania, que registró un incremento del 23,2 %. Por su parte, Polonia se posicionó como un actor clave, ubicándose en el puesto número 15 a nivel mundial en términos de inversión militar.

En 2024, se estimaba que el gasto en defensa representaba un 6,7 % del PBI y absorbía el 41,9 % del presupuesto estatal. Para 2025, se aprobó un presupuesto de 133.630 millones de dólares al sector defensa, lo que implica un incremento del 24,4 % respecto al año anterior. Esta asignación resalta la prioridad que el Kremlin otorga al gasto militar y de seguridad nacional, que en conjunto representan cerca del 40 % del presupuesto total, superando ampliamente la inversión combinada en áreas clave como educación, salud, economía y políticas sociales.
En Asia, los presupuestos militares presentaron un crecimiento moderado, manteniendo una tendencia sostenida impulsada por factores estratégicos claves como la modernización de las fuerzas armadas, la creciente asertividad de China en la región y el avance del programa nuclear de Corea del Norte, intensificado la percepción de amenaza. En este escenario, China se posicionó como el principal motor del crecimiento regional, con un aumento del 7,4 % en su presupuesto de defensa en términos reales, muy por encima del promedio regional del 3,9 %. Sin embargo, el gasto en defensa en otras regiones del mundo redujo la participación asiática en el gasto militar global, que cayó del 25,9 % en 2021, al 21,7 % en 2024.
En cuanto a Medio Oriente, esta región en los últimos años se vio afectada por la guerra en Gaza que provocó una inestabilidad en la región y a su vez impulsó la asignación militar regional. Arabia Saudita se destaca como uno de los principales actores en la región, ubicándose en el quinto lugar del ranking global de gasto militar y como el mayor inversor en defensa del mundo árabe. El reino, cuenta con un presupuesto militar para 2025 de 78 mil millones de dólares, representando el 21% de su gasto gubernamental total y 7.1% de su PBI, con el objetivo de expandirlo al 50% de su gasto en defensa para 2030. Otro protagonista clave de la región es Israel, cuyo Parlamento aprobó un presupuesto para 2025 que asciende a 206.400 millones de dólares. Dentro de esta cifra, la defensa ocupa el primer lugar en prioridades, con una asignación de 30.000 millones de dólares, la evolución de este presupuesto dependerá del éxito de los acuerdos de alto el fuego entre Israel y Hamás, y la estabilidad de la región.

El mayor presupuesto de defensa del mundo
La lista global de gasto militar es encabezada desde hace varios años por Estados Unidos, su presupuesto de defensa para 2025 se sitúa en 850.000 millones de dólares, lo que supone un incremento del 4% en comparación del 2024. De este monto, 310.000 millones de dólares están destinados a la adquisición, mantenimiento y desarrollo de armamento. Dentro de este presupuesto, una parte significativa se dirige a la modernización de las fuerzas aéreas ($61.2 mil millones), el poderío naval ($48.1 mil millones, incluyendo la construcción de seis nuevos buques de guerra) y el poder terrestre ($13.0 mil millones para la modernización del equipo de combate del Ejército y el Cuerpo de Marines). Además, se contemplan inversiones cruciales en la disuasión estratégica, con $49.2 mil millones destinados a la modernización de las tres ramas de la tríada nuclear.
El presupuesto también refleja un enfoque en la preparación para posibles conflictos y la cooperación internacional, con asignaciones de $9.9 mil millones para la Iniciativa de Disuasión del Pacífico, $2.9 mil millones para la Iniciativa de Disuasión Europea y $300 millones para la Iniciativa de Asistencia a la Seguridad de Ucrania.
En cuanto al desarrollo tecnológico, se destinan $143.2 mil millones a investigación, desarrollo, pruebas y evaluación (I+D+i), incluyendo $17.2 mil millones para ciencia y tecnología y $1.8 mil millones para inteligencia artificial. Estas inversiones buscan mantener la ventaja tecnológica de Estados Unidos en el ámbito militar.
Este aumento exponencial de inversiones en el campo de la seguridad subraya no solo el compromiso de los Estados con el fortalecimiento de sus capacidades militares en un contexto global dinámico, sino también su determinación por anticiparse a amenazas futuras, adaptarse a nuevos escenarios de conflicto y garantizar su influencia en un orden mundial en constante transformación.
En 2024, el gasto militar mundial alcanzó los 2.460 mil millones de dólares, marcando un incremento del 7,4% respecto al año anterior, impulsado principalmente por las tensiones geopolíticas y conflictos en diversas regiones. Este crecimiento refleja una tendencia sostenida de aumento en las inversiones en defensa, evidenciando un marcado giro en las prioridades estatales ante la intensificación de los conflictos globales. Así, el rearme se consolida como una estrategia clave para preservar el poder, proteger intereses estratégicos y proyectar liderazgo a nivel internacional.
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