Ante el rápido avance tecnológico y la evolución de las estrategias militares, los portaaviones de la Armada estadounidense pasaron de ser un símbolo de poderío a convertirse en un objetivo vulnerable, según National Interest. Países como China y actores no estatales – como los rebeldes hutíes – lograron desarrollar misiles antibuque capaces de desafiar la supremacía naval de Estados Unidos, particularmente en regiones como el Indo-Pacífico, lo que representa un desafío mayor a enfrentar.
En este sentido, analistas como Brandon Weichert, sostienen que la era de los portaaviones terminó. Y para hacer frente a esta nueva coyuntura resulta necesario que el Ejército estadounidense de un giro estratégico hacia submarinos y buques de superficie más ágiles, junto con la inversión en armas hipersónicas y espaciales, buscando mantener su eficacia global contra las amenazas en evolución.
Los datos expuestos muestran que el altísimo costo de construir y mantener portaaviones ya no se justifica ante la creciente amenaza que enfrentan. Con un precio promedio de más de 13.300 millones de dólares, estos buques de guerra no solo representan un objetivo tentador para los rivales sino que en caso de ser destruidos o gravemente dañados, resultarían en una pérdida significativa de recursos y capacidad militar para Estados Unidos.
Reorientar la estrategia
Es por ello que, en lugar de centrarse en sistemas obsoletos como los portaaviones, Estados Unidos debería reorientar su estrategia militar hacia la inversión en submarinos y buques de superficie más ágiles. Si la era de los portaaviones parece haber llegado a su fin – marcando un cambio significativo en el panorama de la guerra naval – Estados Unidos debe abandonar los enfoques tradicionales y adoptar estrategias más innovadoras para adaptarse a los desafíos del siglo XXI,
