En la segunda mitad de 2023, la economía británica entró en recesión, creando un desafiante escenario antes de las elecciones programadas para el mismo año, en las cuales el primer ministro Rishi Sunak se comprometió a impulsar el crecimiento. Según datos oficiales, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 0,3% en los tres meses hasta diciembre, mostrando una contracción más pronunciada en el cuarto trimestre de lo anticipado por los economistas en una encuesta de Reuters, quienes habían estimado una caída del 0,1%.
Este declive económico llevó a una depreciación de la libra esterlina frente al dólar y el euro, mientras los inversores apostaban a que el Banco de Inglaterra (BoE) reduciría las tasas de interés y las empresas solicitaban más ayuda gubernamental en el próximo plan presupuestario. A nivel global, el Reino Unido se unió a Japón como una de las economías avanzadas del Grupo de los Siete en recesión, aunque se espera que sea de corta duración y superficial en comparación con estándares históricos.
La economía británica se encuentra apenas un 1% por encima de los niveles pre-pandemia de 2019, y solo Alemania está en una situación económica más precaria entre los países del G7. A pesar de las promesas del primer ministro Sunak de impulsar el crecimiento, las encuestas indican que la confianza en la economía ahora favorece al Partido Laborista.
Los hogares británicos enfrentarán la primera disminución en el nivel de vida entre elecciones nacionales desde la Segunda Guerra Mundial, según analistas. Las cifras del PIB, aunque tienen un peso político significativo, se consideran más importantes en este contexto electoral.