Según el último pronóstico efectuado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que la economía de Rusia crezca más rápido este año que la de Alemania o el Reino Unido, mientras que mantendrá el mismo ritmo de crecimiento de Francia e Italia. Esto significa que su economía podría mantenerse al mismo nivel o incluso llegar a superar a cuatro de los países del G7, que han liderado los esfuerzos para mantener y fortalecer las paralizantes sanciones internacionales impuestas al régimen de Vladimir Putin hace más de un año, después de la invasión a gran escala de Ucrania.

En este sentido, a pesar de que Putin y sus allegados contaban con una rápida victoria militar, los líderes occidentales, por su parte, consideraron que el uso de armas económicas y financieras podrían debilitar a Rusia. De hecho, en abril de 2022 Mario Draghi, entonces primer ministro de Italia, defendió las sanciones a las exportaciones energéticas rusas llegando a afirmar que los italianos debían elegir entre la paz y el aire acondicionado.

Sin embargo, la confianza en la eficacia de las sanciones impulsaron a Estados Unidos y sus aliados a enviar paquetes de auxilio que incluyen armas y otras ayudas a Ucrania. Pero la expectativa inicial era que la incautación de las reservas de divisas de Rusia mantenidas en el extranjero, las duras restricciones a los bancos y las personas rusas, y los cortes en el comercio de tecnología y materias primas, causarían el colapso de la economía rusa, lo que potencialmente obligaría a Putin a abandonar su “operación militar especial”. 

POLITICA INTERNACIONAL Dmitry Azarov

Desde entonces, el FMI ha revisado su estimación del PIB ruso tanto para 2022 como 2023 con un alza del 9,4% acumulativo. Pero el error en su pronóstico no fue un simple “mal cálculo” sino el reflejo de la sobreestimación de la capacidad de Occidente para controlar el comercio internacional y otros aspectos clave de la economía mundial. Estos resultados muestran que el bloque occidental ya no reina sobre la globalización, y que la mayoría de los gobiernos occidentales no han sabido comprender a tiempo que los regímenes autoritarios revisionistas no siempre ponen las consideraciones económicas racionales en primer lugar.

En conclusión, Vladimir Putin ha seguido adelante con la guerra en Ucrania en pos de su nostalgia imperialista, sin importarle los costos materiales y humanos. Mientras que las élites económicas de Rusia, aunque consternadas, en la práctica no han hecho ningún esfuerzo por contenerlo, de hecho, los oligarcas han cooperado con Putin y su maquinaria de guerra. Incluso aunque llegaron a manifestar en privado su rechazo a las políticas del mandatario ruso. Esto sin embargo no es una sorpresa, ya que la relación que mantiene el  Kremlin con la élite de la oligarquía se basa en una especie de lealtad negativa, una característica que se ha vuelto típica de la Rusia actual y sus relaciones corporativas con Occidente en una era de sanciones.

Project Syndicate

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1 COMENTARIO

  1. De ser cierto esto, de que Rusia crecería más que Alemania y UK, sería una clara señal de que las sanciones contra Rusia fueron un tiro en el pie, un boomerang para los sancionadores. Lo que Rusia no vendió en Europa, lo vendió en Asia.

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