Adriana Serquis es Licenciada en Física de la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Física, egresada del Instituto Balseiro. Además, fue investigadora post-doctoral en el Centro de Superconductividad, Ciencia y Tecnología de Materiales, del Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Estados Unidos; y cursó la Maestría en Ciencia, Tecnología e Innovación (orientación política científica), de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), donde también es profesora titular. Como investigadora principal del CONICET, se desempeñó como jefa del Departamento de Caracterización de Materiales, en la Gerencia de Investigación Aplicada de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Asimismo, fue presidenta de la Asociación Argentina de Cristalografía y directora alterna del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (INN), nodo Bariloche. 

Durante el desarrollo de la entrevista, realizada por el licenciado Sebastián D’agrosa Okita, la doctora Serquis se extendió sobre la generalidad de los proyectos de la CNEA para este 2023, la posición vanguardista en algunas áreas que sitúan a la Argentina como un país de destaque en la comunidad internacional y, finalmente, el alineamiento con la investigación y desarrollo.

¿Cuáles son los proyectos del 2023 de la Comisión Nacional de Energía Atómica?

Tenemos tres grandes proyectos en curso. Los proyectos nucleares no suelen tener un plazo corto de uno o dos años, sino que suelen ser de largo plazo. Por lo tanto, la idea es poder continuar con ellos.  Para algunos se prevé su finalización dentro de algunos años, no necesariamente en el corto plazo, pero en 2023 se esperan ciertos hitos, avances importantes. 

En el caso del proyecto del reactor CAREM –un reactor modular pequeño para producir electricidad– representa una oportunidad muy valiosa para nuestro país, ya que es uno de los cinco proyectos más avanzados en el mundo en su clase. De hecho, es uno de los dos en construcción con una tecnología novedosa, de sistemas pasivos de seguridad, que no solo puede generar energía nuclear sino que puede servir también para desalinizar agua. 

El mundo entero está muy esperanzado con el lanzamiento de este tipo de proyectos porque pueden llevar energía eléctrica a lugares aislados o remotos. El proyecto Carem, un reactor pequeño totalmente desarrollado en la Argentina, registra un nivel de avance de obra muy grande. Y estamos trabajando para desarrollar una estrategia comercial que maximice las oportunidades de negocios en el exterior. 

Otro de los grandes proyectos es el reactor multipropósito RA10, que va a reemplazar al que actualmente produce radioisótopos para todo el país. Se espera que para fin de año esté lo suficientemente avanzado para lograr la puesta en marcha el año próximo. Ya la obra civil está casi terminada, así que –en conjunto con INVAP, que se ocupa de toda la instalación de los componentes– estamos avanzando fuertemente. Este proyecto es muy interesante también porque con él tenemos una ventana de oportunidades para la exportación de radioisótopos a países cercanos. Con respecto a las aplicaciones nucleares a la salud, también avanzamos con la obra del Centro de Protonterapia, que se está construyendo en la ciudad de Buenos Aires. 

Como institución, creemos que podemos aportar mucho al Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 del Ministerio de Ciencia y Técnica. Por ejemplo,  en todo lo que significa la transición energética. La CNEA tiene distintos grupos que hacen investigaciones no solo en el área de energía nuclear sino también de energías renovables como la solar o la hidráulica. 

Entonces, en estos proyectos,  cobra peso la cuestión de revalorizar el trabajo desde el punto de vista de que somos una de las instituciones científico-tecnológicas que hace al crecimiento general y a la posibilidad de un desarrollo que el país necesita para poder conservar su soberanía tecnológica y su desarrollo nacional. 

Haciendo una síntesis de todos estos grandes proyectos a corto y mediano plazo, ¿cómo se enmarca en el compromiso con la investigación y la mitigación a los efectos del cambio climático?

Creo que casi todos los proyectos relacionados con la transición energética van en ese sentido. La energía nuclear ya ha sido aceptada por la UE y en la última COP como parte de la solución al cambio climático. En cuanto a la producción de energía eléctrica, es una de las de que mayor emisión  de gases de efecto invernadero genera por su utilización de combustibles fósiles. Entonces, ir trabajando en consulta con la secretaría de Energía, en los análisis de los diferentes escenarios,  de los diferentes tipos de energía que podemos tener, sobre la posibilidad de producir y cuál es la diversidad que tiene que tener la matriz eléctrica argentina, es otro de los aportes que podemos hacer. 

Ya se están analizando diferentes escenarios para tener una hoja de ruta que posibilite ver cuál es el porcentaje que requerimos de cada energía. Creo que tenemos grandes posibilidades de seguir actuando con la solar, la eólica, y un porcentaje seguramente va a seguir  siendo nuclear por su valor estratégico y por su característica de ser una energía de base, a diferencia de las renovables. Probablemente no vayamos a ser un país como Francia que tiene un porcentaje enorme de energía nuclear, pero sí tener un porcentaje que garantice la estabilidad del sistema eléctrico. 

Todo ese análisis se está haciendo y, al mismo tiempo, se trata de fortalecer los proyectos que se evalúen en pos de la utilización del hidrógeno en este escenario de transición energética. En todos esos casos, creemos que podemos seguir aportando desde el desarrollo. Nuestra función está ligada al desarrollo.

El aporte al cambio climático es importante, por eso nos gustaría seguir manteniendo contacto con las áreas necesarias para poder ir pensando qué proyectos son los que podemos tratar de impulsar con mayor fuerza, a partir de estas necesidades y de los compromisos que tiene nuestro país. 

¿Qué balance puede hacer de la gira que realizó con el ministro Filmus en febrero por  Corea, la India y Francia?

Los tres países tienen grandes desarrollos, tanto científico-tecnológicos como del sector nuclear en sí. En el acompañamiento al ministro tuvimos la oportunidad de tener encuentros con autoridades muy relevantes de los tres países. Lo que fue muy interesante es que el propio ministro pudo ver también cómo, a pesar de que nuestro sistema es muchísimo más chico cuando lo comparamos con esos países que tienen un desarrollo enorme, se valora la capacidad y desarrollo tecnológicos que tenemos como país en el área nuclear. 

Eso es importante porque da valor justamente a esa continuidad, reconoce  que el trabajo en el área de la energía nuclear ha sido una política de Estado de nuestro país…, que desde esos otros países, con ese desarrollo tan grande, puedan verlo como un valor estratégico y (quieran) colaborar con nosotros en esos temas. 

Me gustaría resaltar que el ministro se vio sorprendido, incluso en Corea, cómo el desarrollo de nuestro proyecto CAREM era pensado y mirado con bastante admiración. Entonces me parece que en esos puntos es donde podemos ver un poco la relevancia. Pero, además, se lograron contactos concretos para poder avanzar en algunos proyectos de cooperación puntual en todos los temas relacionados con lo que veníamos mencionando antes, para poder establecer vínculos que nos permitan hacer intercambios de estudiantes, de investigadores, etc.

Esos proyectos creo que solamente son posibles de seguir adelante siempre y cuando haya gente que pueda formarse en esas temáticas. En el caso puntual de Corea relacionado con reactores pequeños, en India con la producción de radioisótopos, entre otros, y en el caso de Francia ya tenemos un convenio previo que justamente ahora debe renovarse, y puede fortalecer la relación.

Me parece que en todos los casos esos vínculos fueron muy buenos. Fuimos muy bien recibidos en todos lados. Incluso en Corea había carteles recibiéndonos en las instituciones que fuimos a visitar. Eso habla de una cierta calidez en países que uno a veces espera que no tengan esa recepción, y de las oportunidades que tenemos como país, que poseemos cosas para brindar. 

En el sistema internacional actual y el contexto que atraviesa, ¿cómo la CNEA con su posición vanguardista, genera en algunas temáticas, que el trabajo de la misma  se lleve al seno de los organismos multilaterales? ¿Qué posición mantiene Argentina en este ámbito y cuál es su análisis?  

Desde el punto de vista geopolítico, la Argentina siempre ha defendido una tercera posición, en conjunto con Brasil. Creo que haber podido tener durante 30 años un acuerdo con Brasil, homologado por el Organismo Internacional de Energía Atómica, en lo que se llama las salvaguardas de control y contabilidad de los materiales nucleares y actividades que se hacen, hace que se tenga en conjunto –como decía antes, con nuestro país vecino– una mirada más estratégica de cooperación mutua con fines pacíficos, que podamos aprovechar esta tecnología que nos puede dar muchísimas cosas y que podamos mantener esa neutralidad. 

En ese sentido, me parece importante de valorizar que no solo tenemos un argentino al frente del OIEA –por algo se llegó a esa posición– sino la posición de Argentina, que este año preside el Nuclear Suppliers Group, y el año que viene la sucede Brasil. La razón por la cual fue, de alguna manera, convocado nuestro país para liderar esta entidad tiene que ver con  que se nos considera país neutral y que somos capaces de tener una mirada objetiva frente a las interacciones que hay y las decisiones que se toman sobre el intercambio de tecnologías en temas tan sensibles como pueden ser estos. 

Vemos que da la oportunidad del desarrollo tecnológico el poseer energía y tecnología  nuclear y, la cantidad de implicancias que tiene, aplican no solo a la producción de energía eléctrica, sino también a las aplicaciones industriales. Ahí creo que el rol que tiene la continuidad del conocimiento que logramos puede ayudar, incluso en la región,  al desarrollo. 

Si los diferentes países quieren, por un lado, tener estos pequeños reactores (modulares como el Carem) en sus matrices energéticas para contribuir al cambio climático o poder contar con tecnologías que les permitan tener medicina nuclear y de radioterapia para el tratamiento de enfermedades como el cáncer o el diagnóstico de enfermedades complejas… todos esos desarrollos requieren un conocimiento respecto de la seguridad y, en ese sentido, la Argentina tiene una autoridad regulatoria muy buena y podemos mostrar cómo estos desarrollos pueden incidir en el desarrollo en un país con soberanía. Eso nos da un paraguas para el desarrollo, sin dejar que otros países más avanzados tengan cierta influencia en nuestros desarrollos tecnológicos. 

Creo que es muy bueno poder sostener esa soberanía tecnológica, pero tenemos que poder contar con conocimiento para resguardarla y seguir avanzando. En ese sentido, el conocimiento nos da la posibilidad de hacerlo. Todos sabemos que ese conocimiento es muy valioso, y podemos ser, de alguna manera, “radiadores” y acompañar a otros países a que también se desarrollen. Esa es un poco la posición que tenemos como organización. Así como podemos vender un reactor al exterior, podemos contribuir al desarrollo de las capacidades y del conocimiento en la formación de recursos humanos y generar ese capital que es tan importante si uno quiere que esas tecnologías contribuyan al desarrollo de una región.

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1 COMENTARIO

  1. Hay que apurar estos ptoyectos, luego viene el macrismo y cajonea todo…sabemos que la ciencia y tecnología no encajan con su modelo de país. No tener un consenso en torno estas obras estratégicas y depender del humor del gobierno de turno es lamentable…

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