En el marco de un nuevo acuerdo sobre el Tratado de Alta Mar, que se alcanzó recientemente en Naciones Unidas y que Argentina celebró, se estableció que el 30% de los océanos del mundo se colocarían como áreas protegidas, salvaguardando los intereses de los Estados y promoviendo la conservación de especies y el cuidado al medioambiente. Sin embargo, tras semanas de conversaciones y décadas de negociaciones, los delegados de cada país acordaron un texto que no puede sufrir alteraciones significativas, esto puede llegar a impactar en países con economías más débiles.
Según el experto en políticas oceánicas internacionales y uno de los principales impulsores de las áreas marinas protegidas en América Latina, Maximiliano Bello, hoy día “menos del 1% de la altamar está actualmente protegida, y una de las consecuencias es que países con economías altamente subsidiadas siguen pescando sin tener mayor control. Las reglas las ponen ellos. La sobrepesca es el gran problema que se genera, es la principal amenaza del océano. Este manejo no es ecosistémico. Se sigue extrayendo y destruyendo parte del patrimonio que, en realidad, nos pertenece a todos.”
Cabe destacar que lo que es la alta mar comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los Estados, por lo que no está bajo jurisdicción de ningún país. En este sentido, ocupa la mayor parte del océano (un 64%) y no existe ningún instrumento internacional centrado en la protección de la biodiversidad marina, aunque haya normas y entes sectoriales para regular algunos aspectos. Además, quedó demostrado que estos océanos proporcionan la mitad del oxígeno que los humanos respiramos y ayuda a limitar el calentamiento climático, por lo que protegerlos es fundamental y urgente.
Por eso, para Bello esto podría impactar en América Latina porque la región estaría en condiciones “de controlar las flotas de países ricos que están sacando todos los recursos que son transzonales”, y toda esa pesca que ocurre más allá de la ZEE de algunos países “impacta de manera directa sobre el ecosistema, sobre la economía y sobre la gente que vive de esos recursos”. Este es el caso de Argentina, por ejemplo, donde naciones como China pescan al límite de las 200 millas durante la temporada de calamar.