En las últimas semanas hemos visto un bombardeo de noticias sobre la situación en Ucrania ¿qué es lo que exactamente sucede? Para poder responder a este interrogante debemos tener en cuenta una serie de cuestiones que comprenden tanto lo cultural como lo militar y lo geopolítico.

¿Cuál es la región en conflicto?

Cuando hablamos de regiones que nos resultan ajenas lo más conveniente es comenzar con su ubicación geográfica. Situado en Europa del Este, Ucrania comparte vecindario con Rusia, Belarús, Polonia, Rumania y Moldavia.

Su historia con la Federación de Rusia es milenaria, ambos pueblos datan un origen común en el proto Estado de Kievan Rus. Asimismo, partes del territorio conocidos hoy como ucranianos formaron parte del Imperio Ruso, tal como la disputada Crimea, en ese entonces un Kanato, que pasó a formar parte del imperio durante el reinado de Catalina la Grande, ganadas al Imperio Otomano luego de la guerra turco-rusa de finales del 1700.

Sin embargo, seguramente cuando uno piensa sobre las relaciones entre Rusia y Ucrania pensemos sobre la Unión Soviética. Ambos Estados fueron Repúblicas fundadoras de la URSS y permanecieron en la misma hasta su desintegración. Posterior a esto, la relación bilateral tuvo sus altibajos. Eventos sucedieron en la región tal como la Revolución Naranja, la cual formo parte de las Revoluciones de Colores, que tuvieron su influencia en el vínculo bilateral.


Financial Times 2018

Hechos del 2014

Durante la Revolución Naranja de 2004 se pudo vislumbrar la división dentro de Ucrania, caracterizada por una sección hacia el oeste más simpatizante hacia occidente y el este el cual se identifica como étnicamente ruso.

Realizando un breve repaso sobre como comenzaron los eventos de 2014 que llevaron a la secesión de las regiones orientales de Crimea, Donetsk y Lugansk. En 2013, el entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, decidió no llevar adelante el proceso adhesión a la Unión Europea. Como respuesta a esta decisión se desarrollaron una serie de protestas que tomaron el nombre de Euromaidán. Las regiones del este de Ucrania comenzaron a manifestarse también, pero pidiendo por la independencia de sus regiones del gobierno central de Kiev, especialmente luego de la victoria electoral de Petro Poroshenko quien tenía una orientación más occidentalista.

Crimea llevó a cabo un referéndum tras el cual declaró su independencia y solicitó la incorporación a la Federación de Rusia en marzo del 2014. Por su parte, las Repúblicas de Donetsk y Lugansk también realizaron referéndums y se proclamaron independientes. No obstante, los enfrentamientos continuaron hasta la firma del Protocolo de Minsk en septiembre del 2014. Sin embargo, este mecanismo no alcanzó a lograr sus objetivos por lo que en 2015 se celebraron los acuerdos de Minsk II. La principal diferencia entre los acuerdos radica en que los firmantes fueron Ucrania, Rusia, Francia y Alemania.

No obstante, y como comprueba la escalada del conflicto reciente, los enfrentamientos eran usuales. A fines del año pasado, Ucrania acusó a Rusia de enviar tropas y armamentos a la zona fronteriza y realizar ejercicios militares allí. Según reportes de la CIA se habían movilizado alrededor de 175.000 soldados y, el Ministerio de Defensa de Ucrania afirmó que varias unidades del 41° ejército ruso permanecieron cerca de la ciudad de Yelnya, a menos de 300 km de la capital ucraniana.

Escalada del conflicto

Como suele suceder, varias son las razones por las cuales llegamos a esta instancia en un conflicto. En primer lugar, están las llamas líneas rojas, regiones vitales para la Federación. Rusia históricamente ha considerado a Ucrania como parte de su esfera de influencia y en ciertos periodos históricos como territorio propio, como vimos más arriba. En el caso de la Ucrania post caída de la URSS, Moscú ha advertido en innumerables ocasiones que una expansión hacia el este de la OTAN, en especial si incluye la adhesión de Ucrania a la alianza, no sería aceptado por el gobierno de Rusia. Por otra parte, Moscú ve con desconfianza los ejercicios militares que la OTAN realiza en su flanco oriental y el aprovisionamiento de armamento y tecnología hacia Ucrania.

Otra de las aristas son los Acuerdos de Minsk. Moscú se sentía frustrada por la ineficiencia de estos para alcanzar logros sustanciales. Sin embargo, luego del reconocimiento de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, Putin manifestó que estos acuerdos eran obsoletos y se debía culpar al gobierno de Ucrania por esto.

Sin embargo, el factor de mayor preponderancia son esta suerte de placas tectónicas geopolíticas que moldean lo que sucede en los distintos niveles de análisis, tales como el estado de las relaciones entre Rusia y Occidente, en especial entre el primero y Estados Unidos. No es novedad que el vínculo entre ambos no se encuentra en su mejor momento. A Moscú le preocupa el potencial avance de la OTAN hacia su zona de influencia. Por otra parte, Estados Unidos y sus aliados ven con desconfianza el aumento de la presencia rusa en Europa, cuya mayor manifestación es la concreción del gasoducto Nordstream 2, ya finalizado pero no en funcionamiento, y el acercamiento de Rusia hacia China.

Sin embargo, la escala en el conflicto en Ucrania se da en un marco de turbulencia en la zona ex soviética. No hace mucho, también sucedieron eventos, con sus propias características y particularidades, en Belarús y Kazajstán. No obstante, cabe recordar que la situación en Ucrania data de 8 años, algo en lo que también se hizo hincapié el Presidente de Rusia en su mensaje a la nación del 21 de febrero.

Inmediatamente, luego de la firma del reconocimiento de las Repúblicas, Putin se reunió con los líderes de estas regiones y firmó los Acuerdos sobre Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua. Algunas de las aristas que abordan son la protección de fronteras, protección a las identidades étnicas, culturales y religiosas de las minorías, la construcción y utilización de bases militares en sus territorios, consultas sobre defensa conjunta y se prevé el apoyo de Moscú para el sustento del sistema bancario. Estos acuerdos son importantes para entender la justificación de Rusia sobre su accionar reciente.

Durante la madrugada del 24 de febrero, a través de un video, Vladimir Putin anunciaba el lanzamiento de una misión militar especial a pedido de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk en la región del Donbás. Se reportó la entrada de diversos convoys, tanto de tanques como de tropas, así como la utilización de artillería en varias ciudades.

Desde occidente no tardaron en llegar las condenas hacia el accionar ruso. La OTAN, en un comunicado, manifestó que hará todo lo posible para defender y proteger a sus aliados, sin embargo, Ucrania hasta ahora no forma parte de la alianza. No obstante, se realizaron varios movimientos, Dinamarca se comprometió a enviar una fragata al Mar Báltico y desplegar cuatro aviones de combate F-16 en apoyo a la misión de vigilancia aérea de la OTAN. Por su parte, España envío una serie de navíos para sumarse a las fuerzas navales de la alianza y considera el envío de aviones a Bulgaria. Asimismo, Francia ha ofrecido el envío de tropas hacia Rumania bajo el mando de la OTAN. Los Países Bajos desplegarán dos aviones F-35 a Bulgaria, un navío y enviarán tropas terrestres bajo la Fuerza de Respuesta de la Organización. Estados Unidos no ha quedado afuera de esta movilización de la OTAN hacia su flanco oriental y considera aumentar su presencia en la región.

Claro está que vivimos en tiempos turbulentos marcados por las tensiones geopolíticas del sistema internacional. Queda por ver como se continuará desarrollando este conflicto que tiene en vilo al mundo.

Melina Torús
Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales, Maestranda en Estrategia y Geopolítica, Coordinadora del Observatorio de Seguridad y Defensa del Centro de Estudios de Política Internacional de la Universidad de Buenos Aires y miembro del Comité Ejecutivo del Grupo de Jóvenes Investigadores del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata

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