Por Ignacio Alfredo Grassia. Coordinador del área de investigación. Observatorio Universitario de Terrorismo 

En los primeros años de carrera, los estudiantes de Relaciones Internacionales y Ciencia Política escuchan por lo menos una vez la siguiente sentencia: “el terrorismo es un tema difícil/ complicado/polémico”. Dicha afirmación usualmente viene acompañada de la recomendación de “no meterse con ese tipo de cosas”, de buscar algún otro tema que “no sea tan escabroso”. Claramente, el autor de estas líneas y quien las lee no recibieron esas advertencias, o bien hicieron caso omiso.

Pero no nos confundamos: el terrorismo sí es un tópico candente tanto en la academia como en los medios, e incluso en los pasillos de las cancillerías y los organismos internacionales. Podemos decir incluso, en términos de Marcel Mauss, que el fenómeno terrorista es un “hecho social total”: por sus características casi tentaculares de conformación y desarrollo, no constituye un epifenómeno aislado, sino un complejo entramado en donde se visibilizan los ejes estructurantes y aporías del orden social general en donde surge. Relacionado a esto, recalcamos la dimensión específicamente internacional del terrorismo: por la extensión de su accionar en todo el mundo; porque su proceso de desarrollo y sostenimiento rebasan las fronteras de los territorios en donde actúan (sobre todo sus actividades de financiamiento y tráfico de armas); y por la voluntad extendida entre los Estados y principales organizaciones de luchar contra él por considerarlo una amenaza para el orden y la paz globales.

En línea con lo anterior, podemos concluir lo siguiente: a la hora de definir al terrorismo son muchos los factores que hay que tener en cuenta. Sin ir más lejos, en la propia academia aún no existe un paradigma único y consensuado acerca de la definición misma del fenómeno. Ésta constatación puede resultar en primer lugar increíble: efectivamente, ¿cómo una comunidad científica, que se supone formada y especialmente competente para el análisis de dichos acontecimientos, no puede dar con una definición que logre explicar la naturaleza del terrorismo? Este interrogante no implica que se cuestione la formación de los analistas, sino que va más allá: nos enfrentamos ante un clima de incertidumbre generalizado en la sociedad sobre cómo distinguir “lo terrorista” de lo que no lo es. Por lo tanto, podemos reconocer tres factores en particular que conforman la matriz según que reproduce este “caos teórico”.

En primer lugar tenemos a los Estados y organizaciones internacionales que crean sus propias definiciones con el objetivo, en primera instancia, de planear y ejecutar sus políticas de defensa y seguridad para paliar el accionar de los grupos terroristas alrededor del mundo.

El segundo factor tiene que ver con la dinámica de circulación de información sobre el terrorismo internacional. Especialmente nos detendremos en los medios de comunicación masivos y las redes sociales como factores con una doble caracterización: podemos considerarlos tanto como agentes activos como propiamente medios de intercambio comunicacional.

Por último, un hecho constatado por los estudiosos no puede perderse de vista: la emergencia de los fenómenos y acontecimientos que se han catalogado como “terroristas” responde a condiciones sociohistóricas muy específicas. Por ello, el tercer factor que vamos a tener en cuenta es la diversidad de contextos sociales y políticos en los que el terrorismo surge.

Como vemos, cada factor de análisis es parte de una realidad compleja en donde se superponen distintos de niveles sociales de actuación y comprensión. En ellos intervienen diversos agentes cuyas acciones contribuirán a tejer el entramado que necesitamos explicitar para comprender el fenómeno en cuestión. Por ello, cada componente aporta lo suyo a lo que podríamos llamar el “estado social de indefinición del terrorismo”.

Como ya dijimos, los Estados y organizaciones internacionales definen al terrorismo según los parámetros que les permitan pensar estrategias de contención y lucha contra el mismo. Sin embargo, al posicionarnos concretamente en un Estado particular, no podemos ignorar cómo aquel construye su política exterior. La diagramación de la actuación estatal en la arena internacional siempre responde a los intereses que dicho país reconozca como propios a partir de su lectura de las condiciones del escenario mundial. La definición del terrorismo desde la esfera estatal estará atravesada indudablemente por aquellos intereses, lo cual nos habla de una actitud pragmática y no comprensiva a la hora de abordar el fenómeno.

Por su parte, sucede que en los medios de comunicación el mote “terrorista” se utiliza para adjetivar una gran masa de hechos que, las más de las veces, no están ni remotamente cerca de lo que podríamos desde las Relaciones Internacionales definir como tal. Este si se quiere uso indiscriminado de las palabras afecta concretamente a la noción social que se tiene del fenómeno. Se genera, pues, una disgregación de significado a nivel de la sociedad, debido a que si virtualmente todo puede llegar a ser “terrorismo”, nada lo es.

A propósito de la multiplicidad de contextos, el principal escollo que esto genera es a nivel conceptual y analítico. Como señalamos anteriormente, el surgimiento del terrorismo está profundamente imbricado a las condiciones de posibilidad habilitadas por la realidad social. Por ello, a lo largo de la historia y en la actualidad, encontramos que las características de los diferentes contextos no son reducibles abstractamente a marcos explicativos unificados. En otras palabras, es muy complicado conceptualizar el terrorismo si hay tantas realidades disimiles que lo hacen posible.

Como hemos visto, el terrorismo es, de nuevo, un hecho social total en donde se funden relaciones sociales, políticas, culturales y económicas en distintos niveles de realidad y dinamismo. Esto vuelve complicada su comprensión, y también la ejecución de acciones estatales y globales para su combate; no se puede luchar contra lo que no se comprende. Es por ello que solamente a través una concienzuda apuesta interpretativa, que tenga en cuenta todos estos factores, es que podremos acercarnos a una comprensión cabal de su naturaleza y a la mejor forma para combatirlo.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

2 COMENTARIOS

  1. terrorismo, hasta que punto el terrorismo no es la excusa formada por aquellos que la combaten para justificar su existencia e ir por otros intereses, cuantas invasiones vimos para combatir terroristas que después nos enteramos que son formados por los mismos países que los combate……..son terroristas aquellos que tmb lo combaten??…..muchas preguntas…y lo dificil es salir da la propaganda….

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