En los últimos 30 años podemos distinguir dos grandes movimientos políticos-económicos antagónicos que se extendieron con rapidez por gran parte de Latinoamérica. El primero de ellos se dio durante la década de los 90, momento en el que distintos dirigentes aplicaron las políticas económicas liberales del denominado “Consenso de Washington” basadas en el libre mercado, la austeridad fiscal, y la privatización no solo de los sectores productivos, sino también de los espacios públicos, reconfigurando así el modelo de vida de la sociedad latinoamericana.

El segundo de ellos comienza con la llegada del siglo XXI, que abrió la puerta a los gobiernos denominados como progresistas o nacional-populares, basados en políticas de corte keynesianas en lo económico, y una mayor presencia del estado como mediador de las demandas de los distintos sectores sociales, con la finalidad última de reducir la desigualdad y alcanzar una redistribución de la riqueza más equitativa.

Luego de estas dos oleadas político-ideológicas-neoliberal y progresista-la región volvió a girar hacia la derecha, pero durante un corto período de tiempo en el cual no pudo consolidar su modelo, lo que ha llevado a que encaremos una nueva década de los 20 con perspectivas de un regreso al poder de los líderes nacional-populares.

Una cuestión global

Estos ciclos largos político-ideológicos están envueltos de una narrativa particular que se extiende globalmente, y a su vez de un contexto que propicia que esa narrativa de la realidad encaje con las perspectivas de cada ciudadano. Tras la grave crisis del 2008 y la reciente crisis del Covid-19, quedó en claro que el modelo de austeridad fiscal no ha sido eficaz para superar esta situación. Desde Estados Unidos hasta América Latina, pasando por Europa, distintos dirigentes reclaman mayor flexibilidad de emisión monetaria, medidas proteccionistas para relanzar el empleo nacional, un Estado fuerte, mayores márgenes para el déficit fiscal, mayores impuestos a las grandes fortunas, y un Green New Deal, entre otras.

Mientras en Estados Unidos, el presidente Joe Biden aprobaba a principios de este año un plan de estímulo fiscal de 1,9 billones de dólares (que incluían pagos directos), y un aumento del salario mínimo junto a la subida de impuestos, la Unión Europea hacía lo propio con su plan “Next Generation EU” que implica la inyección en la economía europea de 750 millones de euros. Ambos proyectos tienen como base el regreso a las políticas keynesianas, basadas en la máxima de estimular la demanda para provocar la oferta y así potenciar un crecimiento económico acelerado, aún con el peligro de entrar en un ciclo inflacionario.  

Tanto en Europa, como en América, las políticas que acompañan estos grandes desembolsos económicos se ven atravesadas por los consensos globales que tienen como pilares la inserción de la mujer en el mercado laboral, reducir el desempleo juvenil, cuidar el medioambiente, acelerar la transformación digital, e invertir en infraestructura y conectividad.

El mundo está entrando en un nuevo ciclo político-económico con dirigentes como Joe Biden en EEUU o Olaf Scholz en Alemania, y América Latina comienza a incorporarse a él con líderes como López Obrador, Pedro Castillo, Luis Arce y Alberto Fernández.

América Latina gira a la izquierda

En el horizonte hay 3 elecciones determinantes para la configuración del mapa político latinoamericano. Por un lado, las inminentes elecciones de este domingo en Chile con los candidatos Gabriel Boric, de la coalición izquierdista “Apruebo Dignidad”, y José Antonio Kast del conjunto conservador “Partido Republicano” combatiendo en una ajustada partida electoral. Por otro lado, encontramos en 2022 las elecciones de Colombia y Brasil, que según las encuestas se impondrán en ellas los líderes progresistas Gustavo Pietro y Lula Da Silva respectivamente.

Las recientes victorias electorales de los sectores políticos progresistas, las previsibles, y las revueltas sociales sucedidas en Chile y Colombia, han mermado en gran medida el discurso del fin de ciclo de las políticas nacional-populares que se extendió a mitades de la década pasada con la victoria de Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, o Sebastián Piñera. Pero la cuestión central es que no acudimos a un regreso de los gobiernos populares si no de una reinvención de los mismos dentro del contexto global descrito.

En primer lugar los gobiernos de corte progresistas que están surgiendo en la región no se deben a grandes movilizaciones sociales que reclaman una mayor amplitud de los derechos sociales, sino la recuperación de aquellos dañados o perdidos después de la restauración conservadora iniciada en el 2015.

En segundo lugar el cambio no se busca a través de la acción colectiva de una gran masa popular damnificada, sino que la población deja en manos de sus líderes una gestión en favor de los menos fuertes a través de las instituciones del Estado que ya existen, sin buscar la creación de nuevas. Los nuevos líderes ya no tienen, a excepción del posible regreso de Lula Da Silva, ese carácter transgresor y carismático sino más bien uno administrativo y gestor.

Y por último los nuevos líderes progresistas se encuentran enclavados en un sistema que es aceptado por la población como válido para que sus demandas sean cubiertas. No se busca la creación de un nuevo orden, de un nuevo sistema, si no la sublimación del existente.

La nueva izquierda latinoamericana tendrá que enfrentar por un lado una derecha radicalizada, nostálgica incluso de un viejo orden autoritario, junto a un agotamiento del discurso y las fórmulas político-económicas que fueron utilizadas durante la década de los 2000. En caso de que este giro al progresismo se completara, les quedará un trabajo colosal a los nuevos líderes no solo combatiendo los estragos de una crisis económica y sanitaria aún muy viva, sino también  hallando la fórmula adecuada para estos tiempos para el crecimiento y el bienestar de los ciudadanos a los que gobiernen. 

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Franco Marinone
Licenciado en Historia (Universidad de Alicante. España) Master en Relaciones Internacionales e Integración Europea (Universidad de Alicante. España) Investigador colaborador del Centro de Estudios Internacionales de la UCA Investigador colaborador del Instituto Ortega y Gasset

4 COMENTARIOS

  1. Publica el video de argentinos hambrientos despellejando vacas vivas en el techo de un camión. Este es el resultado de gobiernos de izquierda.

    Ladrones, corruptos, incompetentes.

    Imagínese que el vagabundo que escribió este artículo de basura cree que lo que está hablando es que le está dando el certificado de locura mental.

  2. Amigo el español no es lo suyo, lea Folha de Sao Paulo y entérese en su propio idioma que el peligroso extremista Bolsonaro está acabado por haber hecho un pésimo gobierno, tal y como lo describe el autor de este excelente artículo.
    Saludos desde la tierra del mejor futbolista de todos los tiempos.

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