Por Luna Tissera miembro del Grupo Jóvenes Investigadores IRI

La irrupción de la pandemia generada por la Covid-19 puso al mundo en jaque, penetrando en todos los niveles de la vida social y dejando al descubierto las profundas desigualdades entre y dentro de los países. Ante la emergencia sanitaria, los Estados se vieron en la encrucijada de tomar medidas para hacer frente a una situación de tal envergadura que fueron por dos vías distintas: algunos optaron por decisiones unilaterales y de corte nacionalista, mientras que otros siguieron el camino de la cooperación internacional a través de la ayuda humanitaria. Este último, fue el caso de India, que en una primera instancia se sumó a la vanguardia de la cooperación sanitaria y luego tuvo que hacer frente a una crisis interna sin precedentes. 

La respuesta doméstica de India al Covid-19

Por su frontera compartida con China, India fue uno de los primeros países del mundo en tomar medidas de emergencias ante la aparición de casos de Covid-19, detectados por primera vez, en la provincia de Wuhan. El principal objetivo era contener la expansión de la pandemia dentro de su territorio nacional, por lo que el 17 de febrero de 2020, el gobierno indio dictaminó medidas leves para contener el virus: se disminuyeron frecuencias de vuelos, repatriaron ciudadanos y localizaron e identificaron a potenciales infectados. 

En un principio, la implementación de tales medidas tuvo un efecto positivo para controlar la transmisión comunitaria del virus. Sin embargo, con el avance de la pandemia y en vistas a que la situación tendía a agravarse en otros países, se estableció un confinamiento estricto para el 24 de marzo de 2020, paralizando las actividades económicas y sociales por al menos dos meses.  Esta medida extrema, si bien al inicio tuvo un alto grado de efectividad para aplanar la curva de contagios, generó un efecto adverso al esperado por el gobierno indio, dado que, con el paso de los meses, se volvió insostenible tanto económicamente como socialmente. A su vez, se generó una migración masiva de personas que trabajaban en la ciudad (centros de mayor densidad geográfica) que regresaron a sus hogares en zonas rurales para poder subsistir. 

La causa principal de dicha situación se explica porque alrededor de 139 millones de trabajadores que tenían un trabajo informal se quedaron sin empleo por el cierre de industrias y ante la incertidumbre de la pandemia decidieron volver con sus familias, provocando así un aumento de los casos en zonas rurales, donde el 23% de positivos en abril aumentaron a un 54% en septiembre del año pasado. De esta manera, durante el 2020 el país asiático comenzó a aumentar la curva de casos, con una gran concentración en los Estados de Mumbai (principalmente en la capital, Maharashtra), Tamil Nadu, Karnataka y Nueva Delhi. 

A partir de agosto, la positividad comenzó a descender y algunos analistas atribuyeron la causa a la disminución de los testeos, ya que había pasado de reportar 100.000 casos diarios a promediar los 11.000 casos diarios. En esa línea podría argumentarse que la India enfrentó una primera ola controlada a pesar de ser una de los países del mundo más densamente poblado y con un sistema sanitario con grandes desventajas.

Ante la ilusión de mantener la pandemia bajo control, se habilitaron espectáculos deportivos y ceremonias religiosas masivas, como el Kumbh Mela, peregrinación que se realiza cada 12 años en el país asiático y que consiste en un baño ritual en el río Ganges. Se llevó a cabo el festival Holi que consiste en una fiesta de colores para celebrar el inicio de la primavera y que reúne a cientos de personas. También se desarrollaron actividades políticas que congregaron masivas movilizaciones y concentraciones sociales, campañas políticas y se llevaron a cabo elecciones en cinco estados del país. 

La disminución de casos se mantuvo constante hasta marzo del 2021, en donde la curva comenzó a aumentar hasta registrar cifras récord de contagios: 400.000 casos diarios y 6.000 muertes diarias hacia finales de mayo. La segunda ola golpeó fuertemente a la población india y afectó principalmente al estado occidental Maharashtra, que rompió la barrera de 40.000 infectados diarios. Seguido por el estado meridional de Karnataka, donde se notificaron cifras de contagios de 37.290 casos diarios. También el estado de Kerala fue uno de los más perjudicados, debido a que junto con otras regiones del país celebró elecciones legislativas que provocaron movilizaciones masivas de simpatizantes sin mascarillas ni distanciamiento social. Y, por último, Nueva Delhi, fue una de las ciudades más castigadas por el desborde de casos y la escasez de tubos de oxígeno en los hospitales. 

La situación en India durante la segunda ola generó gran preocupación a nivel internacional, debido a que las imágenes que circularon de la situación interna fueron alarmantes debido a que había largas filas de ciudadanos en las calles esperando su turno para un tubo de oxígeno o una cama de hospital, sumado a morgues y crematorios con cadáveres apilados. Los expertos consideran que esta situación se debió al relajamiento de las medidas y protocolos anticoronavirus, sumado  a una doble mutación del virus, renombrado por la OMS con el nombre de variante Delta, asociada con un 64% más de posibilidades de transmisión, en comparación con la variante Alfa (B.1.1.7 identificada por primera vez en Reino Unido).

El país que se convirtió en el epicentro global de la pandemia, registró desde finales del mes de abril un gran descenso de casos positivos, reportando el 28 de mayo la cifra de contagios más baja en los últimos 45 días con 173.790 casos diarios. Los casos están disminuyendo lentamente gracias a las medidas restrictivas de confinamiento estricto que se impusieron en las ciudades más pobladas y a causa de la campaña de vacunación que se emprendió con el objetivo de inmunizar a 1300 millones de habitantes. 

Respuesta internacional de India ante la crisis generada por el Covid-19

El rol de India desde inicios de la pandemia fue en línea con la cooperación internacional a países que atravesaban una situación interna compleja, por lo que se unió a las iniciativas de la geopolítica sanitaria, una variante a la diplomacia tradicional que comenzó con la diplomacia de los barbijos chinos y se acentuó con los suministros de vacunas chinas e indias a países de su círculo regional y de África, América Latina y el Caribe. La iniciativa supuso una reconfiguración de las prioridades y objetivos de los países a partir de cálculos de coste-beneficio que llevaron a evaluar las capacidades y herramientas de los Estados, teniendo en cuenta las ventajas y desventajas del uso del soft power. 

Las instituciones indias poseen una amplia trayectoria de innovación en el sector debido a la multiplicidad de los incentivos estatales y a la inversión en el desarrollo científico de la industria farmacéutica. Los bajos costos de mano de obra calificada y las grandes infraestructuras de laboratorios, le permitió al país exportar 14.400 millones de dólares de remedios genéricos de alta calidad y a un precio accesible para los países del resto del mundo. Los principales destinos fueron los Estados Unidos que consumió el 40% seguido por el Reino Unido con un consumo del 25% durante los años 2018 y 2019. 

El país no sólo se destaca en la producción de medicamentos, sino que también el 60% de la producción mundial de vacunas es desarrollado por India, por lo que recibió el nombre de “farmacia del mundo” dado que, por sus ventajas comparativas, está emergiendo como un centro global en la fabricación de productos farmacéuticos. 

Estas características le permitieron al país asiático actuar con celeridad cuando estalló la pandemia y comenzar a suministrar hidroxicloroquina, API de paracetamol y tabletas a más de 100 países de su círculo regional y a otras naciones gravemente afectadas. De esta manera, comenzó la respuesta internacional de Nueva Delhi para hacer frente a los desafíos del virus, que se fue multiplicando en donaciones a diversos países del mundo con el objetivo de consolidar su rol de potencia emergente y afianzar su presencia internacional.

En esta línea, el país recibió agradecimientos por parte de diversos presidentes del globo. Comenzando por Donald Trump, ex mandatario de Estados Unidos, quien agradeció vía twitter el envío de suministros de HCQ que salvó vidas en el país norteamericano. Le siguió Brasil, que a través de la misma red social, el presidente Jair Bolsonaro, felicitó al país asiático por el envío de insumos para la producción de hidroxicloroquina. También se sumó, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyanhu, agradeciendo el envío de cloroquina en los primeros meses de pandemia. Con el avance del Covid-19, los envíos de medicamentos y kit de testeos se multiplicaron a Rusia y a varios países de América Latina y África, haciendo visible su liderazgo mundial en la industria farmacéutica. 

Geopolítica sanitaria: diplomacia de vacunas

La diplomacia de las vacunas de India, conocida con el nombre Vaccine Maitre o amistad de vacunas, tiene las bases en una política interna, incentivada por el primer ministro, Narendra Modi. El PM considera que el acceso a las prestaciones de servicio de salud son claves para el mundo post-pandemia, al que se le sumarán los efectos del cambio climático y otros problemas ambientales que requerirán, cada vez más, de una atención médica activa. Por ello, impulsaron un paquete de incentivos para mejorar la fabricación de medicamentos y vacunas que contribuyan a la innovación e investigación científica a los fines de lograr, no solo una India saludable, sino un mundo saludable, donde su nación sea precursora de la seguridad mundial en medicamentos. 

En un contexto global donde el acceso a las vacunas es complejo para países del sur global, ya sea por la insuficiente producción mundial para cubrir la demanda o porque países del norte acapararon la mayor cantidad de dosis, Nueva Delhi se destacó enviando más de 60 millones de suministros a los países más desfavorecidos. 

Esta iniciativa tiene un supuesto implícito: mejorar su posición geopolítica y desafiar a China. Ambos hicieron donaciones de medicamentos y vacunas con el fin de extender su influencia a distintas partes del mundo. La directora ejecutiva del Foro Internacional del Golfo, Dania Thafer, comparó la diplomacia de las vacunas con el envío de soldados en situaciones de guerra y señaló que en vez de asegurar un país enviando recursos humanos, se puede asegurar el país salvando vidas ayudando en la vacunación. 

En este sentido, cabe destacar que China fue uno de los pioneros en apostar por la diplomacia sanitaria y el primero en comprometerse en ayudar a los países menos desarrollados a enfrentar las consecuencias del Covid-19.

Se ha sumado India a la ayuda internacional, siguiendo el mismo camino que su contraparte asiática, aunque logrando una tasa de aceptación mayor. Específicamente porque Pekín fue cuestionado por publicar escasos datos sobre los ensayos realizados sobre la eficacia de sus vacunas, mientras que Nueva Delhi, que ya contaba con ventajas en la industria farmacéutica, vio la oportunidad de reforzar su imagen internacional aprovechando sus ventajas en la industria. El Serum Institute de la India, es la mayor fabricas de vacunas a nivel mundial ya que produce la vacuna AstraZeneca-Oxford a un ritmo de casi 2,5 millones de dosis diarias. 

En el circuito regional 

India ha entregado, hasta el momento, más de 36 millones de dosis de vacunas a países como Afganistán, Bangladesh, Bután, Sri Lanka, las Maldivas, Myanmar y Nepal, Seychelles, Camboya y Mongolia. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del país indio, anunció que se han entregado seis millones de dosis de vacunas en donaciones y se han despachado 29,4 millones de forma comercial. 

Una de las mayores ayudas de India, fue a su vecino de Nepal, donde la relación diplomática se había disminuido a mínimos históricos pre-pandemia. Este país, ubicado entre China e India, pasó a ser un territorio estratégico para ambos que los llevó a escaladas disputas fronterizas. A ello se le sumó, lo que algunos analistas catalogaron como una relación de amo y sirviente de Nepal con India, lo que hizo que el gobierno del primer ministro K.P. Sharma Oli, comenzará a acercarse a China tomando compromisos de contratos con proyectos de la BRI. 

La tensión aumentó cuando las delegaciones de China e India llegaron a Katmandú para influir en políticas internas de Nepal. En esta situación los nepalíes volvieron a acercarse al gobierno indio y cuando Oli envió a su ministro de Relaciones Exteriores con el fin de iniciar conversaciones con Nueva Delhi, ésta le donó un millón de dosis de su vacuna, mientras que Sinopharm, fabricada por China, solicitó su aprobación pero aún no se le ha dado el visto bueno. Según la exfuncionaria nepalí, Tanka Karki, esto sugirió una normalización de las relaciones entre Nepal e India. 

Las vacunas también sirvieron para enmendar las tensas relaciones con Bangladesh y establecer lazos de amistad con las Maldivas. Al mismo tiempo, el ministro de Asuntos Exteriores de la India, anunció que están tomando medidas para ayudar a Oriente con la llegada de 1,5 millones de dosis a Birmania. 

Sin embargo, en la ayuda humanitaria no es todo color de rosas: Sri Lanka, ha demostrado que las vacunas no son suficientes. Es otro país con el que China e India han librado una batalla por la influencia política desde que Gotabaya Rajapaksa asumió la presidencia en 2019. El gobierno indio ha insistido para que la gestión de Rajapaksa se comprometa en completar la terminal en el puerto de Colombo, proyecto que había sido firmado por su predecesor y que será en parte, desarrollado por Nueva Delhi. La intención era que se paralizarán los proyectos de infraestructura financiados por Pekín y establecer una relación cordial con India. 

Así el ministro de Relaciones Exteriores indio, visitó el país y luego de que eso sucediera, llegaron 500.000 dosis de vacunas indias y Sri Lanka le compró 18 millones de dosis producidas en el Serum. Sin embargo, lo que parecía una victoria diplomática se vió truncado por el anuncio de que en enero, el país recibiría 300.000 dosis de vacunas Sinopharm. Luego de que eso sucediera, el gabinete Rajapaksa decidió que desarrollaría la terminal de Colombo por su cuenta, sacando a India del proyecto. 

No obstante, la India superó a China al ser un proveedor de vacunas baratas y accesibles para tales países, actuando de manera rápida y efectiva. Por su parte, China había anunciado 300.000 dosis para Myanmar de las cuales no llegó ninguna mientras que las indias arribaron rápidamente con 1.7 millones de dosis. De la misma manera se supera a Pekín en los envíos a países como Camboya y Afganistán. 

América Latina y el Caribe 

Las vacunas chinas tuvieron una crisis de credibilidad por los escasos datos científicos publicados sobre su efectividad: en un Brasil acorralado por la pandemia, el presidente Jair Bolsonaro recurrió a la India, ya que según unas encuestas realizadas, el 50% de los brasileños  no estaban dispuestos a recibir la vacuna Sinovac fabricada por china. Nueva Delhi continuó con la ayuda humanitaria y envió 30.000 dosis a República Dominicana y otras 10.000 dosis a Barbados a principios de marzo. 

Las vacunas indias también llegaron a países ricos del norte. Reino Unido y Canadá han sido los principales compradores. El primero compró 10 millones de vacunas mientras que el segundo, con el que ha desarrollado una relación más sólida que comenzó con llamadas entre el primer ministro, Justin Trudeau y su par Narendra Modi, compró 2 millones de vacunas y las recibió a los pocos días. Ello le valió a India un reconocimiento por parte de Canadá que haría hincapié en que la victoria contra la Covid-19 sería gracias a la enorme capacidad farmacéutica de India y al liderazgo de Modi para compartir esta capacidad al mundo. 

Es claro que la India utilizó su capacidad y sus recursos en este sector para mostrarse al mundo como un contrapeso a China. Mientras que el gigante asiático recibió varias críticas sobre sobre la divulgación de datos sobre sus vacunas, desde el gobierno indio se organizaron viajes para que los embajadores de diferentes países visitaran sus fábricas farmacéuticas en Pune y Hyderabad. 

El país suministró decenas de dosis a diversas partes del mundo, principalmente porque los contagios a nivel nacional llevaban meses de constante descenso. La pandemia parecía llegar a su fin en India, incluso el PM Modi había declarado la victoria sobre la pandemia en la cumbre virtual del Foro Económico Mundial. Sin embargo, la segunda ola sorprendió al gobierno indio, y el error de cálculo sobre cuántas dosis se necesitaba para inocular a su población y cuántas podía exportar se hicieron evidentes. El cambio de prioridades indias, tuvo grandes efectos sobre el suministro de dosis de vacunas al mundo ya que al ser uno de los líderes principales en la diplomacia de vacunas y al priorizar la campaña de vacunación nacional sus decisiones de exportar menos dosis afectaron a más de 60 países pobres, que dependían de las donaciones de vacunas indias, como es el caso de determinados países de África. 

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